Vacuity (C)

Carta abierta a Toni Morejón, alguien a quien (casi) nadie conoce:
Ay ay ay... Toni Toni Toni.. No sé, ¿cómo decirlo?, me caes bien pero mi nota para tu obra es un tres, sólo un tres. Te sigo desde hace tiempo, entre las sombras, y creo que hay cosas buenas dentro de ti, cosas de verdadero cineasta, porque amas el cine profundamente, y por mucho más. Es por ello que me voy a permitir el lujo de darte algunas recomendaciones, primero porque es mi crítica y en mi crítica escribo lo que me da la gana, y segundo porque no me gustaría que te quedaras por el camino, como tantos otros.
Olvídate de Nolan, de Amenábar, de Lynch, de Winding Refn, de Mann y de todos. Olvídalos. Te absorven demasiado. Tu estilo está muy fagocitado por el suyo. Sí, tu estilo. Aunque tan solo seas un joven cortometrajista. Aunque dijera Lumet que el estilo es la palabra más utilizada y sobrevalorada después de amor. Aunque dijera también que el estilo se define a sí mismo a medida que ruedas la película a la vez que la vida se define a sí misma a medida que la vives. O algo así. En definitiva, tienes un profundo y profuso talento NARRATIVO (lo remarco) dentro de ti, pero como sigas mirando hacia tus referentes, no lo vas a sacar jamás. Mira hacia tu propio ombligo y tal vez te descubras a ti mismo. O tal vez no. En cualquier caso depende de ti, solamente de ti.
Otro consejo que te daría es que no te benefician nada todas esas críticas positivas, primero porque no son reales, y segundo porque son demasidado benévolas, y a estas alturas, cuando estás en fase embrionaria, lo que hay que hacer es "atizarte", para que no te acomodes en la mediocridad, para que el boceto, que es real pero tan solo eso, un boceto, termine finalmente siendo un bonito dibujo.
"Aethra" no contaba nada, absolutamente nada, era tan solo un collage de imágenes con demasiadas referencias, estaba más cerca de un extraño anuncio o videoclip que de una historia en sí misma. Y "Vacuity" peca exactamente de lo mismo. Mucho ruido y muy pocas nueces. Porque de verdad pensaba que habrías aprendido algo. Pero estaba equivocado. Y además es terriblemente larga. ¿Dónde está la sutileza? ¿Y el ingenio? ¿Y dónde dejaste la NARRATIVA (de nuevo lo remarco)? ¿No quieres contar historias? ¡¡Pues hazlo!! Porque aún no lo has hecho, tan solo te has dedicado a cuidar imágenes y a tener un estilo visual, el cual depende y mucho, tal y como he dicho antes, de aquellos en los que te fijas.
Y por supuesto que tu corto tiene cosas salvables, y ciertos méritos, pero no te los voy a decir, no es ahí donde debes fijar tus ojos. No aún.
Insisto en lo remarcable. Sigo pensando que tu lado fuerte es el aspecto narrativo. Y desgraciadamente parece que no estás por la labor de mostrarlo. Espero que en tu próximo cortometraje consigas mostrar todo aquello que mantienes aletargado.
Y que sea mucho más personal y menos fotocopiado -ese plano final con la sonrisa a cámara llevo 20 años viéndolo en todo tipo de cortos y en algunos largos, huye de esos típicos recursos de cortoaficionado-.
Como último consejo, algo muy simple, no me hagas ningún caso, sólo hay que hacerles caso a los que ya han fracasado, ellos tienen la verdad.
Sin más, suerte.

El gran mérito de Vacuity es hacer tanto de tan poco. Y por poco me refiero a los medios, porque lo que son ideas, la obra está llena de ellas. En otras palabras, Vacuity confirma algo tan elemental en el cine y por extensión en el arte como es que, con o sin dinero de por medio, los proyectos acaban funcionando si hay talento.

Como si de una ópera prima de larga duración se tratase, su director, productor, guionista y montador (ahí es nada!) demuestra que a él el talento le sobra y que lejos de desperdiciarlo, aprovecha todos y cada uno de los casi treinta minutos que dura Vacuity para dejar su impronta personal fotograma por fotograma.

