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Todos somos necesarios

Drama En 1950, una vez cumplidas sus condenas, tres presos muy diferentes -un médico (Alberto Closas), un funcionario (Ferdinand Anton) y un ladrón (Folco Lulli)- abandonan la cárcel rumbo a sus nuevas vidas. Los tres acuden a la estación de tren para viajar a la ciudad. Mientras esperan en la estación, sueñan con esa nueva etapa que les espera y las esperanzas que albergan de esa nueva vida. Aunque la cruda realidad de enfrentarse a la ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6 de junio de 2013
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este extraordinario director -de los mejores de España- sufre un extraño y persisitente olvido que, si no fuera por la oportunidad que nos da Filmaffinity, no podríamos reivindicar. Algunos intentamos ponerlo en su sitio, o sea, en lo más alto del cine patrio. Nieves Conde quiso emular a los grandes directores americanos de cine negro y de suspense y nos regaló una obra maestra titulada "Los peces rojos". En esta ocasión apela al emotivo mensaje de Capra " La vida de cada hombre toca otras muchas vidas y si él no está allí dejará un tremendo vacío" y nos obsequia con esta comprometida y, a la vez, entrañable película titulada "Todos somos necesarios".
El argumento gira en torno a tres expresidiarios que acaban de salir de la cárcel y que han de tomar un tren para regresar a sus hogares. Una vez en él se les presentarán los primeros problemas al enfrentarse con los prejuicios del resto de pasajeros.
Basándose en un extraordinario guión, Nieves Conde maneja su cámara con soltura a pesar de rodar en espacios muy reducidos y nos narra una historia dura con ciertos resquicios para la esperanza. Porque si dura, fría y calculadora es la deleznable actitud de la masa, más voluble que la chaqueta de un político, inesperada e imprudente a la vez que noble y valerosa es la reacción del expresidiario más rudo ante el llanto y el dolor infantil. Nieves Conde no oculta en ningún momento las miserias humanas, las dudas, los miedos. Lo que pretende es que el hombre reflexione, se sienta único e importante. Se sienta necesario para los demás. Aunque sólo sea por unas horas, tal vez unos minutos.
El nivel interpretativo de actores y actrices, protagonistas y secundarios, raya lo excepcional, dando una auténtica lección a cualquier actor/actriz español-a de los 80 en adelante. Son aquellos grandes actores de la doble T: talento+trabajo. Y, la interpretación de Folco Lulli como "El nene" es el no va más. El ejemplo de todos ellos sí que es necesario.
el chulucu
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29 de agosto de 2017
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una trama coral que protagonizan tres ex-presidiarios que han cumplido su castigo por los errores cometidos, siendo rechazados y repudiados a pesar de haber saldado su deuda con la sociedad, eso es el tema de fondo que aborda con una clara definición de cada personaje tras abandonar el presidio que marca sus vidas para siempre. Un orgulloso estafador que quería conquistar la atención de su esposa; un tosco y alcohólico carterista; y un cirujano condenado injustamente por una supuesta negligencia. Juntos viajan en tren hacia sus respectivos destinos, pero en ese convoy también veremos reflejado un mosaico de personajes representativos de todos los extractos sociales con sus miserias y mezquindades, su hipocresía y su vanidad. Todos tendrán que responder ante una situación límite en una noche invernal atrapados por la nieve.

Humilde y emotiva película, una coproducción que no se resiente del casting internacional, y que contiene una corrosiva crítica social, a pesar de la infausta censura que el segoviano Nieves Conde consigue eludir, un cineasta a reivindicar por sus grandes trabajos a veces poco valorados. Alberto Closas da vida a este cirujano corroído por el rencor hacia una sociedad que le inhabilitó de ejercer su profesión desde su altruista código deontológico, ahora el destino le depara otra prueba de fuego ante una urgencia médica que requiere su intervención. Lo mejor del film es el variopinto retrato de una sociedad que no quiere perdonar los errores ajenos, mientras esconde y disimulas sus vergüenzas morales. Desde una puesta en escena ágil y creativa, coreografiada exclusivamente dentro de un tren, al que consigue extraer tu su jugo narrativo desde unos encuadres creativos y brillantes que expresan en todo momento el clima dramático de sus protagonistas.

Nieves Conde no desperdicia ni un segundo de sus ochenta y pocos minutos para darnos una lección de gran cine, sin grandilocuencias ni pedantería, mostrando la realidad de la vida en aquel momento, su costumbrismo provinciano, su altanería señorial y su materialismo económico, aunque sin apuntar directamente a ningún nivel social, a pesar de que todos quedan retratados, solo se salva por claro imperativo legal el sacerdote y el policía, como no podía ser de otra forma en aquella época. Es la reivindicación de la dignidad de unos hombres estigmados por el pecado que como bien señala su título: “Todos somos necesarios”, una oda al perdón y la oportunidad de ser una persona aceptada como cualquier ser humano. Cuando el cine es emoción y reflexión, además de entretenimiento agradable, se produce una comunión entre espectador y película que te sugiere un montón de sensaciones de las que he intentado dejar constancia en estos apuntes para recomendarla.
EL ALBATROS
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30 de agosto de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película dirigida por José Antonio Nieves Conde, (Surcos y Balarrasa (1951). Coproducción hispano-italiana con la colaboración de actores checos, austriacos y alemanes: Lída Baarová y Albert Hehn como principales.

