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La quinta del porro

Comedia Las aventuras de un grupo de jóvenes cuyas ideas sobre el servicio militar y la autoridad están bastante alejadas de las de sus superiores. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
1 de agosto de 2011
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La quinta del porro es de éstas películas que con el paso del tiempo van quedando desfasadas, de manera que vista actualmente puede parecer incluso ridícula. Uno de los motivos es que eso de la mili ya queda muy lejos, pero hasta hace unos años la mayoría de jóvenes, exceptuando gente con los pies planos y gente con buena suerte en general, pasaba por el aro y pringaba con el rollo ese del servicio a la Patria.

La película, aparte de simpática y de pocas pretensiones, es una crítica mordaz a toda esa pantomima, y convierte el viaje en tren de un grupo de "peludos" que se dirigen a su incorporación a filas, en toda una aventura. Chistes de todo tipo, de los buenos y de los otros, y un reparto irregular pero curioso, con actores que hoy en día le sonarán a más de uno. A destacar Álvaro de Luna haciendo de sargento chusquero y un jovencísimo Pep Munné.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cirilo
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10 de agosto de 2017
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia, lo cómico, a veces sirven para dulcificar determinados temas tratados en el cine, y éste es el caso de "La quinta del porro", película razonablemente antimilitarista que trata el comienzo del servicio militar obligatorio para un grupo de chicos de Barcelona, y que plantea con divertida irreverencia tanto un retrato generacional como una especie de rito de paso social, por fortuna ya desaparecido. Los apuntes de drama, e incluso de tragedia, se ven diluidos en un conjunto en el que, ya sean la rebeldía, el pasotismo, la aceptación o la resignación los elementos en juego, todos los reclutas acaban pasando por el aro. Bellmunt, en el fondo, no se moja tanto como parece, y no sólo dulcifica la realidad sino que trata de conciliar las opiniones de los que están en contra de la mili obligatoria con la de los que están a favor. Esto se aprecia en la secuencia en la que Álvaro de Luna se sube al vagón de los reclutas más rebeldes, y se muestra comprensivo, paternal, y hasta confiesa que su padre era republicano, mientras que Pep Munné expone sus ideas antimilitaristas y antibelicistas. Es una obra interesante pero algo vacilante, tan vacilante como el chico que pierde el tren y luego tiene que ir en taxi al campamento militar.
Pedro Triguero_Lizana
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