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System Crasher

Drama En su salvaje búsqueda de amor, la enérgica e indomable Benni, una niña de 9 años abandonada por su madre y que vive en una familia de acogida, lleva a todos a su alrededor a la desesperación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
25 de noviembre de 2019
28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, a lo largo de su historia, siempre ha encontrado en los adolescentes problemáticos un filón con el que hacer grandes películas. En el caso que nos ocupa, la directora alemana Nora Fingscheidt nos trae a nuestras acomodadas vidas "System Crasher", la historia de una niña de 9 años cuyo temperamento trae a todos los que están a su alrededor por la calle de la amargura.

Bennie (increible Helena Zengel) va de un centro de acogida a otro, sin que sean capaces de dar con la tecla que calme su furia interior. Su madre, inestable emocionalmente, la ha dejado al cuidado del estado y sus abnegados funcionarios. Entre todos ellos destaca la señora Bafané (Gabriela María Schmeide), la cual busca incansablemente hogares de acogida para la pequeña y Micha (Albretch Schuch) su guardaespaldas para llevarla al colegio, quien se involucra muy activamente en el intento de salvar a Bennie.

La película está rodada de forma muy inteligente, con muchísimo talento, mostrando desde el principio los efectos que los diferentes traumas infantiles han causado en la pequeña Bennie, pero diseminando muy poco a poco durante el metraje las causas que han provocado el estado mental actual de la niña, la cual tiene tanto amor como furia en su interior.

Se trata de una historia dura, pero muy emocionante, que cala al espectador hasta lo más hondo de su ser. El cual, además, se enfrenta a un personaje que puede parecer odioso al principio, pero que enseguida cautiva, gracias sobre todo a la excepcional interpretación de la niña Helena Zengel, quien logra transmitir de forma excepcional las dos caras de este maravilloso personaje. El guión, de la propia directora Nora Fingscheidt sorprende continuamente, a pesar de transitar en algunos momentos por parajes muy transitados para cualquier cinéfilo.

El broche de oro a la película lo pone el tema "Ain´t got no" perteneciente a la Opera rock "Hair" e intepretado por otra ilustre rebelde, Nina Simone. Yo les incito a que se acerquen a conocer a Bennie, estoy seguro que les robará el corazón, eso sí, tengan en cuenta que poco después de robárselo, lo romperá en mil pedazos.
Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
Celuloide
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22 de octubre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los gritos desgarradores de la protagonista de System Crasher (2019), en alemán originalmente Systemsprenger, sumergen al espectador en el mundo de desamor que atraviesa una niña de 9 años que sufre caóticos ataques de ira y no logra integrarse ni a su familia ni a los hogares provistos por los servicios sociales.

Por Nicolás Bianchi

Benni, maravillosamente interpretada por Helena Zengel, es una niña de 9 años que es un terremoto de ira y falta de conducta. Carga con algún trauma de sus primeros años que provoca que cada vez que un desconocido le toca la cara ella estalle como una bomba atómica cargada de ira. Insulta, escupe, se pelea con otros niños y niñas, agrede, y rompe todo lo que encuentra a su paso. Así, vive de hogar en hogar, sin poder ubicarse ni retomar la vida con su familia.

Desde el título, System Crasher, dirigida por la alemana Nora Fingscheidt, propone observar una deficiencia en el sistema de asistencia social, pero también en la sociedad, y puntualmente en la familia de la que proviene Benni. Pero no en tono de denuncia sino a modo de observación. El Estado puede proveer de recursos materiales, educación y salud, pero difícilmente logre dar amor. Tampoco se les puede pedir tanto.

No es una cuestión de cursilería sino lo que marca al personaje central de la película. Ella necesita una contención y afecto incondicional, que su madre Bianca (Lisa Hagmeister), no solo no puede afrontar, sino que además es un esfuerzo al que parece haber renunciado. El peso recae entonces en los servicios sociales, los hogares de acogida y los posibles voluntarios que surjan para darle a Benni un hogar.

