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El santuario no se rinde

Drama. Bélico Marisa Fuenterreal recuerda los días de la resistencia en el santuario de la Virgen de la Cabeza. Allí conoció a Aracil, un hombre de ideas extremistas que la salvó de las tropas enemigas, y luego al capitán Cortés, que murió en la batalla final junto a la mayoría de los defensores. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2016
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la máxima que luce en la pared del despacho de mando, hermosas palabras que para mí guardo como grato recuerdo de esta película, mis experiencias con el cuerpo han sido positivas a nivel personal, siempre me sentido protegido y respetado, tampoco tenía nada que temer, es más, siempre me han ayudado en la carretera, cuando he tenido problemas mecánicos, incluso tengo un compañero independentista que me confesaba que prefería a la benemérita de tráfico en lugar de los "mosos de squadra", una panda de inútiles que sólo ponen multas, según sus textuales palabras. Incluso son humillados con sueldos inferiores a otros cuerpos de seguridad nacionales y autonómicos, no creo que mejoren la calidad del servicio hablando catalán o euskera para tener sueldos más altos. También recuerdo unas inundaciones en Bilbao donde la benemérita salvó a muchos vascos de la corriente del agua que arrastraba lo encontraba a su paso.

Un film bélico de una explícita heroicidad que debemos valorar en su perspectiva histórica, referida al cuerpo de la guardia civil, no olvidemos que es y ha sido siempre una institución militar, por lo que siempre estuvo a las ordenes de sus superiores jerarquicos, su misión nunca fue la política, sino defender la ley y acatar las ordenes recibidas. Como todo cuerpo está compuesto por personas algunas admirables y otras no tanto, que están en la mente de todos, quizás les suene Luis Roldán o Antonio Tejero, dos zascandiles que denigraron una institución que sufrió el terrorismo etarra con la sangre de sus componentes incluyendo sus cuarteles con sus mujeres y niños, recuerdo las masacres de Vic o Zaragoza, durante los mal llamados “años de plomo”, esos en los que alguno recurría a la repugnante disculpa de “Algo habrá hecho...”.

Basada en un hecho real, el asedio por parte de las fuerzas republicanas al santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, al mando de un oficial de la guardia civil, el capitán Santiago Cortés (un excelente Tomás Blanco) y sus hombres. Film épico de exaltación patriótica, aunque a diferencia de otras más radicales y belicosas que ensalzaron la dictadura, aquí lo que impera es el aspecto humano. Por supuesto, es lo que yo más valoro de la película, por encima de ideologías, pues ambos bandos son españoles con sus motivos irreconciliables, las dos españas que 40 años después, se habían reconciliado con la democracia, parece que ahora la izquierda pretende reinventar el pasado sembrando el odio y la división. Arturo Ruiz Castillo y Jose M.ª Amado productor, eran de ideología republicana, aquí no hay consignas ideológicas ni se insulta a nadie, sean de uno u otro bando. Lo que sí se muestra es una guerra fratricida entre hermanos. La historia de amor que no puede faltar, la protagonizan un notario republicano, Luis de Aracil (Alfredo Mayo) que intentando salvar a una dama, Marisa (Beatriz de Añara) recalan en el fortín asediado y en el que en principio no es bien recibido.

Es ella, con su cálida voz, la que nos relatará los hechos acaecidos en un largo “flash back”. Y es que el conocimiento del pasado nos hace entender el presente, lo que nos ayuda a construir un futuro mejor. Cuando perdemos la memoria dejamos de ser nosotros mismos. Por consiguiente, un pueblo que no tiene memoria pierde también su identidad. Y ahora ya me podéis fusilar por ser políticamente incorrecto.
Antonio Morales
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6 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En agosto de 1936, un montón de guardias civiles de la provincia de Jaén, junto con sus familias, se replegaron, de acuerdo con las autoridades republicanas, en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, situado al norte de Andújar (Jaén), y en el cercano pueblo de Lugar Nuevo para protegerse de una situación muy insegura. Desde mediados de septiembre del 36 se sublevaron contra la Segunda República Española, la cual terminaría tomando dicho enclave sublevado el 1 de mayo de 1937.

Esta gesta, que bien puede llamarse heroica, y enteramente protagonizada por la Guardia Civil, podía y debía haber sido contada en un contexto histórico tan favorable para ello como el de la España de Franco, pero Arturo Ruiz Castillo, en vez de narrarla tal cual fue, hace otra cosa: elabora un melodrama protagonizado por Alfredo Mayo y la insulsa Beatriz de Añara, bastante parco en besos pero pródigo en frases rimbombantes y voces en "off", que hace uso del "flashback", y establece una introducción situada en el presente (1949) que recuerda un poco al comienzo de "Rebeca" (Rebecca, 1940), de Alfred Hitchcock. Así, el asedio y la Guardia Civil quedan en un plano que parece el principal pero que en realidad es secundario. Los hechos reales eran mucho más interesantes que el melodrama, pero, insisto, esta película los oculta, los ignora o los tergiversa. Los hechos reales de este asedio no los veremos nunca en cine porque las actuales circunstancias políticas españolas no lo permiten.

Tan curioso como todo lo anterior es el personaje de Alfredo Mayo. Es evidente que Luis de Aracil (Mayo) es un republicano, y, al mismo tiempo, una buena persona que carece del odio sectario de otros muchos republicanos; y, pese a que debe de ser socialista o comunista, defiende la ley y el orden, como se ve cuando, al comenzar la acción, espanta a unos jornaleros enfurecidos de la entrada de la finca del conde de cuya hija se enamora (Beatriz de Añara).