Son evidentes las influencias de Nolan y Aranofsky si bien la obra rezuma David Lynch por los cuatro costados, logrando algo tan difícil de plasmar en la gran pantalla como es la sugerencia, el dejar que el espectador vaya recorriendo los oscuros recovecos de un viaje de tintes oníricos de conclusiones e interpretaciones abiertas.

Y es que Vacuity gana muchísimo en las secuencias más claustrofóbicas, aquellas en las que su director pega la cámara a su contundente protagonista (generando imágenes de gran belleza, por ejemplo, en el interior de un coche que da paso al aterrizaje de un avión con múltiples lecturas) o en las imágenes nocturnas de una Barcelona tenebrosa. Oscuridad que contrasta, en un juego de espejos intrigante, con la claridad del recuerdo más dulce (en que se genera en una habitación, escenario cinematográfico de amplio y generoso recorrido).

Su primeros minutos son además un revisitación sui generis de la escena inicial de "Forajidos" de Robert Siodmak con un efecto inmediato: te pega a la butaca y aplaudes el "quédese con el cambio" con las ganas de saber cómo sigue la historia.
Esos detalles (pienso también ahora en el ojo que se va abriendo como metáfora del despertar del sueño o pesadilla de una vida que se intuye irreal o de la escena inicial en la orilla del mar de clara inspiración "malickniana") son muestras inequívocas del buen hacer de Toni Morejón tras la cámara demostrando innegables aptitudes que van desde el control de la historia hasta el gusto por la secuencia perfecta.

No voy a negar que, como me pasa con Nolan y sus enrevesadas historias, hay algún que otro diálogo elevado que se me escapa y que algunos personajes merecían más protagonismo, pero soy consciente de la limitación que supone un mediometraje, por lo que la labor de condensación es nuevamente digna de aplauso.

Por último, destacar la excelente banda sonora, teñida de ese carácter sugerente que tan bien define a la película y el atmosférico trabajo de fotografía. No exagero si digo que en su conjunto Vacuity, con toda la escasez de medios por delante, resulta infinitamente superior a cualquier estreno español reciente, donde brillan la ausencia de ideas y la falta de sello autoral de sus directores. Vacuity, es, en fin, la muestra de que la conjunción cinefilia y talento (sobre todo talento) acaba por dar sus frutos. Y estos son muy esperanzadores.

Vacuity se puede resumir en una sola palabra: Talento.

Que sin apenas presupuesto, y sin ningún apoyo de renombre se sea capaz de realizar una pieza como Vacuity es simplemente digno de aplaudir. Son evidentes los directores en los que se inspira Toni Morejón para contar su historia, pero tiene un añadido, aun con tanto homenaje a películas recientes y no tan recientes, Morejón es capaz de imprimir en el corto su propia seña de identidad ofreciendo unas imágenes de una fuerza tremenda (ese ojo abriéndose poco a poco me ha dejado la piel de gallina) apoyado en una fotografía magnifica y una BSO que acompaña la tensión del cortometraje.

Sin bien es cierto que el hecho de que los actores no sean profesionales hacen que algunos diálogos no terminen de cuajar del todo, también lo es que cumplen con lo que se les pide, en especial Núria Florensa, la cual está fantástica.

Para mi es un 8, con ganas de que algún día pueda convertirse en un largo (da de sobra para ello) y resolver pequeños puntos que supongo que por la limitación del metraje, no se han podido resolver con la extensión que merecía.

Ingredientes: Un poquito de Tarantino, otro poquito de Nicolas Winding Refn, algo de Fincher, algo de Lynch, un muchito de Christopher Nolan, talento, mucho mérito, un presupuesto irrisorio, Barcelona, inteligencia, sofisticación, una atmósfera inquietante, una fotografía de lujo, un montaje meritorio, más talento, un estilo visual deslumbrante con un primer plano y un contrapicado de quitar el hipo, una banda sonora acojonante y un pivon de infarto en el reparto.

Preparación: Mezclar ligeramente. Acomodarse frente a la pantalla y degustar con la mente liberada durante 25 minutos a fuego lento. Y aún así, "No estarás preparado para Vacuity".

Consejos para futuras elaboraciones: Algo más de nervio, un guión menos hermético y lo más importante, repetir con Núria.