Del lado de la asistencia estatal quien lleva el caso es la supervisora Bafané (Gabriela María Schmeide), una de las pocas personas a las que Benni respeta. Para ella es algo así como una abuela, aunque los empleados estatales no deben involucrarse personalmente con los sujetos que atienden. El rol más importante, dentro de este grupo de personajes, es el de Micha (Albrecht Schuch), un joven que es designado como guardián de la niña que no puede ser dejada sola prácticamente en ningún momento de su vida.

La película es, en parte, una oda al trabajo de los asistentes sociales que enfrentan situaciones extremas con niños que están al borde del abismo. Sin una sola mención explícita, el relato deja claro que los reformatorios, la delincuencia y las adicciones están a apenas un puñado de pasos de dónde está Benni. Solo hace falta que transcurra un poco de tiempo y la niña se convierta en adolescente.

En esa exploración de opciones para un caso que no se puede controlar también se siembran algunas dudas sobre la medicalización. Es que cuando Benni estalla recurrentemente la crisis termina en hospitales, con amarras y medicamentos, aunque como lo que es analgésico, quizás sirva para calmar el dolor pero no para atacar al problema.

El drama social que propone Fingscheidt es tan vibrante como su protagonista principal. La película no tiene calma porque Benni tampoco la encuentra. Y la pregunta sobre su destino se hace cada vez más grande y sostiene el interés sobre lo que se cuenta. Los ataques de ira son exhaustivamente mostrados al principio para luego ser contados con mayores sutilezas visuales. Pero todo es cada vez peor y hasta los más esforzados trabajadores sociales se ven inclinados a bajar los brazos.

Todos querrán renunciar menos la película, que siempre le da a Benni eso que tanto quiere, esa atención sin condiciones. System Crasher es un relato sobre una niña que no se puede adaptar a la vida en sociedad. También sobre los límites de la asistencia estatal, y las deficiencias de las familias. Se trata de un gran arrebato de furia, como los que atraviesan a la niña, pero contado con mucho amor. El principal asterisco que se puede señalar está también relacionado con la incertidumbre que genera Benni. Su historia turbulenta es de final incierto y el film opta por huir de una conclusión, como hace la niña cada vez que algo no le gusta.
El Golo Cine
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18 de abril de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Benni es una niña de nueve años, que vive entre centros y familias de acogida, siempre temporales debido a su agresividad. Lo que quiere Benni es vivir con su madre y sus hermanos, pero su madre (irresponsable), no es capaz de soportar los ataques de ira y violencia de su hija. Para los propios servicios sociales es un caso de fracaso colectivo al no hallar la fórmula para mitigar esa agresividad y encontrar un lugar estable donde pueda vivir y educarse. Siempre flota la impresión de la utilización por la niña de sus ataques para conseguir sus propósitos. Ella es víctima, pero todos los que la rodean, también lo son.

(Aprovecho para alabar el trabajo tan profesional e intensivo de los servicios sociales en Alemania, donde seguramente pagan los impuestos que hay que pagar para que estos atiendan con dignidad a todos los que los necesitan. Fin de la digresión).

El film, con estos elementos (estos mimbres) podía haber discurrido por caminos más trillados. Pero no es así. La escritora y directora Nora Fingscheidt, conoce o se ha sumergido de cabeza en estos temas, pues hace un retrato objetivo de los educadores, de los niños y niñas en esta situación de acogida, y hasta (en este caso) de la madre irresponsable (en mi opinión). Ha evitado caer en lo melodrámatico, o en la "heroicidad" de los trabajadores sociales... No son máquinas, y se muestra su dedicación abnegada, pero también sus desfallecimientos, dudas, renuncias...

El film se mueve entre los picos de de los ataques de agresividad y los momentos de tregua en que la niña y los cuidadores parecen haber alcanzado cierto avance, un lugar de encuentro, una terapia adecuada... Pero la ruptura, el sobresalto, el fracaso, están siempre ahí...

La directora ha sabido equilibrar estos momentos, llenarlos de autenticidad. El trabajo de la actriz (Helena Zengel), es imprescindible para conseguir ese objetivo. Siendo una película "naturalista", elementos como el cuidado en las tomas, el color o la música tiene una gran importancia como referentes simbólicos.

