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El héroe anda suelto

Thriller Cuando el viejo actor Byron Orlock comprueba que la vida real supera con creces la violencia de sus películas de terror, decide abandonar el cine. Sin embargo, el joven y ambicioso director Sammy Michaels lo convence para interpretar un último papel, muy distinto a los habituales. Mientras tanto, un veterano del Vietnam, que había sido siempre un hombre amable y cordial, empieza a sentir una enfermiza fascinación por las armas. En un ... [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2010
39 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escalofriante debut de Peter Bogdanovich, director que ahora descubro y ante el que me descubro por un comienzo de carrera tan espectacular. Sólo recuerdo un debut de semejante categoría con "12 hombres sin piedad" de Lumet.

Que el deleznable título español no les eche para atrás. Aquí no hay flipados del tres al cuarto. Se trata de un espeluznante retrato psicológico de un asesino en serie y en serio, muy cercano al estilo casi documental de "El estrangulador de Boston", como otros usuarios ya han comentado anteriormente. Pocos directores han sido capaces de crear una atmósfera tan inquietante retratando a una familia de clase media aparentemente feliz y normal. Sin embargo, de forma soterrada se palpa que algo no funciona en la cabeza del protagonista, con un exacerbado fanatismo por las armas.

Film trufado de guiños a la cultura popular (magnífica escena de cierre del autocine), así como guiños al cine clásico americano, especialmente a Howard Hawks, director que Bogdanovich idolatra (con esa certera frase "este sí que sabía contar historias").
Una película en la que más de un espectador se llevará una sorpresa con un magnífico Boris Karloff, quien en el ocaso de su carrera realiza su mejor interpretación en un papel dramático, admitiendo él mismo que siempre fue un actor de recursos muy limitados. Con este papel, se ha ganado mi respeto desde luego, y me queda la duda de lo que podría haber dado de sí de no haberse encasillado en el género del terror.

Con escenas de un humor negrísimo y referencias metacinematográficas a la sociedad de la imágen frívola y estúpida que emergía, la cinta anticipa además un cambio en la forma de entender la violencia en el cine. Obra de un artesano con exquisito gusto, que ama el cine como pocos en el negocio (sus famosas conversaciones con Welles y la reivindicación de la obra del gordito lo atestiguan).

La película favorita de la NRA, seguro.
tantra
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28 de junio de 2010
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me ha sorprendido de esta película es su pasmosa conciencia histórica. Cuando se estrenó en 1968 también se estrenaba “La noche de los muertos vivientes” de Romero, uno de cuyos méritos es el de renovar precisamente los monstruos del cine. No está lejos “Psicosis” de Hitchcock (y su monstruo Norman Bates) y a la vuelta de la esquina estaban por llegar “El exorcista”, “La matanza de Texas”, “Tiburón” y “Halloween”. Aún más cerca estaba la realidad. Justo cuatro meses después del estreno de “El héroe anda suelto”, Zodiac (el asesino real que inspiró al francotirador Scorpio de “Harry, el sucio”) cometió su primer asesinato constatado. “Taxi Driver” (inspirado, entre otras cosas, en un francotirador -Charles Whitman- que asesinaba al azar, según Paul Schrader) también transpira la misma obsesión por las armas. Todos esos monstruos vigentes aún hoy día nacieron en ese entonces. Y eso que Columbine (y sus subsecuentes películas) todavía estaba por llegar.

“El héroe anda suelto” se sitúa concientemente en esa coyuntura y se pregunta si todavía hay un lugar para los viejos monstruos (Drácula y Frankenstein, entre otros). Cuestiona toda una tendencia tradicional del género que abarcaba a los clásicos de la Universal, a la británica Hammer, el terror italiano y español de los 60. Abarca (y cuestiona) también el terror gótico de Roger Corman, cuya película “El terror” se hace pasar aquí como la última del protagonista Orlok (Boris Karloff). Efectivamente, su antagonista Bobby Thompson (Tim O’Kelly) es más terrorífico y real que cualquiera de esas películas. No es de extrañar, por otro lado. Si el público cambia, el cine también. Y no es sólo porque la realidad dicta. Se debe recordar que los 60 supusieron un cambio generacional que también afectaría al difunto star-system de Hollywood. El cine también debe saber estar.

A todo este respecto, siempre se recuerda el tópico de que “la realidad supera a la ficción”. No hace falta explicarlo. Pero el tópico deja de ser cierto cuando la fantasía se ubica con lucidez en medio de la situación histórica en la que nace. Y eso es lo que hace Bogdanovich con esta película. Porque el sentido epitafio que coloca sobre el viejo cine de terror se compensa brillantemente con ese final (ver spoiler) que hace pasar por real lo que es tan sólo ficticio. En otras palabras, invierte el tópico y hace que la ficción supere a la realidad.
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Especialista Mike
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12 de enero de 2011
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poca gente puede presumir de haber tenido un debut como director tan bueno como Bogdanovich. Targets es una película buena, entretenida, pero que además tiene un plus en forma de mensaje y reflexión sobre el cine, y el momento histórico que atraviesa.

Targets cuenta con unos diálogos y una interpretación muy bien llevados, muy modernos por su sencillez y falta de artificiosidad si se me permite. Además, el hecho de que Boris Karloff y Peter Bogdanovich (en el papel de Sammy) se estén de alguna manera interpretando a sí mismos, ya nos establece un cambio en la metodología de trabajo, una auténtica búsqueda de la autenticidad a través de la humildad).

