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Bolívar soy yo

Comedia Santiago Miranda (Robinson Díaz) es un actor que, obsesionado con el papel de Simón Bolívar, termina creyéndose su personaje. En esta confusión se ve inmiscuida Alejandra Bernardini (Amparo Grisales) la diva que interpreta a Manuelita Sanz en la telenovela que juntos protagonizan. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2006
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película colombiana sobre un actor que representando en una telenovela al revolucionario venezolano, Simon Bolivar, llega a creer que es él mismo, o eso parece. A pesar de ser divertida a ratos e incluso bastante ingeniosa y con frases críticas en muchos momentos, no deja de ser finalmente un divertimento sin más, y yo creo que había historia para mucho más. Aún así entretenida y de agradable visionado.
Pappoe
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16 de mayo de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un actor que se cree Simón Bolívar, pone en jaque a todo un gobierno. La película cuenta la historia de Santiago Miranda (Robinson Díaz), un actor que representa a Simón Bolívar en una telenovela, y que se mete tanto en su personaje que termina por creer que es El Libertador.

Las cosas se complican cuando el Presidente de la República lo invita a que participe en una cumbre de Jefes de Estado. A partir de ese momento la historia toma un giro tan inesperado, que hasta los miembros de un grupo guerrillero se ponen a órdenes del falso Libertador. Es una historia que se mueve entre la verdad y la ficción.

El film tuvo un presupuesto $750,000. La película participo en seis festivales de cine, recibió nueve nominaciones a diferentes premios, de los cuales gano seis de ellos; “Festival de Cine de Bogotá, Colombia”, “Festival Elcine - Encuentro Latinoamericano de Cine, Perú”, “Festival Internacional de Mar del Plata, Argentina”, “Rencontres Cinémas d'Amérique Latine de Toulouse, Francia”, “Festival del Cinema Latinoamericano di Trieste, Italia” y “Festival Internacional de Cine de Valdivia, Chile”

La historia del guión es inspirado en un hecho real. Existió una serie de televisión en Colombia, que se llamaba “Bolívar, el hombre de las dificultades”, era la biografía de Bolívar, desde la cuna hasta el sepulcro, con un actor cuyo nombre era Pedro Montoya.

El actor se identifico grandemente con el personaje, al grado que el personaje lo persiguió y él no se volvió a quitar el uniforme, iba a todo sitio y lugar como si fuera Bolívar.

Pero eso no era lo más grave, lo realmente grave era que el país lo tomaba como tal, lo invitaban a campañas políticas con fines demagógicos, lo llamaban a coronar reinas de belleza, a desfiles militares y la gente en la calle le pedía cosas, y no se sabía si se las pedían al actor popular o se las pedían a Bolívar.
operez
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7 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1981, el ahora famoso director Jorge Alí Triana, quien venía realizando un programa de televisión conocido como “Revivamos nuestra historia”, hizo una serie titulada “Bolívar, el hombre de las dificultades”, en la que contrató a Pedro Montoya para que representara al Libertador. Se contaba después, que el actor se tomó tan en serio su papel que, mucho antes de empezar a rodar, ya hablaba y actuaba como Simón Bolívar. Aunque Montoya –fallecido en el año 2004- siempre negó esto, hay varias anécdotas que confirman que cada tanto se le salía el Bolívar que llevaba dentro e incluso siguió vistiéndose como él ocasionalmente. Y fue mucha la gente que, en la calle y en diferentes sitios, lo trataba como si fuera el mismísimo Libertador. Por ejemplo, la escena del aeropuerto es fiel a la realidad.

Este suceso, sería la fuente que retomaría Triana para continuar la labor cinematográfica que ya había iniciado con “Edipo Alcalde”. Y el cuento parte de una novela que se está grabando con un actor llamado Santiago Miranda que representa a Bolívar, pero éste decide oponerse rotundamente a que el libertador termine fusilado, porque “eso no corresponde con la realidad de los hechos”. Entonces, la acción se desenvolverá en una entremezcla de realidad y ficción, "locura" y lucidez, "desvarío" y manipulación, que juegan como excelentes escudos para lanzar un gradual y largo discurso contra el maltrato al Libertador y la incompetencia de nuestra clase política para proseguir los ideales del hombre que soñó con ver a Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, convertidas para siempre en una sóla y fuerte república que se conocería como “La Gran Colombia”.

Resulta contundente el alegato de Santiago-Bolívar cuando, ante el presidente y otros dirigentes del país, exclama entre otras cosas:”Ustedes no hacen política, ustedes hacen teatro (…) Mi nombre ha sido utilizado para ponerle nombres a colegios mediocres, a hospitales que no sirven y a constituciones que no se aplican”.

Se lanzan dardos, se muestran las infames tragedias que afronta el país cada tanto, y el nuevo Bolívar, al que la gente del común acoge, la guerrilla decide secundar, y los militares temen dar de baja por el significado que podría tener para sus seguidores, se convierte en noticia para dejar sentado que, por más que se pretenda reducir al Libertador a frías estatuas en los parques, aún su ideario sigue vivo y hay quienes creen que, por nada del mundo, se puede dejar morir.

Jorge Alí Triana ha hecho un filme con significado.
Luis Guillermo Cardona
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10 de septiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces me he topado con una película tan dificil de catalogar. Primero hay que hacer la salvedad de que la historia parte de un hecho parcialmente real, existió un culebrón sobre el libertador, y el protagonista se obsesionó realmente con el papel haste el punto de seguir vistiendo como el personaje aún después de terminada la filmación, y esto fue aprovechado incluso por políticos para invitarlo a actos oficiales, y de campaña para usarlo demagógicamente (la escena del aeropuerto parece haber sido tal cual). Ahora la película en sí. La primera parte centrada practicamente en el entorno del culebrón, de pésima calidad como siempre, con diálogos ridículos y personajes aún más, con declamaciónes que producen dolor de estómago, hasta que se desata el conflicto en sí. A partir de allí, el director juega con una mezcla de, podríamos decir realismo mágico, surrealismo, juego ficción-realidad, teatro del absurdo y culebrón de a ratos. Y el mensaje es muuuuyyyy potente. Pienso que al director se le fue de las manos, no supo como resolverlo, y terminó envuelto en una vorágine que... resolvió a las apuradas. Debería haber dosificado un poco las partes de puro culebrón (el personaje de la madre es tan ridículo que es digno del Oscar a los peores de la historia de los culebrones), incluso con esa noviecita que también raya en lo ridículo, pero no se puede criticar la actuación de las actrices porque tal vez es adrede asi. Pero repito, con todas estas salvedades, el mensaje es tan potente... que llega igual. Aunque podría haber sido mucho mejor.
ulderick
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