La abadesa

Nos sumerge en el convulso siglo IX, donde Emma, una joven de 17 años, es nombrada abadesa con la tarea de repoblar y cristianizar territorios en conflicto con los moriscos. Enfrentándose a la desconfianza y la oposición, Emma lucha por cumplir su misión, desafiando las estructuras de poder establecidas y enfrentándose a nobles, campesinos y monjas. Sin embargo, su determinación tiene un alto costo.

La dirección de Antonio Chavarrías es poco incisiva y atrevida, lo que puede contribuir a la sensación de lentitud y falta de interés en la trama. Una dirección más enérgica y con una visión más clara podría haber dado más vida a la historia y a los personajes.

Las actuaciones en la película son flojas, lo que puede restar impacto a la narrativa y dificultar la conexión emocional con los personajes. Un elenco más comprometido y expresivo podría haber dado mayor profundidad y credibilidad a la historia.

El aspecto técnico, sin embargo, destaca con una magnífica fotografía que captura la ambientación histórica y los paisajes de la época con gran detalle y belleza. Este aspecto técnico puede ser uno de los puntos más destacados de la película, añadiendo un elemento visual atractivo a pesar de las limitaciones en otras áreas.

Aunque ambientada en un período histórico interesante, puede resultar lenta y poco atrayente debido a una dirección poco incisiva y actuaciones flojas. Aunque destaca en el aspecto técnico, especialmente en la fotografía, la película podría haberse beneficiado de un enfoque más dinámico y comprometido para contar su historia.

La abadesa es una película que supuestamente se inspira en una historia real, ambientada en plena invasión de los moriscos a la península en el siglo IX. Aunque esa mirada atrás tan solo sirve para hablar de temas presentes y facilitar el diálogo con estos mismos.

En una abadía aislada en territorio aún por poblar, las mujeres son enviadas por sus familias para deshacerse de ellas, denigrando sus posibilidades y, con ello, el cometido de la fe que su cargo presupone. En su reclusión, su entorno desea que sucumban al “recogimiento que se espera de unas religiosas”. Sin embargo, la llegada de Emma, la nueva abadesa, sacude estas aspiraciones y, a pesar de los roces iniciales, consigue contestar con la fuerza de la sororidad entre monjas.

La fotografía y el tratamiento de la luz, que siempre se mueven entre claroscuros, ofrecen imágenes bellas que visualmente atrapan y enmarcan perfectamente el ambiente tenso que se respira. Asimismo, facilitan la exploración de ciertos temas como la codicia, la envidia y la soberbia (normalmente de los hombres de poder sobre la comunidad religiosa de mujeres).

Sin embargo, este contexto se viene abajo cuando los personajes se ponen a hablar. En un aparente intento por acomodarse a un registro formal de la época (o eso parece), los diálogos caen en una artificiosidad generalizada. Eso produce un distanciamiento con el espectador, desde el inicio, que no se consigue recuperar e impide que este se adentre en la película y sienta la gravedad de los conflictos planteados.

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Interesante pero nada fácil película, coproducida entre España y Bélgica.

Un film al que me ha costado entrar no poco, dado el parco ritmo, la falta de intensidad dramática que existe durante buena parte del metraje y al distanciamiento (fallo mío, claro) que he experimentado respecto a la historia que se narra.

Una vez que pongo de mi parte para sacar provecho de su visión, me doy cuenta de que, poco a poco, va tornándose más interesante, sobre todo por la importancia que tiene el personaje de la joven cocinera, no cristiana y que hará que la abadesa tome cartas en el asunto y deje de lado sus férreas, estrictas, normas y se abra al humanismo, empatía y solidaridad amén de enfrentarse a la fuerza bruta, los prejuicios de clase y la diferencia entre las distintas religiones.

Bien interpretada, me descubro ante Daniela Brown, a quien apenas había visto, pese a llevar ya tiempo en la actuación y darme cuenta, viendo imágenes de trabajos anteriores, que es una excelente actriz.

Técnicamente competente, las sombras y luces que otorga la soberbia iluminación de la cinta, así como la singularidad del lugar donde se ha rodado (el castillo de Loarre, Huesca), hacen de esta película un, en principio, bastante exigente trabajo cinematográfico, pero con calidad y momentos excelentes de buen cine.

Eso sí, como puro entretenimiento, para gustos.