Protagonizada por el actor barcelonés (el gran caballero) Alberto Closas (Julián), el italiano Folco Lulli (Don Bartolomé Iniesta, alias el Nene) y el alemán Ferdinand Anton (Nicolás) como los tres ex presidiarios que juntos cogen un tren en busca de la reinserción cuyo maquinista en un simpático papel es José Sepúlveda.

Los tres, saliendo de la cárcel esperan alejarse de ese olor que les empapa a presidio, intentando coger un tren que les haga poner tierra de por medio y les haga olvidar su condena; Alberto Closas, por negligencia médica, Ferdinand Anton , encerrado por estafa y esperando rehacer su vida junto a su mujer y Folco Lulli, pues bebiendo que es como se olvida todo y todo así parece, pues los tres cantan su alegría (el himno del penal) como pajarillos en libertad bajo un maravilloso y claro cielo y rodeados de una pura y blanca naturaleza que simboliza la esperanza pero una vez en el tren ya de noche todo se vuelve oscuro valga la redundancia ya que una densa y claustrofóbica atmósfera de hipocresía y una nube negra de crítica, antipatía y prejuicios de todos los pasajeros se cernirá sobre ellos y es como si hubiesen vuelto a ser encerrados, esta vez en un vagón de tercera del cual ya no hay más escapatoria que el vagón restaurante donde querrán olvidar el mal sino que siempre les perseguirá y llevarán a cuesta por ser presidiarios arrastrando una invisible bola de hierro toda su vida en el alma pero he aquí que un inocente niño les pondrá en esa oportunidad de librarse de ella ayudando a una pobre criatura enferma condenada a pena de muerte si no es operada de urgencia.

Con un comienzo muy parecido en los créditos a la película estadounidense 20.000 años en Sing Sing de 1932 donde vemos caminando a los presos por los pasillos de la cárcel para luego situarnos en el viaje de un tren guarda alguna similitud más: al protagonista se le pondrá en la disyuntiva de tener que elegir entre su libertad y firme convicción o el cumplimiento del deber y su posible vuelta a la cárcel.

La fotografía en blanco y negro es realmente buena y sobre todo dentro de un tren auténtico y unos vagones cedidos por la Renfe donde se filmó la película y que no se alteraron para hacer ésta, además debieron tener algunas dificultades pues se ve en ocasiones que las condiciones climáticas no eran las más óptimas.

A señalar que cuando suben al tren los tres ex presidiarios, podemos ver al gran cómico Miguel Gila camino de la cárcel, pero aquí ni está acreditado ni tampoco habla y a Rafaela Aparicio se la ve en sólo dos planos de refilón y ni siquiera habla.

