Haz click aquí para copiar la URL

La mula

Drama A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra, solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece un trabajo aparentemente facil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl se convirte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper).
1 2 3 4 10 20 41 >>
Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
9 de enero de 2019
133 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me invitaron a ver la película y dudé. Las críticas que me habían llegado no eran muy halagüeñas. Siempre considerando a mi gusto que ninguna película de Eastwood es mala, hasta las mediocres son buenas, decidí aceptar el invite.
Me encontré con algo mejor de lo que esperaba (o me habían dicho). Sin ser una gran película de esas que marcarán la carrera de Clint, es una obra que suma a su ya muy buena obra.
La cinta te atrapa, la narración es muy apropiada, típico en sus obras, Eastwood nos va llevando por las narices, entreteniendo aún en los momentos en los que el guión hace muy pequeños baches. El ritmo aun siendo cansino, te invita a seguirlo, y lo acompañás gustoso y atento. Clint protagoniza (como siempre) a Clint, lo que no le quita ningún valor más que el de decir 'a este tipo lo tengo de algún lado'. En este caso compone un anciano ........ (no voy a decir de qué características) que no se agota en el componente humano de emociones esquivas o casi ausentes. Gracias a su humor tan ácido como encantador, redondea un personaje de esos para guardar en una galería personal, para bien o para mal, de 'tipos Clint'. Y, eso, a veces resta y, a veces suma.
Los que lo acompañan en el reparto, Fishburne, Cooper, Andy García y Dianne Wiest -en sus muy cortos roles-, cumplen sin más, pero la historia contada no les deja mucho qué hacer, quizás destacándose un poco en lo suyo Cooper. Es que es una película donde parece que Clint ocupara toda la pantalla con un personaje un tanto más grande que la historia contada.
En suma, aunque releyendo esta crítica hasta aquí, pareciera que tiene más bajas que altas, para nada es así, porque lo flojo es muy poco flojo y lo bueno es muy bueno. Mirala, no te vas a arrepentir y, quizás, sólo quizás, la incluyas en la lista de las 5 mejores de Eastwood, o entre las mejores 10 seguro, y tiene muchas. Lo que no es poco.
Cristian Crucianelli
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de marzo de 2019
110 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de Mula, Clint Eastwood se para en una carretera a ayudar a una familia que no sabe cambiar una rueda. Mientras les echa una mano, hace una broma con un insulto racial sin medir las consecuencias. La familia le corrige educamente al instante y él sigue sonriendo como si no hubiera ocurrido nada. Esta escena, chocante por la incomodidad que genera, resume a la perfección el fondo de la nueva película de Eastwood: un hombre conservador de noventa años en el mundo actual que se pone a sí mismo en tela de juicio.

Eastwood siempre ha sido la imagen más representativa del tipo duro en Hollywood. Pese a siempre haber contado con una sensibilidad asombrosa para el drama y ser capaz de asimilar los dilemas morales de los guiones para convertirlos en películas, a veces la caricatura del personaje ha invadido su propia figura. Sobre todo estos últimos años, Eastwood está considerado como un tipo de otra época: un hombre blanco con privilegios que estallaba en cólera contra Obama y contra el lenguaje inclusivo. Salidas de tono capaces de enturbiar la imagen que tenemos de un director que ya ha demostrado en varias ocasiones su empatía y su humanidad.

Humanidad, precisamente, es una palabra clave al analizar Mula. La película empieza a principios del nuevo milenio. En una convención botánica vemos a Eastwood presentar sus flores que sólo duran un día. Al mismo tiempo, ve cómo un comercial muestra a los asistentes cómo funciona la venta por internet. Quince años después, el mismo jardinero de casi noventa años, cesa su negocio por la pérdida de clientes que ahora compran online. Un problema de actualidad que Eastwood denuncia como cineasta, contrariamente a la alta política americana.

