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Diario íntimo de Adela H.

Drama. Romance Adèle Hugo, la segunda hija del célebre escritor francés Victor Hugo, llega a Nueva Escocia en 1863, con la esperanza de recuperar el amor de un atractivo oficial del ejército inglés, pero para él todo ha terminado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
7 de junio de 2008
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosos ambos, para él fue un romance pasajero, para ella el amor de su vida, el empecinado amor de su vida: Isabelle Adjani, célebre por su rostro de inquietante belleza, a veces con irresistible sentido del humor, aquí borda la creación de un personaje romántico que bien pudo haber sido creado por el padre de su personaje, el gran escritor Víctor Hugo: hombre genial en las letras y la política, comprometido por las causas más justas que, sin embargo, nada pudo hacer por la felicidad de esta Adèle H. proclive a empecinarse por un amor imposible...

Este Truffaut es uno desbordado en sentimientos, se deja de gaitas muy suyas a la hora de abordar las mayores emociones, los amores no correspondidos y cincela una obra magistral que se sigue con enorme interés.

Adjani está sublime. Truffaut hace un cameo conmovedor. La historia en sí es un modelo romántico en el que se borda lo esencial de cualquier existencia: la conquista del justo amor en el momendo indicado y con la persona precisa. Lo demás es tontería o puro drama.

Música, fotografía, atmósfera, ritmo: un Truffaut grande. Más grande, incluso, que el propio amor que identifica como suicida y a la vez sublime, pues la maravillosa Adjani lo dota de una inocencia cargada de enfermiza obsesión, francamente admirable.
horacio
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10 de diciembre de 2008
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las pequeñas cosas de la vida deben tratarse como si fueran importantes. Mucho más si eres hija de Víctor Hugo. Si es así, estás condenada a organizar tu vida en base a tus propios sueños, buscando siempre lo increíble. Esa es la primera condena que se cierne sobre Adèle. Buscando desde un inicio a su amor de una forma que se escapa a los parámetros ordinarios.
Y es que las condenas de Adèle van más allá de la figura del hombre a quien ama. Las verdaderas condenas de Adèle, brillan en su interior con una luz negra que la oscurece, pero la hace resplandecer entre los otros personajes.
Esto queda muy bien plasmado en la película de Truffaut. Adeèe es ante todo la hija la hija de Víctor Hugo, y su sangre está presente en todas sus acciones, su tamaño está dado a priori por la grandeza de su padre. También está condenada a ser la hermana de Leopoldine, la hija venerada, aquella que conoció el amor, hasta la muerte perfecta. De ahí sus anhelos de ser en parte Leopoldine y de identificarse con ella, dejando de lado, incluso, su propia identidad.
Una tercera condena es aún más profunda, y es la base del personaje de Adèle y de sus acciones en el film. Adèle no establece distinción en su ser, ni en su forma de amar: “Yo no entrego mi cuerpo sin mi alma” señala en una oportunidad, “ni tampoco mi alma sin mi cuerpo”. La tercera condena de Adèle es entregarse completamente en cada uno de sus actos, no resguardar nada de sí misma. Es como si en cada una de sus palabras, de sus acciones, se arrojara a sí misma como un deportista que lanza la bala.
Por eso es que esta película resulta inmensa, porque la fiebre de Adèle es la temperatura exacta para construir una magnífica obra de arte. Adele es el sol que quema hasta su propio desgaste. Pero es también el sol que purifica.
Un sol negro quizá, es cierto. Pero en su oscuridad se esconde agazapada la vida misma. Y nadie mejor que Truffaut para girar en torno a ella y enseñárnosla.
rodolfo
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8 de septiembre de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que hiciera con las memorias de Jean Itard en El pequeño salvaje, Truffaut se sirvió de elementos autobiográficos para llevar a la pantalla hechos históricos. Aquí nos narra la novelesca y desgraciada vida de la segunda hija de Victor Hugo, a la busca y captura de su pretendido. Se trata de un romance nada habitual en su filmografía, en tanto este no es correspondido ni involucra a terceros. Como no podía ser de otro modo, Adela profesa la religión del amor incondicional y autodestructivo. Su diario retrata a una mujer completamente desquiciada cuyo destino solo puede terminar en tragedia pero del que Truffaut extrae a la postre un cierto orgullo desafiantemente romántico. El director recuperó para la ocasión piezas del fallecido Maurice Jaubert, afamado compositor de cine al que también recurriría en sus tres siguientes películas. La fotografía volvió a correr a cargo de Néstor Almendros.

