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Le petite mort

Terror Tres amigos planean unas idílicas vacaciones en España (Mallorca), al llegar a Frankfurt donde deben realizar el transbordo, deciden que disponen del tiempo suficiente para darse una vuelta por las calles de la ciudad germana. Llegado el punto, entraran en un bar donde la cortesía y hospitalidad no será tan manifiesta como cabía esperar. Pronto descubrirán las sádicas intenciones que sus improvisados anfitriones les tienen preparados. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas ordenadas por utilidad
8 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jail´s, este es el nombre que aparece en el letrero del garito de mala muerte en el que se meten los tres jóvenes protagonistas de ”La petite mort”. Sin saber ni cómo ni porque aparecen aquí, en una zona abandonada de lo que parece un antiguo polígono industrial con construcciones de ladrillo visto, un sitio de lo más desolador para que estén de paseo tres jóvenes turistas alemanes.

La verdad es que la trama de “La petite mort” deja mucho que desear y es más de lo mismo: jóvenes secuestrados y torturados hasta la muerte. El guión está muy poco trabajado, es más, diría que es penoso, pero necesario porque si no estaríamos ante un producto todavía más deleznable, sin ningún tipo de incentivo salvo ver un catálogo de torturas y ensañamiento malsano contra tres pobres chicos un poco despistados. Las actuaciones tampoco son para tirar cohetes.

Nada es destacable en el film, salvo los magníficos y desagradables efectos especiales de Olaf Itennbach, conocido artesano de estas lindezas en el gore alemán, en un trabajo soberbio donde el espectador tendrá la impresión de estar viendo una snuff movie en toda regla.

Película enfermiza e insana donde las haya, en la cual desde que penetramos en el palacio del dolor nos introducimos en un mundo donde sabemos que no nos gustaría estar. Las imágenes de las estancias y los pasillos transmiten un mal rollo agobiante, todo esto antes de meterse las tres cachondas que la habitan en faena, una supuesta madre y dos hijas, todas enajenadas y dispuestas las hijas a infringir dolor y la madre a lucrarse con ello. El espectador en todo momento se siente incómodo y a disgusto, salvo que sea tan enfermo como el tarado para el que preparan un show por todo lo alto.

Salvo que se sea un fanático del ultra gore más radical, y aún así, dudo que la película entusiasme a nadie. La sensación de asco que genera es tal que cuesta librarse del mismo. Realmente Marcel Walz ha hecho un producto desagradable del que en más de una ocasión he retirado la vista de la pantalla.

Y que el título sobre todo no engañe a nadie como referencia a un posible período refractario que ocurra después de un orgasmo sexual. Esto no va a ocurrir, salvo que el grado de enajenación del espectador sea considerablemente elevado.
juanjo_torpdo
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