Muy recomendada película con un buen reparto internacional de tan sólo 81 minutos de duración para disfrute de los amantes de los trenes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Capitán Strogoff
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6 de junio de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra excelente película del ninguneado director español José Antonio Nieves Conde, autor, entre otras, de la magnífica y muy moderna en mi opinión, cinta de cine negro " Los peces rojos" y el crudo drama social " Surcos" que nos demuestran que hubo un cine en España, que también se atrevía a criticar y cuestionar, de una manera velada, la plácida y resignada sociedad de entonces.
Pero es que este director era, además, un gran cineasta. Maneja hábilmente la narración, resultando ágil y dinámico.
Sabe controlar la tensión, llevando en volandas al espectador por todo el film, consiguiendo su atención sin que decaiga hasta su clímax, es decir, controla los resortes del suspense incluso en esta cinta que mezcla crítica social con fábula moral, en un escenario tan limitado como es un tren.
Tres presos salen de la cárcel. Han cumplido su condena por diferentes causas y encaran su salida al mundo.
Ninguno de ellos es el mismo que el que entró. La cárcel les ha transformado y cada uno de ellos se prepara para enfrentarse a la sociedad que, saben, les rechaza, revistiéndose de diferentes corazas.
Cuando toman el tren que les lleve a la ciudad, tendrán su primer contacto con la buena sociedad que les espera y en ese escenario, comenzará la primera prueba en la que tendrán que enfrentarse a sí mismos y a los demás.
Con guion del propio director, Conde analiza con mucho acierto y un gran dibujo de los personajes todo un microcosmos.
Por un lado los presos, cada uno revestido de temor, desconfianza, resentimiento y cierto cinismo ante la " buena gente". Por otro lado, los demás, la sociedad del otro lado de la barrera que juzgan, condenan y apartan a quienes son, en realidad, un fiel reflejo de ellos.
La catadura moral de todos ellos será puesta a prueba cuando un incidente tenga lugar y sean los pasajeros los que tengan que resolverlo.
Las pelis de " trenes" siempre me han gustado. Un escenario mínimo para una acción máxima. Y este director demuestra una gran pericia haciendo que una peli de " discurso", sea al tiempo una peli emocionante y tensa. No resulta estática en absoluto como sería de prever. Con el uso de la cámara y la música, el director nos mueve por todos los departamentos, presentándonos a multitud de personajes de diversa condición haciendo un fiel y completo retrato de ellos con sólo unos apuntes.
El cinismo, la volubilidad de las masas, la hipocresía, el rencor...Lo cierto es que cada personaje aquí dibujado tiene su pequeña historia que crea un conjunto, resultando un completo retrato coral de toda una sociedad, al tiempo que nos ofrece una enseñanza moral que, con frecuencia, olvidamos.
Un cine que hay que revisar.
Y, por cierto, por sumarme a las múltiples opiniones de muchos usuarios acerca de la detestable dicción de los actores españoles en el cine actual. Me adhiero a todos ellos. En estas películas por lo menos te enterabas de cada palabra y cada frase que pronunciaban. En las de ahora, según qué actores, a veces tienes la impresión de que hablan un lenguaje extranjero. La interpretación y la naturalidad no está reñida con la vocalización y el movimiento de los labios. Algunos actores parece que tienen la boca cosida. ! Así no hay manera!.
Izeta
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3 de mayo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez cumplidas sus condenas, tres presos muy diferentes abandonan la cárcel rumbo a sus nuevas vidas: un médico condenado por mala praxis; un funcionario, estafador ocasional; y un ladrón reincidente. Los tres acuden a la estación de tren para viajar a la ciudad. La cruda realidad de enfrentarse a la sociedad es algo que se cierne como una nube oscura.

Película del muy olvidado José Antonio Nieves Conde, un cineasta español injustamente arrinconado, con una filmografía de excelencia, como esta película, cual Nieves es también autor de un excelente guión, adaptación de una historia de Faustino González Aller. Música aceptable de Miguel Asins Arbó y grandiosa fotografía de blanco y negro de Francisco Sempere.

Esta fue la décima película (de un total de 22) de José Antonio Nieves Conde un director que es necesario reivindicar. Cuando realiza esta cinta hace ya diez años de su debut con títulos fundamentales de nuestro cine como “Surcos”, 1951; “Los peces rojos”, 1955, película ésta con una maravillosa intriga psicológica. Cuando dirige este film está considerado ya como uno de los realizadores más importantes de nuestro cine patrio.

Este film es ante todo una obra sobre la dignidad, una vergüenza que en absoluto quieren perder estos tres hombres. Pero la gente los mira y les hablan de una manera que siempre tienen la sensación de que huelen a cárcel. Quienes pierden la dignidad son buena parte de los personajes que interactúan con ellos en el transcurso del viaje en tren, por prejuicios, recelos, lo que se hace notar más en las clases acomodadas.

Es notorio que a pesar de estar rodada la película casi al completo en el interior de un tren (tren real de la empresa Talgo; no hubo decorados), la imagen es muy bella, fruto de la magistral dirección de Nieves Conde, con un talento genial para el encuadre, para los movimientos de cámara, lo cual que consigue en todo momento mostrar el mundo interior de los personajes y el ambiente cerrado y claustrofóbico que refleja la situación en la que están.

Al ser una coproducción hispano-italiana el reparto era internacional, pues Nieves Conde quería también exportar su obra a otros países. De esta forma podemos ver que la madre del niño enfermo es una actriz checa, hay dios intérpretes austríacos, un actor alemán, y sin embargo todos encajan muy bien habiendo sido el casting impecable. Pero los protagonistas son sin duda un genial Alberto Closas que realiza uno de sus mejores trabajos en el cine; y Folco Lulli que esté excelente también; sin olvidar a un siempre puntero Manuel Alexandre.

Esta película, en fin, cuenta una historia dura que deja abierto algún resquicio a la esperanza. Por un lado tenemos la dureza, la frialdad y la mente calculadora y la deleznable actitud de la masa; un grupo de gentes voluble, inesperada e imprudente. Y paralelamente, tenemos la valerosa y noble reacción del ex presidiario más rudo que, conmovido ante el llanto y el dolor de un niño se lanza en medio de la ventisca, a la desesperada, a buscar una solución. De manera que Nieves Conde, sin ocultar las miserias humanas, las dudas el miedo de las gentes, ofrece signos inequívocos de cierta esperanza entre tanta negritud y egoísmo. Este gran director da opción también a la reflexión, a esa posibilidad de que el hombre se sienta único e importante, necesario para los demás. Aunque sólo sea por unas horas, por unos minutos, por poco tiempo, pero deja esbozada esta opción de heroicidad y altruismo.
Kikivall
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