Aparte de esto, la puesta en escena y la cámara me parecen muy bien resueltas, muy interesantes y dramáticas para estar hechas por un “novato”. Bogdanovich demuestra una gran intuición en este sentido, sabiendo discernir en todo momento “Qué quiere contar” y “de qué manera puede hacerlo mejor”. Memorable la familia mirando la tele en casa, o la secuencia en el Drive-in. Bobby fumando un cigarrillo en la oscuridad de su habitación cuando llega su novia.

Hilando muy fino, la única cosa que encuentro floja en el film se ve a través del montaje, pero quizá tiene su origen en el guión: hay una cierta falta de ritmo, es un poco un chicle que pierde su sabor cuanto más se lo estira. Esto puede ser debido al gran peso de los dos personajes (Orlok y Thompson), que se traduce en un montaje en paralelo eterno, que genera una buena tensión, pero que acercándose al final (a mí) se me hace insostenible. La sensación es de que avanzamos demasiado lentos hacia el gran final. Bogdanovich se empeña en no renunciar a ninguno delos dos personajes en ningún momento, está demasiado enamorado de ambos para mi gusto, aunque sea comprensible.
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Olivares
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31 de mayo de 2012
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brillante Ópera Prima dirigida por Peter Bogdanovich (The Last Picture Show, Nickelodeon) en una época de profundos cambios sociales así como en el seno de la industria cinematográfica; unos cambios que se ven reflejados en la película, ya sea de modo ensayístico (la figura del psicópata), descriptivo (la sociedad en proceso de cambio) o en forma de homenaje (la figura de Boris Karloff).

Bogdanovich elabora una escalofriante aproximación a la figura de un frío psycho-killer que, con una vida acomodada y una familia de lo más normal (salvando el componente kitsch que encierran las maneras de estos padres y esa esposa), un buen día decide coger una bolsa cargada con armas de fuego de todo tipo y, tras asesinar fríamente a su esposa, a su madre y al repartidor, emprende una estremecedora cacería, primero en una autopista muy transitada (una de las mejores secuencias de la película) y, después, en un Drive-in Movie Theatre (cine al aire libre), donde se proyecta la última película del legendario y ya anciano actor Byron Orlock.

Orlock es precisamente el otro gran piular que sustenta la película (y el verdadero héroe del desafortunado título de la cinta en nuestro país). Interpretado magníficamente por el mismísimo Boris Karloff, Orlock quiere dejar de hacer películas por encontrarse profundamente agotado (y no encontrar lugar para él en esa nueva era), pero asistirá por última vez a la presentación de su última película en el mismo drive-in en el que aterriza el psicópata.

Es en el personaje de Orlock donde vislumbramos todos esos cambios que sufre la industria del cine estadounidense de la época, basados en una reacción a las fórmulas caducas del Hollywood Clásico y a una voluntad de dejar atrás el cine hecho en los Estudios (la película que se proyecta de Orlock esta de hecho realizada en plató) y de centrar la atención en aquellas personas marginadas de la sociedad, aquellas que no tenían cabida en el Hollywood Clásico a no ser que se tratara de temática de pobreza; el psicópata en este caso no deja de ser un ser autoexcluido de la sociedad sobre el que Bogdanovich coloca su objetivo.

En Targets se está elaborando un discurso de dos fuerzas en choque, la que simboliza los valores clásicos ahora de capa caída (Orlock) y la que representa la locura y cierto nihilismo surgido del Baby Boom y de los profundos cambios de la sociedad estadounidense (el asesino).

Así, no nos queda más que quitarnos el sombrero cuando descubrimos que el discurso de
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kakihara
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28 de febrero de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta imaginar otra forma de cuasi terminar la carrera cinematográfica de Boris Karloff, una leyenda del cine de terror, en una película que se interpreta a sí mismo y en la que se marca un paso generacional, tanto de actores como de forma de filmar y crear terror al otro lado de la pantalla, ya que como bien expresaba Orlock él ya estaba viejo y anticuado y los monstruos ya eran otros. Magníficos los guiños al cine de terror de antaño y la historia que preparaba Orlock para la presentación de su película. Gran trabajo de Bogdanovich, donde enlaza dos historias aparentemente desligadas y que no teniendo nada q ver una con la otra se encuentran en el momento justo. Trabajo en el cual las interpretaciones sobresalen y ante la más que evidente falta de presupuesto y de medios.
Para finalizar, esta película manda un claro mensaje, basta un solo hombre de apariencia normal, para sembrar el caos; no hace falta que venga ningún monstruo de otro mundo o de otro planeta, ni que sea gigantesco, ni que sea invencible. Basta un solo hombre, para, con la frialdad suficiente, cometer las mayores atrocidades; atrocidades vistas cada día en nuestra sociedad sin necesidad de la ficción ni lo sobrenatural. Esta película simplemente nos intenta decir, que el miedo está a la vuelta de la esquina, en la puerta de nuestra casa; y que los monstruos que lo producen los vemos por la calle, e incluso hablamos o convivimos con ellos. Lo difícil no es vencerlos, sino saber que son monstruos para poder pararles. Eso sí que es terrorífico.
PABLO
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