El final (que es una mera continuidad), representa un momento de falsa libertad o euforia, con una imagen congelada y rota... Es una espita de respiro para el espectador.

Mi secuencia preferida es el de la niña abrazada a un perro en su caseta. Realidad o ensoñación representa esa búsqueda de afecto desesperada de Benni.

La película obtuvo el "Oso de Plata" y el "Premio del Jurado" en Berlín 2019.
GonzaloyGracias
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7 de noviembre de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Infancia complicada

La educación es uno de los factores imprescindibles en la formación de la sociedad. En especial, durante su infancia, momento en el que se sientan las bases, que más tarde se desarrollarán. Nora Fingscheidt, sin embargo, analiza una de las situaciones más complicadas, donde se sumerge en la vida de una niña de 9 años con graves problemas de ira. Desde el principio, Systemsprenger (System Crasher) establece un retrato muy humano a su alrededor y en ella misma, lo que permite que haya una conexión muy personal entre todos ellos. Incluso, se deshace de estereotipos que tomen más distancia en el propio concepto de la psicología de la protagonista. De esta manera, le permite ahondar en cómo el sistema se encuentra perdido ante situaciones que merecen una especial atención y la verdadera incomprensión para hallar el camino a seguir.

Aún así, no es una crítica hacia los educadores que forman parte de este sistema. Por este motivo, hay un trasfondo en el que se ven las distintas perspectivas que buscan esclarecer cómo intentar solucionar problemáticas de dicha índole. De igual forma, hay escenas en los que hay una gran dureza en el nivel de violencia que se narra en la acción y en el contexto sociofamiliar, bien plasmado, fuera de edulcorantes. Por lo cual, hay que valorar el riesgo y dar matices muy férreos, mostrando esa dualidad. Se aleja del maniqueísmo en el que se pudiera caer. Así, hay escenas que son un auténtico golpe en la mesa, emotivo y desgarrador, frente a momentos de ternura y alegría. El problema al que se enfrenta el libreto es extenderse en el tiempo en demasía, rebajando el impacto y difuminándose la fuerza en esas ocasiones concretas.

*Control de comportamiento

Una de las gratas sorpresas de Systemsprenger (System Crasher) es la gran interpretación de Helena Zengel, que con apenas 11 años, entonces, ofrece un trabajo actoral de un nivel profesional con una calidad exquisita. Para comenzar, se mueve a la perfección en la carga dramática que hay en su personaje, extrayendo desde su interior y emanando de su expresividad las luces y sombras que abrazan esa vorágine emocional. Gracias a la sensibilidad artística con la que se mete en la piel de Benni, deja una interpretación cruda, sin aditivos. Sin perder un ápice de realismo y verosimilitud. Es un reto muy complicado no caer en un histrionismo exagerado, lo que podría crear cierta animadversión y lo cumple. Por lo que, hasta el final del film soporta el peso del mismo, y permite que sus compañeros de reparto brillen junto a ella, con la sintonía que mantiene con ellos.

Albrecht Schuch también triunfa en la cinta, con una interpretación que va de menos a más, con unos niveles de emoción que le dejan lucirse en su trabajo como actor. De igual forma, se ve su presencia escénica, que viene acompañada de una fuerza que compensa el nivel de energía que presenta Zengel a lo largo de toda la película. Asimismo, aflora en su actuación situaciones duras, pero sin perder la concentración y ejecutando la acción de manera orgánica. Por otro lado, Gabriela Maria Schmeide es pura ternura. Da ese contrapunto más positivo, pero también protagoniza una de las secuencias más contundentes, que expresa la identidad del propio film. Por último, Lisa Hagmeister se rompe ante la cámara, aprovechando esa fragilidad, dotándola de una humanidad contradictoria. En resumen, en su conjunto, el reparto es infalible y con una delicadeza importante de observar.

