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La amante del teniente francés

Drama. Romance Inglaterra, 1867. Poco después de conocerse, Charles Smithson y Ernestina se comprometen y deciden casarse muy pronto. Un día, paseando por los acantilados, una joven vestida de negro despierta la curiosidad de Charles. Ernestina le dice que se trata de Sarah Woodrof, conocida como "la mujer del teniente francés", porque años atrás tuvo una relación amorosa con un oficial francés que luego la abandonó. Charles se hace amigo de Sarah y, ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
13 de septiembre de 2011
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el paralelismo entre la pareja de actores y los papeles que representan, se analiza mediante un clima pasional, sensual y misterioso, la posición de la mujer en la sociedad victoriana del siglo diecinueve y en la era actual.
Ficción dentro de la ficción en una fusión entre literatura y cine, entre pasado y presente, y en las similitudes que acercan las pulsiones humanas de ayer a las de hoy. Las modas cambian, las ideologías, las creencias, las costumbres, las perspectivas, los dedos censuradores, pero las pasiones se mantienen, y el caballero victoriano de ciento y pico años atrás arde en deseo por su prohibida amada al igual que lo hace el artista de finales del siglo veinte. Tanto Charles como Mike, ambos con los rasgos de un morbosamente seductor Jeremy Irons, se enamoran inoportunamente, porque los atan compromisos matrimoniales y familiares, y además el objeto de sus amores son mujeres huidizas. Los obstáculos dificultan unas relaciones desafortunadas y mal vistas de puertas afuera. De manera que, ya se trate del actor moderno o su alter ego decimonónico, no tienen demasiadas opciones de felicidad y estabilidad con las mujeres que sus corazones han elegido. Mike está casado y tiene una hija, y Anna, la actriz que protagoniza junto a él “La mujer del teniente francés” (cine dentro del cine), convive con un hombre. Por su parte, Charles, justo antes de conocer a Sarah, acaba de comprometerse con una dama de clase alta, lo que lo vincula con una deuda de honor que, en caso de romperse, conllevaría una punitiva y opresiva reprobación. Y Sarah es la comidilla de todo Lyme, acusada de haber mantenido relaciones siendo soltera con un teniente francés.
Las similitudes son obvias, puesto que tanto en un caso como en el otro los amantes van en una deriva incierta. Literatura y cine son reflejos de la vida; los tres formatos se cogen de las manos y caminan en consonancia, mostrando distintos envoltorios, distintas fachadas, pero por dentro este pequeño palacio de carne y suspiro que somos no varía apenas.
El sutil análisis de Reisz también se enfila hacia el doble rasero estrictamente marcado en la época victoriana con el que se medía la valía de las mujeres. Este rasero distinguía entre dos categorías: las decentes y las prostitutas. Las que tenían sexo fuera del matrimonio o eran sospechosas de ello entraban directamente en la segunda categoría. El retrato sobre Sarah Woodrof, una señorita extraña con un inusual sentido de su propia libertad en unos tiempos en los que a la más mínima manifestación de anormalidad te tachaban de perdida, es el retrato de una rebeldía soterrada, de una accidentada declaración de independencia femenina, y la fascinación que esta peculiaridad ejerce sobre un gentilhombre idealista y ardiente.
Irons y Streep establecen una corriente recíproca que fluye como una cascada, estupendos los dos en este atípico drama romántico del que lo que más recordaré será la mirada del entonces joven intérprete inglés.
Vivoleyendo
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27 de abril de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el rodaje de una película de época actual, dos actores viven un tórrido romance, a la vez que sus respectivos personajes. Una film lleno de pasión y misterio a través de dos historias de amor tan apasionado como complicado y arrebatador.

Basado en la novela best-seller de John Fowles (1926-2005), "The French Lieutenant's Woman", es una clásica historia de amor, un escandaloso romance entre un "caballero" y una "viciada" mujer. La acción se sitúa en una tranquila aldea de pescadores en Inglaterra en el año 1867.

Charles Smithson (Jeremy Irons) pasea por el acantilado, ve a una joven en el malecón del puerto, Sarah Woodrof (Meryl Streep), conocida como "la mujer del teniente francés", porque años atrás tuvo cierta romance con un hombre casado que la abandonó.

La película genero por venta de taquillas la cantidad de $26,9 millones en Estados Unidos solamente, además recibió 26 nominaciones a diferentes premios, de los cuales gano nueve de ellos. El film recibió cinco nominaciones al Oscar por mejor actriz: Meryl Streep, mejor guión adaptado, mejor montaje, mejor dirección artística y mejor diseño de estuario.

Además, obtuvo un Globo de Oro: mejor actriz: Meryl Streep de tres nominaciones; y tres premios BAFTA por mejor actriz: Meryl Streep, mejor sonido y mejor banda sonora de un total de 10 nominaciones.

John Fowles es un novelista y ensayista británico, su carrera literaria abarca más de 40 años. En 1950 comenzó a trabajar como profesor en Francia, Grecia e Inglaterra. El éxito de su primera novela “The Collector” (El coleccionista) en 1963, de inmediato se convirtió en “bestseller”, hizo que dejara la docencia para dedicarse en exclusiva a la literatura.

