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Loving Glances

Comedia. Drama. Romance Labud (en serbio, Cisne) es un solitario refugiado serbio (procedente de la Krajina serbia que ahora es Croacia) en Belgrado. Espera por un visado para reunirse en Estados Unidos con su prometida a la cual perdió la pista. Mientras espera, se apunta a una agencia de contactos llamada Happy Millennium donde conocerá a una chica serbia. Una comedia romántica con tintes fantásticos con el trasfondo de las identidades étnicas y nacionales. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
6 de junio de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine balcánico se ha mostrado muy prolífico en las dos últimas décadas en su compromiso a la hora de mostrar las guerras que asolaron Yugoslavia y los traumas dejados por ésta, un fenómeno interesante si se tiene en cuenta las dificultades para superar episodios históricos de este tipo. Sea como fuere esta película es un buen ejemplo de dicho compromiso y muestra que, a pesar de todas las dificultades, sangre fresca atraviesa las maltrechas venas de aquel fallido experimento político de Tito. Esto es sin lugar a dudas una garantía de futuro en muchos sentidos.

1995, nos encontramos en una Belgrado atestada de refugiados procedentes de todos los puntos de Yugoslavia, especialmente de la Krajina (Croacia), de donde más de 500.000 serbios se vieron obligados a huír como parte de los acuerdos internacionales ("única garantía para la paz duradera", en palabras de Clinton). Esta es exactamente la procedencia del protagonista, Labud, un joven sensible que ha visto interrumpida su vida por la guerra y que parece completamente ajena a los intereses y fuerzas que propiciaron ésta. Sin embargo, como todos, ha sufrido las consecuencias de ella: ha perdido a su madre, su familia se haya repartida por el mundo y su novia Vida, residente en Sarajevo, huyó a los Estados Unidos tras iniciarse el asedio, si bien éste no haya manera de ponerse en contacto con ella. A lo largo del film asistimos a los intentos de Labud por huír de la soledad que domina la vida de cientos de miles de personas como él, para ello acudirá a una agencia de contactos llamada "Happy Millenium" que funciona por medio de videos y de un ordenador que establece los grados de afinididad entre los individuos de un modo un tanto caótico (en este punto no deja de haber una aguda e inteligente crítica a la tecnología, reconociendo que no hay nada como el primer contacto para que se encienda eso que llaman la "chispa del amor"). Pero Labud no sólo se enfrenta a esto, sino que, como bien refleja su propio video, tiene que sufrir el rechazo de ser refugiado en una Serbia que no mira a éstos con mucho agrado: "Sólo quiero decir que los refugiados somos como el resto del mundo. Queremos conocer a alguien, llevarnos bien y vivir una especie de vida normal". Por mucho que las palabras de Labud puedan parecer absurdas lo realmente absurdo es que una persona tenga que dar explicaciones de este tipo para dar a entender que no existen diferencias entre los seres humanos, al menos en lo que se refiere a cuestiones básicas. He aquí una crítica a los marcos de referencia surgidos durante los años 90 que levantaron enormes muros entre personas que antes habían sido amigos y comunidades que habían convivido en paz. Es evidente que lo que las personas comunes quieren es llevarse bien y vivir dentro de la normalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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5 de abril de 2011
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película más bien floja que, no obstante, aporta información interesante sobre la situación de los serbios de fuera de Serbia, pero dentro de Yugoslavia, cuando tuvieron que emigrar a su presunta madre patria tras la guerra. En el caso del protagonista, un serbio de la Krajina, aunque vivía en Sarajevo. Los serbios de la Krajina tuvieron que abandonar su región en poco menos de tres días cuando las fuerzas croatas, entrenadas y armadas por EEUU y Alemania, desencadenaron la 'Operación Tormenta'. La limpieza étnica de mayores dimensiones sufrida en todas las guerras balcánicas. A los problemas derivados de una situación de tales características, había que añadir que en Serbia no eran precisamente bien recibidos, aunque el estado se hiciera cargo de ellos. Ya incluso antes de la guerra, un serbio de la Krajina era para un habitante de Belgrado un paleto (España), redneck (EEEUU), terrone (Italia), etc... ellos los llamaban 'vlasi'. Para más inri, muchos serbios de la Krajina cuando fueron expulsados de sus casas fueron realojados en Kosovo, donde los albaneses les apedreaban. Una tragedia que no fue portada.

El protagonista de esta historia es uno de ellos y como tal es tratado. Además, los reclutadores del ejécito iban detrás de los refugiados para enviarles a la guerra de Bosnia (aún en marcha pero no por mucho tiempo), como se ve en la película, de modo que se ve forzado a la práctica indigencia para huir de ellos. Todo es contado de forma edulcorada con constantes referencias quejumbrosas no exentas de ironía a la violenta Historia de estas repúblicas. Especialmente divertido es el momento en el que se le aparecen 'los serbios' que lleva dentro al protagonista -un campesino, un chetnick, un partisano y un futbolista- presentados por su madre, como no podría ser de otra forma.

Sin embargo, al margen de identificar lo leído, no queda gran cosa en la cuestión cinematográfica. El humor no es tan cáustico como nos tienen acostumbrados en estas latitudes y la trama no abandona el camino de lo obvio. Si bien, hay cierta poesía en ese mundo de fantasmas y antepasados con los que conviven los refugiados en su bendita inocencia, como dando cuenta de la magnitud de la barrabasada acontecida: algo difícil de asimilar desde la cordura.
Don Simón
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