Pero no termina ahí el asunto. El protagonista es un tipo antipático. Un hombre que no va a la boda de su hija para poder asistir a un concurso de jardinería. Lejos queda el Eastwood heroico de Leone y de Harry el sucio. En Mula el protagonista es un hombre imperfecto, con grandes defectos, para nada alguien digno de admiración y por ello, humano. Además, es un tipo que se convierte en traficante para poder sobrevivir. Pese a que el primer trayecto es narrado con gran tensión, dado que la policía nunca va a parar a un hombre blanco de noventa años para abrirle el maletero, el hombre enseguida le coge el gusto al trabajo que se convertirá en un placer más que en una necesidad. Su ética, por tanto, tampoco se la puede considerar intachable.

Pese a todo, acabamos demostrando simpatía y comprensión por el anciano, por increíble que parezca. Se trata de un rebelde en nuestro mundo automatizado. Va a su ritmo, sigue sus caminos, no obedece ningún patrón meditado. Traficantes y policía siguen esquemas como autómatas y rutas predecibles fáciles de interceptar, pero no nuestro antihéroe. Él es capaz de desviarse de la autopista para comer en un diner de un pueblo remoto. Puede tardar días en finalizar el encargo por haber seguido sendas antiguas que atraviesan pequeñas ciudades. Es un hombre de otra época que no encaja en la actualidad, pero también un nómada libre de la locura del nuevo milenio. Al igual que el Eastwood director, que nos muestra unos Estados Unidos que conoce pero que también cambian, con la violencia policial y el racismo en aumento.

Este acercamiento a la cuestión humana no es nada nuevo en los últimos trabajos del cineasta. En banderas de nuestros padres ya analizaba el sufrimiento tras la imagen del héroe, pero donde mejor ha sabido abordar este tema ha sido Sully. La historia real del piloto que realizó un aterrizaje forzoso en el Hudson sin cobrarse una sola víctima. Eastwood, más que elevar la figura del prodigioso aviador, decidió centrarse en el posterior juicio al que fue sometido. La compañía demandó al piloto por no volver al aeropuerto tras la avería. Efectivamente, en el juicio, tres equipos de pilotos distintos al frente de un simulador de vuelo que recrea el accidente son capaces de volver a tres aeropuertos distintos. Sin embargo, Sully se defiende de la mejor manera: el factor humano. Treinta segundos de pánico e indecisión que una persona puede sufrir ante una urgencia. Es entonces cuando los tres simuladores fallan por falta de tiempo y se estrellan.

En un mundo cada vez más automatizado, el factor humano cuenta. Sobre todo en el cine.