Se intuye el talentazo de lejos, al amigo Morejon le va el Thriller, es indudable, aunque me encantaría ver de lo que sería capaz con una historia de amor (por ejemplo). Cuento las horas..

Conforme voy pensando en Vacuity (y ahí está su primer gran mérito, deja poso, da que pensar) me voy cuenta que todas mis opiniones puedo agruparlas en 2 partes del corto, y que todo lo que mas me gusta se agrupa en una de ellas y lo que menos en la otra.

Me quedo con una idea que me encanta, una idea que me parece brillante y sobre la que, para mí, gira todo lo que me más me gusta:
Vemos al principio a Charles Bronson vengándose por una causa justa. No sabemos muy bien la razón de la venganza, pero hemos visto tantas veces en el cine este tópico que no dudamos ni un momento en tener delante a un héroe, que infringe a los malvados un daño más que merecido.

Pero resulta que al final del corto lo que tengo es un puto crío incapaz de tratar cabalmente con la bilis que le provoca el rechazo de la persona que ama. Bilis que no le permite afrontar la realidad. Bilis que le provoca una rabia hacia el que se queda con la chica, hacia la propia chica (víctima en todo momento en su mundo imaginario) y hacia cualquiera con el que desfogarse.

Es decir, la idea de Denise como el ser humano inmaduro que sueña con una venganza que no procede, eso me encanta. No sé si era la pretensión del director, pero la parte más humana del corto es lo que me fascina.

Más cosas que me gustan:

Visualmente tiene un mérito enorme. Se nota detrás alguien con un montón de buenas ideas sobre dónde poner la cámara.

El director es capaz de transmitir sentimientos con sus imágenes, es capaz de sacarle jugo a un chaval que no es actor y que hace lo que puede y de que parezca difícil de creer que este es un proyecto llevado a cabo sin medios.

Da que pensar y mucho, el corto me ha dado para darle vueltas mucho tiempo.
Impacta y tiene personalidad. Veo muchas horas de cine al año y me llama la atención. Detrás se nota una voz propia.

Por otra parte, lo que menos me gusta del corto es todo lo relacionado al juego de muñecas rusas, el puzzle.

Una de las críticas que he leído sobre Vacuity decía que le gustaría ver a Toni Morejón dirigiendo una peli sobre una historia de amor. Entiendo lo que quería decir y no puedo estar más de acuerdo.

Cuando Shyamalan se liberó de tener que impactar como guionista al final de su películas, se reveló que era mucho mejor guionista que director. Sin ese giro de tuerca final, contando historias ajenas, su cine se vino abajo.
Por el contrario, me apetece muchísimo ver al Toni director contando una historia sin la necesidad de plantear un puzzle.
Es decir, cuando le percibo más brillante es cuando enfoca a las personas, cuando retrata la realidad.

En Vacuity, al final, lo que menos me importa es quién le da la carta a quién, quién está dentro del sueño de quién. Reconozco que el juego es sutil y que se ha sabido mantener el equilibrio. Me quedo con ganas de volver a verla porque ha conseguido despistarme, necesito un segundo visionado para completar el puzzle y eso es un gran mérito.

Pero por otro lado percibo en Toni a un director un tanto encorsetado por el Toni guionista.
El Toni guionista, gran admirador de Nolan, condiciona al Toni director, que a lo mejor no es Nolan, sino quizás sea Steve Mcqueen.

Para mí el mundo onírico de Denise es una mezquindad. Eso es lo que me gusta, lo que implica a nivel moral su decisión de habitarlo. Seguimos al héroe hasta que no encontramos que nos dice “la maté porque era mía”. Ahí creo que estaba el filón, no en el puzzle, que está bien creado, pero es que me interesan infinitamente más los dilemas morales que se plantean.

Vacuity como empresa hace que pese demasiado la similitud con “Abre los ojos”, sobretodo para los que se queden solo con la lectura más superficial del corto. Hubiera preferido, por ejemplo, una droga. Algo de lo que no puedes abusar si no quieres quedarte enganchado en tu mundo onírico. Denise como un yonki, enganchado a su mundo de venganza.

Pero, como conclusión, si no conociera el proyecto jamás en la vida hubiera pensado que se ha hecho sin un puto duro.

Vacuity, una obra compleja, con múltiples matices, expresión de un talento con mucho futuro.