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Antes de comenzar mi crítica, he de adelantar que no puedo ser demasiado objetivo. Esta película se ha rodado casi íntegramente en mi Huesca natal, conozco gente que sale en ella y me puede el castillo de Loarre como escenario cinematográfico. De las muchas ambientadas en su interior, pese a que la más mediática fue "El reino de los cielos", sin duda alguna es en "La abadesa" donde cobra mayor protagonismo como si de un personaje más se tratara.
Pienso que la película está bien como recreación de la época desde un punto de vista social, histórico y político en el contexto del S.IX en los Pirineos (se supone que catalanes, pese a que se grabara en Aragón). Su énfasis en la religiosidad me recordó otro título que transcurre en el mismo siglo pero que es su antítesis sobre el paganismo: La fantástica "Irati" (también con escenas en Loarre).
No obstante, "La abadesa" es algo lenta, puede que le sobre algo de metraje y abusa de la oscuridad para el espectador. Opino que verla en un cine en pantalla grande es mejor que en la televisión, pues posiblemente si lo haces en horas nocturnas tanta falta de luz puede invitar al adormecimiento.
Los actores están bien. Esperas que te sorprenda Daniela Brown, pero para mí casi lo hace más Blanca Romero y sobre todo, Ernest Villegas en el papel del diácono. Carlos Cuevas (famoso por la exitosa serie "Merlí") tiene un papel interesante con bastantes matices.
Eso sí, como sucede en todas las producciones españolas de este género circunscritas a la antigüedad - a excepción de "Isabel" - siguen sin cuidar los tratamientos entre los personajes, pasando del vos al usted o al tú incluso cuando se hablan los mismos y sin cambiar de secuencia. Seguramente mucha gente no tendrá en cuenta este detalle, pero a mí me chirría.
Por último, pese a que esté basada en una historia real, cuesta creer que la hija de un noble no recibiera una educación esmerada más allá de enseñarle a escribir su nombre y poco más, como relata la propia Emma.
Mi nota: 6,7

*Viaje iniciático

Es fácil ponernos en la piel de la nueva abadesa desde un primer momento. Partiendo desde la más absoluta inocencia e inexperiencia, Emma se encuentra en un ambiente hostil y con todas las dificultades imaginables para cumplir la misión que le han encomendado: repoblar las tierras reconquistadas y ampliar la frontera entre cristianos y sarracenos. La oposición de Emma es grande, pues nace tanto de aquellos que le han destinado allá como de las propias hermanas de la abadía. Por supuesto, en una sociedad patriarcal a un milenio de distancia del feminismo moderno, lo que se espera de ella es que no moleste y que acate todo aquello que se le ordene.

La Abadesa centra su drama en las diversas encrucijadas en las que se encuentra Emma, que no son pocas. Conflictos de poder, en cuanto ha de aprender a hacerse respetar; de fe, por la presencia de un hombre que le hace pensar en el pecado; y por supuesto de género, pues no deja de ser esta la historia de una mujer que lucha porque su voluntad se cumpla en un mundo de hombres. Algunos de estos conflictos se trabajan y se cierran mejor que otros, si bien no encontraremos nada concreto que chirríe en el conjunto.

*A la abadesa le crecen los enanos

De los muchos frentes abiertos de la abadesa, el conflicto más interesante es el que tiene con la hermana Eloisa (Blanca Romero). Ella es la monja más en las antípodas de Emma en todos los aspectos, pese a que partan de unas similitudes idénticas a la del resto de religiosas: ninguna pidió este destino, les fue impuesto. El otro punto fuerte de la historia de Emma es que es un relato de aprendizaje en el poder, cómo usarlo cuando se nos brinda y saber cuándo tomar las decisiones difíciles.

Aunque nada falla como tal, los conflictos a los que se enfrenta simultáneamente la abadesa son tantos que el transcurso y resolución de algunos quedan descafeinados. Así, algunos golpes de efecto no funcionan igual en la pantalla que en el papel. Por ejemplo, el conflicto amoroso no está mal resuelto, pero tampoco nos va a dejar ningún poso una vez lleguemos a los créditos.

La Abadesa habria salido beneficiada si se hubiese centrado en explorar más en profundidad los conflictos más interesantes en vez de intentar abarcarlo todo. Y, aunque visualmente este mundo está bien construido, hay tanto que ocurre fuera de campo que alguna de las tramas más importantes quedan desdibujadas y poco concisas.

*Recreando el siglo IX

Como relato histórico, La Abadesa es una producción más que interesante, pues nos sitúa perfectamente en la época que recrea. Es de agradecer encontrarse películas sobre un periodo tan importante pero poco explorado cinematográficamente como es la Reconquista. La Abadesa consigue reflejar el clima social de la época, en el que los moriscos, forzosamente conversos, cohabitan con los cristianos que se asientan en lo que hasta hace poco era Al-Ándalus. Y lo hace poniendo en el centro a un personaje histórico digno de acaparar tal atención, como fue Emma de Barcelona.

Es materia para otra película centrarse en la parte de más acción del momento histórico, que en La abadesa personifica el intransigente hermano de Emma, el Conde Borrell (Carlos Cuevas). Aquí el foco está en la visión cristiana de la abadesa, en propagar la caridad y el entendimiento por encima de la confrontación. En lo técnico, la cinta cumple con creces retrotraernos a la abadía e ilustrar esta historia de piedra, nieve y hábitos religiosos. Un resultado visual notable gracias al trabajo de profesionales como el director de fotografía, Julián Elizalde (La maternal, Suro).

*Conclusión

La Abadesa nos lleva con buen pulso a la pre-España de la Reconquista, con un acertado aspecto técnico y un personaje principal bien compuesto, gracias tanto al guion de Chavarrías como a la actuación de Daniela Brown. Aunque nada falla como tal, tampoco nada llega a ser sobresaliente, lo que es una lástima, pues existía potencial para algo más. Si el drama histórico es lo tuyo, merece la pena verla.

Escrito por Daniel Moya Calero