Sobre el arcoíris

Si Dziga Vertov creó años ha el concepto de cámara-ojo, Gonzalo López-Gallego ha creado la cámara-ojete. Porque...

Dale a un capullo con pretensiones una cámara y ponte a temblar.

"Sobre el arcoiris" no es más que un pomposo ejercicio de egolatría amateur cuyo impostado realismo se derrumba con rapidez. Ni rodaje estilo guerrilla ni leches en vinagre.

¿QUÉ COÑO ES ESTA COSA? ¿Una demo reel de un actor de tercera fila? ¿Un cortometraje de estudiantes de una escuela de cine y video alargado?

Nada tiene sentido ni interesa. Se huele por donde van los tiros de lejos y todo se disuelve en una maraña de monólogos cansinos a cámara e imágenes supuestamente evocadoras que producen aburrimiento.

Pero lo peor de todo no es que el film exista.

No.

Lo peor es que alguien haya pensado que merecía participar en festivales de cine y ser editado en DVD.

Tócate los coj... (censurado).

Supongo que en el futuro más cercano, cuando se hable de “cine de autor” se estarán refiriendo a películas de este tipo; Pocos medios, alguna idea y sobre todo mucho tiempo por delante.
Y sobre la película, pues la verdad es que cabe bastante poco que decir, después de un cierto interés inicial -¿Qué va ha hacer este tipo con la cámara?-, la cinta se acaba derrumbando demasiado pronto. No es creíble lo que está sucediendo, suena a impostura, se alarga innecesariamente, demasiados saltos al vacío para acabar dándole a la historia una duración que no se merece.
Incluso el presunto “cosmopolitismo” en el que transcurre la película, se acaba demostrando ciertamente vacuo, es decir lo que me están contando podía haber sucedido tranquilamente en cualquier ciudad de la costa española, y encima nos hubiésemos ahorrado un montón de pasta. Que ocurra en Berlín no es sino un ejercicio de autocomplacencia que desde luego aporta bastante poco a la película.
Finalmente viendo los extras, y más concretamente el corte “De Luís a Ludwig”, tenemos la certeza de que esa hubiese sido una buena película, más corta si, pero también más potente, con más incertidumbres abiertas, sin tanto relleno inútil, y desde luego tendríamos abiertas muchas dudas, muchas más de las que te quedan al terminar de ver “ Sobre el arco iris”.

Alguien se compra una cámara de vídeo y se va a Berlín a grabar y sobretodo a grabarse durante unos días intentando contar una historia que haga “cambiar”.

Esta es la premisa de esta película que de entrada se presenta como innovadora, experimental, audaz y arriesgada, y ciertamente lo es pero solo en parte.

Lo es en el formato, por otro lado técnicamente grabado de forma muy notable, ejemplo de como se ha avanzado en el siglo entrante en el territorio patrio en ese ámbito. La película está grabada como si fuera cámara en mano todo el rato, y consigue transmitirte esa sensación sin que además la película se vuelva tediosa, evitando el tono monótono con un alto ritmo, giros en la fotografía y la luz y combinando las reflexiones personales con el diálogo. Importantes méritos y sigue haciendo camino a ese tipo de cine iniciado con la interesante ¨Mapas¨.

Y, precisamente, si la comparamos con ese filme vemos las principales carencias de esta obra que no son otras que las argumentales y de guion, que hace que no logre una gran cuota de trascendencia y se mueva, seguramente involuntariamente, en el menos ambicioso mundo del divertimiento frívolo . Aunque inicialmente crea una alta expectación ver que gran misión pretende lograr el hombre de la cámara, esta se va diluyendo cual cubito de hielo en un whisky on the rocks, al ver que no es mas que una serie de ¨operaciones¨ bastante mundanas a la “española”. Mucho sexo, prostitutas incluidas, reflexiones de borrachera, con alguna honrosa excepción, violencia y una constante improvisación a veces bien lograda, a veces no tanto y todo con un hilo de fondo picaresco que intenta engañarnos.

Dependiendo de donde se ponga el foco y el listón uno acabará mas o menos satisfecho, aunque hay que reconocer que es de agradecer el nuevo proceder.