En 1968, Fowles se mudó a Lyme Regis en Dorset, que serviría como escenario de la novela “The French Lieutenant's Woman” (La mujer del teniente francés). En ese mismo año adaptó al cine su novela “The Magus” (El mago), la cual llegó a ser una novela de culto en Estados Unidos, pero la película no tuvo éxito.

“The French Lieutenant's Woman” también se llevó a las pantallas en 1981, dirigida por Karel Reisz con guión del dramaturgo Harold Pinter (Premio Nobel de Literatura en 2005), y por la que fue nominado al Oscar.

La obra de no ficción más conocida de Fowles es problamente “The Aristos” (Aristos), una colección de reflexiones filosóficas. Muchos críticos lo consideran como el padre de postmodernismo británico.

Un tema constante en su obra es el libre albedrío, que en ocasiones implica al lector. También recurre a la ironía para interpolar alusiones a teorías científicas y artísticas de la época en que se ambienta sus narraciones, parodiando así determinada tradición narrativa victoriana.
operez
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21 de marzo de 2008
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película en la que se solapan dos historias paralelas de amor. Gran interpretación de sus protagonistas(maravilloso Jeremy Irons);todo esto aderezado con una fotografía que recrea muy bien el ambiente victoriano y con una banda sonora estupenda. Para gente con gusto y sensibilidad.
galatea
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27 de octubre de 2006
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender en su plenitud esta película recomiendo leer la novela antes. No es que no se comprenda la una sin la otra pero si has leído la novela, el paralelismo de las dos historias no está sólo justificado sino que es necesario y además da todo su significado al final de la película, que es para mí casi lo mejor.

Espléndida la recreación de la época y la "sabiduria" del director para utilizar las múltiples vías de la novela para elegir su final o finales...
sully morland
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7 de mayo de 2017
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos demuestran que pese a los condicionamientos sociales, el destino lo escriben las personas con su fuerza para luchar contra las adversidades circunstanciales. Somos nosotros los que debemos imponer nuestros sentimientos y principios sin amedrentarnos ante la presión externa. Es lo que, en el fondo, plantean las dos historias amorosas que mantiene el film. Fue Karel Reisz, con guión del dramaturgo Harold Pinter, quien consiguió plasmar en imágenes el melodrama victoriano inspirado en la complicada y romántica novela homónima de John Fowles. Una obra de una belleza plástica fascinante, protagoniza por Jeremy Irons y Meryl Streep, intérpretes a su vez del rodaje (Anna y Mike) de la propia película, cine dentro de cine que encumbró definitivamente como estrella rutilante a la protagonista de “Memorias de África”, hoy en día un mito de la pantalla. La película se erige como un duro retrato de la sociedad victoriana y un estudio psicológico de la libertad como medio de autorealización.

El cine de Reisz siempre destacó por presentar a seres rebeldes desarraigados de la sociedad, un cineasta surgido del “Free Cinema” que supo explorar con acierto, nuevos caminos expresivos. Narrada desde el comienzo con fuerza y con una extraña sobriedad formal, mostrando a Sarah como una enigmática mujer de misteriosa presencia que espera a alguien en el espigón de Lymme, en medio de la furia de las olas, con ese manto negro con capucha, son imágenes que pertenecen a la Historia del Cine. Será el inicio de un argumento con una doble vertiente, por un lado la escenificación de una película victoriana rodada en la época contemporánea, y por otro, el secreto romance entre los dos actores ya casados. Personalmente yo me quedo con la primera, mucho más apasionante y atractiva que la segunda. La fotografía portentosa de Freddie Francis extrae de la pálida actriz americana un aspecto “Pre-rafaelista” con aura incluida, ademas de unas localizaciones de una belleza sublime.

En ella encontramos ecos del cine de David Lean y del poco apreciado Anthony Asquith. Este film creó escuela e influencia sobre las posteriores adaptaciones de textos de Jane Austen, aunque a primera vista parezca frío y desdramatizado, incluso contemplativo, su atmósfera te atrapa por su sobrecogedora belleza en su alcance telúrico, su magistral ambientación de época sienta precedente. Una obra sugerente, llena de matices, una triste historia de amor no correspondido que se entrelaza con otros amores. El de Sarah (Streep) esperando a un marino francés que nunca volverá, el de su encuentro con el paleontólogo Charles (Irons), que ha acudido a aquel lugar costero para sellar su compromiso con Ernestina, joven de muy buena familia que le garantizaría su futuro como científico.

Una película que nos seduce por su puesta en escena inteligente y esmerada, sus brumas de pasión reprimida que imponía el puritanismo en la sociedad de la época. Todo eso es lo mejor del film, más allá de la relación actoral en el rodaje pillada por los pelos que contribuye a darnos dos finales distintos como sugería Fowles en su novela. Es en el drama pretérito victoriano donde reside el rasgo transgresor que ofrece su dramaturgia. La de una mujer con suficiente capacidad para revelarse ante un contexto asfixiante y opresivo, saliendo adelante por la fuerza de su convicción personal. Todo ello en una época en que la intolerancia de una clase social iría en decadencia por su reduccionista visión del mundo, con sus privilegios absurdos, su despotismo e insolencia, sus criados maltratados y humillados y su grandeza imperial que esquilmaba pueblos con la cínica escusa de civilizarlos, cruel paradoja protagonizada por la cultura democrática británica. Obra muy destacable, fruto de mucho talento.
Antonio Morales
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