hommecinema.blogspot.com
harryhausenn
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de enero de 2019
67 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas, Clint Eastwood es el gran sucesor del cine de John Ford, y aunque él mismo haya dedicado su obra más galardonada, Los Imperdonables, a sus más importantes maestros, el italiano Sergio Leone y el norteamericano Donald Siegel, esa impronta de cine clásico que ha acompañado toda su obra, tiene sus raíces en la obra fundacional de Ford.
La Mula es una vuelta a ese cine. Una narración clásica sin fisuras, con una introducción, un desarrollo en capítulos, y un gran final, que protagonizan el propio Eastwood y un sexteto de grandes actores (Bradley Cooper, Andy Garcia y Laurence Fishburne) y actrices (Taissa Farmiga, Diane Weist y Alison Eastwood) que le dan apoyo a su actuación, de hecho, una de las más conmovedoras de toda su larga vida como actor.
No obstante, pese al clasicismo del relato, no es el relato lo que atrapa al espectador sino las múltiples derivaciones y reflexiones que provoca el mismo film. Eastwood interpreta a un floricultor octogenario, veterano de la guerra de Corea, que después de haber conseguido cultivar la flor más bella, al cabo de unos años, su vivero cae en la quiebra como consecuencia de la disminución de la demanda de flores naturales. Como consecuencia de ello, comienza a usar su camioneta para realizar fletes que terminan transformándolo en una mula de la droga.
Sería una pena quedarnos en la superficie del relato porque el mismo da lugar a diversas interpretaciones. En primer lugar, Earl Stone, el personaje que interpreta Eastwood es un hombre que ha trabajado toda su vida y ha desarrollado una pasión: la floricultura. Así como una flor se cultiva, florece y marchita muere, de la misma manera transcurrirá la vida de este hombre, como la cualquier otro hombre. Earl Stone, se encuentra en el ocaso de su vida. Su vida de floricultor ha terminado simplemente por una cuestión de mercado.
Eso que parece una actividad común no es tan simple. Earl es un trabajador independiente. No forma parte de una relación laboral de dependencia que tenga un destino jubilatorio. Por el contrario, su trabajo se desarrolla dentro del marco de un proceso económico general que debe interpretar correctamente y donde la tecnología y la moda imponen con rigurosidad la necesidad de un cambio permanente, siendo la velocidad de dicho cambio el factor que complica la cuestión al sustituir gustos y tendencia con rapidez, pero sobretodo, generando el riego de la cesantía de mano de obra humana reemplazada por tecnología y robotización. En otras palabras, provocando desempleo del ser humano.
El film de Eastwood, basado en un buen guión de carácter periodístico escrito por Sam Doniv, con suma inteligencia elude la descripción de procesos laborales pero muestra las consecuencias de sus cambios. Su personaje abatido por la realidad, desocupado busca trabajo y solo encuentra el de una mula. Es decir, el trabajo de un chofer que primero intuye y después corrobora, manejará para la mafia: será un transportista de droga.
Así el film avanza viaje por viaje de la mula, por un lado, detallando la involucración del personaje en un mundo que le es ajeno, que lo vuelve un marginal y un delincuente, un fuera de la ley cuya nueva actividad, a medida que va ganando la confianza de sus nuevos patrones, lo ayuda cada vez mejor a ganarse la vida. Por otro lado, describiendo a través de pequeños detalles la marginalidad creciente, una situación económica que genera menos puestos de trabajo legales incrementando la demanda de mano de obra ilegal. Una cruel paradoja.
Parábola sobre la precariedad del trabajo, el film se transforma en la descripción del ocaso de una vida laboral. No obstante ello, la visión optimista de Eastwood, nos deja un gusto agridulce. Su personaje es un hombre sufrido, un luchador que cree en sí mismo, se adapta a los cambios, y sigue adelante aunque la sociedad lo margine, lo juzgue, lo culpe y no entienda que este hombre es uno de aquellos que no solo se ha hecho a sí mismo sino también es producto de las circunstancias que ha vivido.
Otra vez el gran Clint llega al límite de la tragedia a través de la angustia. Su nuevo personaje es un anciano inmerso en una sociedad en cambio permanente. Film emparentado con Gran Torino, su película de 2009, encuentra en Sam Doniv un opuesto de aquel Walt Kowalski, un hombre dispuesto a hacer justicia por mano propia. Por el contrario, Doniv es un trabajador que queda fuera de la ley porque necesita trabajar, no encuentra un trabajo legal, y termina por someterse a la ley, por más dura que ella sea. En ambos personajes y como en toda su extraordinaria filmografía, su personaje vuelve a ser un solitario al que le cuesta mucho mantener una familia, y que dentro o fuera de la ley siempre busca un sentido de justicia y reconciliación.
Charly Barny
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
26 de enero de 2019
44 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 88 años, Clint Eastwood vuelve a dirigirse en otra película que, como diez años atrás en ‘Gran Torino’, parece ser parte de su testamento fílmico conteniendo mucho de si mismo en la historia y su personaje, que se permite además mostrar una mirada crítica a la actualidad de su país y pasando por encima de la corrección política que se vive hoy día.

Basada en una nota periodística, Eastwood interpreta a Earl Stone, un hombre de 90 años que se dedica a cultivar flores y pasearse por convenciones donde además de ser premiado, recibe el cariño de todos los presentes, pero con una mala relación con su familia, por su obstinación con el trabajo y anteponer cualquier actividad por encima de los compromisos familiares.

Ante la imposibilidad de adecuarse a los nuevos tiempos y ante la irrupción del internet en detrimento del desarrollo de su negocio, Earl se ve forzado a aceptar trabajar como “mula” para un cartel mexicano, es decir, transportando drogas en su vehículo.

