Otra vez salto sobre los charcos

Desde la extinta Checoslovaquia, de la mano de Karel Kachyna (aunque se escribe con diacrítico checo en la "n", se pronuncia como "ñ"), uno de los cineastas checos más fascinantes y laureados de ese país, nos encontramos ante una de las mejores películas de la llamada "Nueva Ola de Cine Checoslovaco". Quizás éste film no sea el mejor de Kachyna, ya que tiene otras películas igualmente notables, y algunas otras sobresalientes, pero tiene una historia muy hermosa y representativa.

Pero el caso de "Otra vez salto sobre los charcos" lo encuentro particularmente atractivo al equilibrar de manera tan singular y personal una obra tanto dramática como familiar (y no hablo del género familiar como actualmente se le conoce, un término ligado a películas estadounidenses cuyo único objetivo es hacer perder a la gente dos horas de vida), ya que no es fácil realizar una película como ésta, basándose en la novela homónima del escritor australiano Alan Marshall (publicada originalmente en 1955), ya que se podría haber dado una interpretación más infantil, más empalagosa, característica de la mayorías de películas del género.

Pero aquí no, la inocencia y carácter infantil del protagonista, junto con sus aventuras y desventuras, son interpretadas de manera que sintamos una especial empatía con Adam, el niño de la película, a lo largo de una serie de acciones y con el estilo personal de Kachyna para mostrarnos no sólo un gran ejercicio estilístico y gran conocimiento del lenguaje cinematográfico, sino también una capacidad descomunal como narrador audiovisual.

Todos los personajes, desde la familia del niño, hasta los compañeros de hospital de Adam son entrañables (aunque hay algún que otro personaje con un comportamiento un tanto malévolo, y otros, con una intervención completamente secundaria) creando un lazo de atención permanente entre el espectador y la película.

Muy característicos son los diferentes usos de los que presume la fotografía a la hora de utilizar diferentes filtros a través del juego de filtros que tiene Adam, enseñándonos cómo ve la realidad que está frente a él, ya sea de rojo, verde, rosa, naranja... así mismo, la sucesión de imágenes en el montaje crean momentos únicos, desde las escenas con los filtros de color hasta la imaginación de Adam cuando éste se encuentra hospitalizado. Impagable.

Uno de los últimos trabajos pertenecientes a la llamada Nueva Ola de Cine Checoslovaco en estado puro.