Noche de pesadilla

El compositor musical Stan Grayson despierta una mañana empapado en sudor tras haber tenido una pesadilla. Mientras pasea por la habitación de su hotel irá descubriendo indicios de que el sueño de la pesadilla ha podido suceder en realidad.
¡Sí! sin duda me encantan estas películas desconocidas por la mayoría y que tan buen sabor de boca le dejan a uno. Partiendo de un notable guión, el también desconocido Maxwell Shane dirige con habilidad y tiento esta película. Y, si no necesitaba esa habilidad con el fenómeno de Edward G. Robinson, necesariamente la ha tenido que aplicar al personaje de Stan y, por lo tanto, con Kevin McCarthy. Porque Stan es, sin duda, no sólo el personaje principal de la historia sino el motor de la misma. En definitiva, si él resulta creíble, el espectador sufrirá con él y tendremos miedo de nuestras propias pesadillas. Y, como McCarthy está sensacional, al despertarnos en la mañana iremos corriendo al espejo a ver si tenemos alguna marca en el cuello.

Suspense, jazz, Lousiana, crímenes, bellas mujeres, noches de insomnio... Todo eso tiene esta estupenda película. A pesar de sus defectos es de obligado visionado.
El reparto, estupendo, con un Kevin McCarthy que transmite perfectamente esa estupefacción y esa confusión que aturde a su personaje durante todo el metraje, y también Edward G. Robinson a gran altura. Aunque estos papeles los tenía que hacer como si tal cosa es siempre admirable su intensidad y su naturalidad en todo momento.

Qué gran satisfación encontrarse con una peli a priori desconocida, y poco laureada, pero que tiene tanto que ofrecer.

Una pesadilla es el punto de partida, y lo de después...una buena muestra de cine negro y de intriga.

El factor onírico está bastante bien llevado a la pantalla y realmente la sensación de desasosiego llega a alcanzarte, en gran parte por la interpretación de Kevin McCarthy. Y como no podía ser de otro modo...el señor Edward G. Robinson haciendo un papelón, como nos tiene acostumbrados. Este tipo de películas le vienen como anillo al dedo.

La banda sonora está muy bien trabajada, y esa melodía que se repite...hace que entres en el "bucle" mental que sufre el protagonista. Muy acertado utilizar la música como elemento importante de la trama.

En resumen, una película muy recomendable.

En realidad esta película es un `remake' que reproduce casi plano a plano la primera versión que de este relato de Cornell Woolrich realizase Maxwell Shane 9 años antes con el título de 'Fear in the Night' (1947).

La única novedad es la introducción del jazz en la trama, al convertir al protagonista en clarinetista de una conocida 'big band' de la época, la de Billy May, que tiene varias secuencias en la peli. También su flirteo con una especie de mujer fatal a la que conoce en un garito nocturno, cuando está más agobiado, y que constituye para mí el mejor momento del filme aunque dicha subtrama no lleve finalmente a ningún sitio.

No es del todo mala película, pero si se compara con la primera versión, que acabo de ver también en estos días, me quedo con aquella y por eso he puntuado esta solo con un 5. En aquella el papel que aquí hace Kevin McCarthy lo desempeña bastante mejor De Forest Kelly, el inolvidable Doctor McCoy de 'Star Trek' (!), a quien siempre se le dio mejor poner cara de despiste y angustia que al otro, por mucho que este crispe el rostro.Y Paul Kelly, otro secundario de mil películas, hace allí el del cuñado policía del protagonista tan bien o mejor que Edward G. Robinson, aunque éste nunca esté del todo mal.

En definitiva, y como suele suceder con tantos 'remakes' también actualmente, se quiso mejorar el original con estrellas de más relumbrón e ingredientes que pudieran ser más atractivos para el espectador, siendo más que discutible la obtención de un mejor resultado y perdiéndose en muchas ocasiones, como en mi opinión es el caso, la frescura y espontaneidad de la primera vez.

Lo cierto es que esta fue la última vez en que Maxwell Shane, cuya ocupación fundamental en Hollywood fue la de guionista, fungió como director si se exceptúa un episodio posterior de la serie televisiva 'El Virginiano'.

Eso sí, para atraer público, se escogió para el papel de novia del prota a una cantante de jazz de la época, Connie Rusell, que para mí ha sido todo un descubrimiento, pues no solo cantaba casi tan bien como Anita O'Day sino que era muy bonita. Si uno investiga un poco verá que casi siempre interpretaba en las otras pelis en que estuvo a cantantes, su actividad principal en la vida real. Y que su carrera se malogró por el miedo que cogió a los aviones después de estar a punto de sufrir un accidente.También esta fue su última película.

No hay nada más angustiante que sufrir una pesadilla.
Bueno sí. Despertar y encontrarte con que la pesadilla, no es tal, que se ha adueñado de tu vida y que estás condicionado por cosas sobre las que no tienes ningún control y estás sólo y nadie te cree ni te comprende.
Estamos ante la adaptación de un cuento de Cornell Woolrich, escritor de novelas y cuentos policíacos y de misterio, que ha sido llevado a la pantalla en infinidad de ocasiones de la mano de grandes directores ( algunas auténticos peliculones) lo que ya constituye una garantía en sí misma.
Pero si eso fuera poco tenemos a Edward G. Robinson en el reparto como inspector de policía y cuñado de nuestro protagonista quien, con su pasmosa naturalidad, va a dotar a la historia de una gran credibilidad y que la va a acercar a la cotidianeidad realista que precisa el espectador para asumir su, improbable, argumento.
Pero, quizá, todo esto no fuera suficiente si el protagonista ( Kevin McCarthy), no defendiera bien su papel de hombre superado por las circunstancias, confuso, desorientado y angustiado, que se sabe culpable, aunque no sabe bien de qué ni por qué.
Shane, dirige con solvencia esta película instalándonos en la pesadilla junto a nuestro protagonista desde el minuto uno, en una atmósfera irreal, haciéndonos partícipes de su angustia y opresión que no nos abandonará en todo el metraje. ( spoiler)