*La estridencia del dolor

Al igual que su principal protagonista, Systemsprenger (System Crasher) sigue un esquema visual lleno de potencia y de intensidad. Un movimiento constante. Hay una extraordinaria comunicación entre el libreto y la composición visual. El espectador queda prendado de toda esa energía, que dispone en una fotografía cotidiana, pero perfilando ese universo de violencia y de ferocidad. También hay una predominancia de los colores fríos, en especial, los azules y blancos, que reflejan esa tensión y tirantez en el ejercicio plástico. Lo mismo sucede con la elección de los escenarios, incluyendo aquellos que se desarrollan en exteriores. No es coincidencia que la nieve y lo salvaje aparezcan, dejando esa dualidad simbólica de la paz y a la vez de lo desbocado. Ese ying-yang artístico fluye de una manera robusta.

La simbología alrededor del personaje de Benni, como el abrigo rosa, o su inseparable muñeco, dejan constancia de seguir identificando su personaje con la infancia a la que debe hacer frente. El público relaciona fácilmente estos pequeños detalles, que dibujan esa parte más inocente. Por otro lado, la banda sonora sigue una línea musical más chillona, con pistas de audio estruendosa, como muestra del carácter dominante de la cinta. Después, el montaje es eficaz, con un dinamismo que permite ir observando las distintas etapas que van evolucionando. Sin embargo, hay algunos momentos donde el ritmo se ralentiza y se queda un poco pausado, lo que afecta transitoriamente al film. Deja la sensación de haber alargado el largometraje, por lo que su efecto mengua ligeramente. No obstante, sigue siendo un destacado ejercicio de conocimiento y el espectador se ve atraído hasta el final.

*Conclusión

Systemsprenger (System Crasher) es un cautivador análisis sobre aquellos niños que se encuentran incomprendidos en un sistema que no es capaz siempre de encontrar la respuesta. Gracias a una narrativa que no busca culpables, sino mostrar la dificultad de estar en una situación así, deja momentos de verdadera emoción. Sin embargo, se alarga la película en el tiempo y pierde algo de fuerza en ese proceso. Por otro lado, Helena Zengel es puro cine, con una interpretación excelente. A nivel visual, sigue en sintonía con el film, afrontándolo con vigorosidad, fuerza y estridencia. El grito violento de la ira que se escucha desde la observación y provoca la necesidad de querer entender.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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24 de marzo de 2020
12 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película me ha pasado algo que me ha hecho perder la objetividad, cualquiera sea esta cosa si es que existe. Aunque carezco de formación específica en atención de adolescentes "problemáticos" he tenido una relativa experiencia en el trato con ellos. Fui docente en la enseñanza media y en la antigua Universidad del Trabajo, y en ambos sistemas trabajé mayoritariamente con muchachos (parece que ahora el lenguaje inclusivo me obliga a agregar "y muchachas") de entre 12 y 18 años. Por decisión personal elegí horas en centros educativos que estaban en un "contexto social crítico", eufemismo que refiere a barrios con extrema pobreza y escasos valores de comportamiento en comunidad. Es claro que en esa realidad unos cuantos de los estudiantes eran calificados de "problemáticos". Pero en las muy escasas ocasiones en que conocí a chicos apenas parecidos al personaje protagonista de esta película, eran inmediatamente derivados a centros de atención sanitaria.

Me parece que no es necesario ser un neuropsiquiatra o psicólogo para diagnosticar que el comportamiento de Benni es típicamente un caso de bipolaridad psiquiátrica. Esa niña —o por lo menos la actuación y la puesta en escena que del personaje hace la directora Nora Fingscheidt— es una esquizofrénica. Y como tal debe ser tratada en alguna institución médica apropiada.

Es así que la historia funciona en base a golpes emocionales bajos. Como ya escribió un co-forista aquí, la cosa empieza con berrinches, gritos, más gritos, cada vez puteadas y groserías bien subidas de tono, pero no hay una progresión dramática y los personajes secundarios quedan, además de inverosímiles, planos y como de adorno. No se sabe muy bien adónde apunta la historia ni cuál es su planteo.

Hay que reconocer que la niña actriz lo hace muy bien, pero ¿en aras de qué? Es una pregunta retórica pero en cualquier caso no es para la actriz sino para la directora que también es la guionista. En conclusión, me pareció un filme que quedó a medio camino y cuyo argumento me resultó, por lo menos, raro. En el spoiler avanzo un poquito en mi desconcierto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Atilio
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