Destaca en todo momento la interpretación de Isabelle Adjani, acompañada por Bruce Robinson como el teniente Pinson y la excelente secundaria Sylvia Mariott. Adjani da vida a un personaje hermosamente lívido, una frialdad que compensa con arrebatos de locura absolutamente magistrales, hasta transmutarse en un verdadero espíritu en pena al final de su deterioro mental. Su trabajo le valió, entre otros reconocimientos, un César y una nominación al Oscar. En un claro ejercicio de contención e intimismo, Truffaut rehúye obsesivamente del plano general y los paisajes en favor de escenarios minimalistas, casi teatrales, a medio camino entre el film de época y el melodrama. Aunque la película se desarrolla casi íntegramente en Nueva Escocia, tanto los interiores como los exteriores fueron rodaron en Guernsey, hogar en el exilio de Víctor Hugo, de donde también procedían muchos de los actores secundarios.
Keichi
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21 de diciembre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Diario íntimo de Adela H." constituye una más de las numerosas incursiones de Truffaut en el drama romántico, suponiendo, además, una película poco citada cuando se habla de la trayectoria del autor. Sin embargo, en mi humilde opinión, constituye una de sus mejores películas, lo que paso a explicar brevemente.

En primer lugar, Truffaut demuestra maestría a la hora de tratar el amor joven, inocente y apasionado. Si bien en la saga de Antoine Doinel ya se ve su habilidad para analizar el enamoramiento, la dependencia emocional, el adulterio, etc, el director francés logra sus mejores resultados al tratar amores apasionados y con un gran punto de ingenuidad, casi siempre de la mano de actores en estado de gracia (Adjani está aquí realmente impresionante).

No obstante, cabe destacar algunos avances que hacen esta película, en mi opinión, superior. El lenguaje de Truffaut se hace más formal, incluso clasicista. No hay rastro de los irritantes y pedantes jueguecillos cinematográficos que tanto me hicieron detestar, por ejemplo, "Jules y Jim", y que no hacían sino eliminar cualquier atisbo de sutilidad, elemento muy poderoso para transmitir, como se pretendía en aquella, sentimientos y emociones. No obstante aquí el relato es contado con sensibilidad, sin apenas violencia ni secuencias de gran impacto. La película indaga en la constante melancolía en la que vive Adèle, en su autodestrucción y pérdida de contacto con la realidad. Y, por último, los personajes secundarios resultan creíbles y muy enriquecedores, con pequeñas pero valiosas aportaciones a la trama, y que subrayan, además, el alejamiento paulatino del mundo de la protagonista.

No quisiera terminar sin resaltar otra vez la interpretación de Isabelle Adjani, capaz de transmitir el tormento de Adèle sin recurrir a la sobreactuación ni al histerismo habitual en otras actrices. En conclusión, una película triste y apasionada, que deja un gran poso.
alberto
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9 de diciembre de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante Isabelle Adjani, que con tan solo 20 interpretó el papel de una chica joven, que cruza el charco para vivir cerca de un amigo de la infancia del que está perdidamente enamorada inciando una espiral de obsesión y locura de amor, creando situaciones en las que se ve envuelto el amado y la familia de ella, en especial a su padre, que intenta por todos los medios que vuelva a casa y deje al chico en paz y no se obsesiones por un amor no correspondido.
Sencilla historia muy bien ambientada y genialmente interpretada por una bellísima joven Isabelle Adjani, de 20 años, donde ya se veía el talento de una futura buena actriz.
A destacar el cameo de François Truffaut, en un momento fugaz pero memorable de la película.
Ulyses
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