"¡El santuario no se rinde!" marca el paso del llamado "cine de Cruzada" a un cine de reconciliación nacional, reelaborando la idea de un largometraje previo como "Rojo y negro" (1942), de Carlos Arévalo: el amor puede unir a las dos Españas.
Pedro Triguero_Lizana
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12 de agosto de 2016
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la Guerra Civil se han hecho ciento y una película pero curiosamente siempre se tratan desde el mismo punto de vista, entre ideológico y trágico. Sin embargo, ¿qué pasa con las hazañas bélicas? ¿Qué ocurre con los actos heroicos de los combatientes? En España somos así de catetos y pasamos por alto la belleza desgarrada de la guerra y de la muerte.

«El santuario no se rinde» es un ejemplo de lo que digo. ¿Habéis escuchado alguna vez eso de «las caras de Bélmez», quizá el hecho paranormal más famoso de nuestra geografía? Cierto o no, algunos especialistas relacionan la batalla del Santuario (cómo suena esto, por favor...) con la fenomenología posterior, y esto lo digo para dar una idea de lo relacionados que están los acontecimientos, de que el pasado es presente, de que nada se ha ido del todo, sino que queda de una manera o de otra, solo que nadie lo sabe porque no se estudia o porque no nos fijamos.

Bueno, ¿qué pasa con «El santuario no se rinde»? Pues que no hay quien la entienda. Alguien que no supiera nada de historia española se quedaría a dos velas, porque aquí no se explican ni ideologías, ni ideas, ni contexto, ni situaciones. Nada. Los creadores de la película eran republicanos, detalle meta cinematográfico que encuentro más interesante que la película en sí, y de ahí que su protagonista, Alfredo Mayo, sea un anti golpista que, ojo, es notario, rico y cacique. Pero un buen hombre. Obviamente, la historia se centra en el asedio al Santuario y las vivencias de algunos guardias civiles y de algunos ciudadanos, todo contado con una gran falta de ritmo y mucha carencia de contenido más allá de la evidente y justa vocación heroica que el cine patrio debería recuperar.

Floja.
Kaori
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17 de mayo de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez años después de acabada la Guerra Civil se filma otra vez la proeza de la defensa del Alcázar de Toledo, con una historia de amor donde un republicano se redime. Es muy difícil empatizar con los protagonistas, la historia es muy rígida donde los buenos son muy buenos y el malo admite su culpa y es redimido por el amor.

No hay trasfondo psicológico serio, ni filosófico, solo una justificación épica política, tampoco se nota que haya un trabajo artístico serio. En fin no recomendable, salvo para los seguidores del subgénero.
Alfonso Marlowe
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19 de julio de 2016
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquel día del 18 de Julio de 1936, hace hoy 80 años, los generales Franco, Varela, Mola y Sanjurjo, lanzaron un golpe militar contra el gobierno de la II República Española estallando la Guerra Civil entre nacionales y republicanos, durando aproximadamente tres años dando paso a 40 años de dictadura franquista.

"El santuario no se rinde", es una película basada en un suceso real. Fue dirigida en 1949 por Arturo Ruiz Castillo de ideas republicanas lo que hace que la película sea bastante tolerante a pesar de ello, tuvo dificultades al rodarla.

Está ambientada en el Santuario de la Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar, corazón de Sierra Morena (Jaén) y narra el asedio al Cerro del Cabezo durante el principio de la guerra civil española, más concretamente desde el 14-08-1936 al 01-05-1937 durando más de ocho meses.
Este cerro estaba a las órdenes del capitán de la Guardia Civil, Santiago Cortés, interpretado por Tomás Blanco en la película. El capitán de la Benemérita, decidió en agosto de 1936 buscar refugio en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza con 165 miembros de la Guardia Civil, cuatro sacerdotes y numerosos cientos de familiares y vecinos elevando la cifra de refugiados a cerca de 1.200.

Desde el principio las autoridades republicanas insistían para que entregaran las armas y se procediera a la evacuación pero ante la negativa de rendirse los bombardeos comenzaron arrojando proclamas y algunas bombas al principio para pasar a la artillería, ametralladoras y morteros y, al final, los tanques y carros blindados.

En un principio no tuvieron problemas con las provisiones, pues bajaban a Andújar a por ellas pero cuando los republicanos les sitiaron, comenzaron los problemas: se quedaron sin forma de conseguir las provisiones que llegaban desde Sevilla y Córdoba. La única forma de aprovisionamiento era aérea; a veces arrojando los suministros cerca del suelo pero en otras ocasiones usaban la técnica del pavo para las provisiones más delicadas.

Como curiosidad, cada 3 de febrero, en un pueblo vecino (Cazalilla, ubicado en Jaén), existe la tradición de lanzar una “pava” viva desde un campanario.

La comunicación entre los sitiados y la zona nacional, imposible en los primeros días, se hacía a través de palomas mensajeras, que los aviones arrojaban en paracaídas, uno de esos aviadores fue el Capitán Carlos Haya, piloto personal de Franco, que realizó numerosos servicios de guerra, entre los que se destaca éste.

Interesante película bélica en blanco y negro narrada con forma de flash back con un aire de asedio Numantino y que nos cuenta como un notario republicano o comunista se ha “equivocado” de bando haciéndonos creer que los rojos son los malos y los de la derecha siempre son los buenos.

Totalmente recomendada para todos esos que se sienten muy españoles y mucho españoles como dijo uno muy popular que se inyecta sus dosis diarias de misas de fe y patria para estar informado, Amén...
Capitán Strogoff
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