Eastwood construye un relato de la manera más clásica, partiendo de una sencillez poco habitual en el Hollywood de hoy día, con una historia donde el personaje y su desarrollo es lo más importante, lo cual se da sin estridencias desde la esperada tensión a partir de su peligroso trabajo, la cual se presenta en la dosis necesaria, y su paulatino progreso con el conflicto familiar, lo mismo sucede con el retrato que muestra de los narcos, lejos de la glorificación tan de moda.

A pesar de ser una historia protagonizada por un hombre de 90 años, el progreso del argumento consiste en lo que él va a aprendiendo en el camino hacia su redención personal, usando a su favor las bondades que le permite un personaje con sus características, como es un tipo incapaz de adecuarse a los cambios tecnológicos, lo mismo sucede con su comportamiento, un hombre de tan avanzada edad ya no se adapta a estos nuevos tiempos de tanta corrección política y se expresa de la manera tradicional hacia ciertas minorías sin que ello signifique que sea racista, en una aguda y sutil crítica cargada de humor.

Eastwood es el último de los directores clásicos y sabe que cada película realizada en estos tiempos contribuye a su legado y testamento fílmico, tal como pasaba en ‘Gran Torino, película escrita también por Nick Schenk, el director parece hablar de si mismo y lo hace desde una narrativa poderosa y funcional sin necesidad de recurrir a artilugios ni ampulosidades.

https://tantocine.com/la-mula-de-clint-eastwood/
Quique Mex
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
18 de marzo de 2019
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El refranero español nos recuerda: ‘nunca es tarde si la dicha es buena’. Y este parece ser el tema central de esta cinta crepuscular con la que nos obsequia un ya casi bíblico – en el mejor y más agradecido de los sentidos – Clint Eastwood. Cuando estás de vuelta de todo y echas la vista atrás te das cuenta de que quizás deberías hacer algo para enmendar los errores del pasado y reconciliarte con la vida y con las personas que te han querido a lo largo de tu zigzagueante deambular terrenal … antes de que pudiera llegar a ser demasiado tarde o del todo inútil emprender semejante filigrana o labor de orfebrería. Porque los únicos lamentos que nos llevaremos a nuestra tumba serán nuestros errores, nuestras omisiones, nuestra incapacidad de enmendar yerros o enderezar entuertos. No haberlo ni tan siquiera intentado sería nuestro merecido infierno.

Quizá se le pudiera reprochar a esta cinta que sea demasiado lineal, monocorde, previsible e inocente. Quizás. Pero la verdad es que, pese a la mínima trama, el obstinado desaliento y repetición de los caminos transitados, a la reducida tensión dramática del metraje, al hieratismo perseverante de su protagonista, a los lacónicos y manidos diálogos que producen hasta cierto sonrojo y a la turbulencia familiar que de puro tópica y resobada casi resulta una afrenta al espectador… pese a todo los pesares que pudiera yo ahora enumerar – y seguro que se me olvida alguno en el arbitrario listado precedente – la verdad es que la trama funciona, la historia nos llega y el clímax se alcanza como por embeleso o arte de birlibirloque: las piezas del moroso y tenaz rompecabezas encuentran su atinado acomodo y hasta nos dejamos conmover y emocionar por un desenlace que no por presentido – y casi inevitable – deja de estar bien construido y astutamente interpretado. Son las prerrogativas del pícaro perro añoso que encuentra en la facilidad su anhelada felicidad.

Algunos repiten que estamos ante la despedida de Clint Eastwood como actor: a punto de consumar los 89 años de vida, este siempre postergado y nunca del todo consumado adiós parece más una obviedad física que no una voluntariedad anímica … pero siempre nos ha sorprendido este artero humanista del séptimo arte, con su infatigable rosario de grandes obras desde hace más de sesenta años, tanto delante como detrás de la cámara (e incluso simultaneando cometidos). Pero ¿qué mejor que el relato redentor de un antihéroe que consigue ser perdonado y reconciliarse con sus seres queridos para cerrar su calvario íntimo y completar su ansiada salvación?

Y a buen seguro que este parsimonioso broche de oro pudiera haber sido algo mejor, pero que tal y como está, hace justicia a su dilatadísima carrera.
antonalva
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 10 20 41 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow