Dulce evocación

Deliciosa comedia norteamericana del año 40 en un blanco y negro intimista, muy a tono con la historia de fantasmas y del amor más allá de la muerte que nos cuenta Edward Sutherland sobre un guión de Adele Comandini. "Dulce evocación",Beyond Tomorrow en inglés (titulo mucho más acertado) nos cuenta una historia amable con aire del cine de Frank Capra, una cierta inocencia expositiva y sin la ironía del gran director.

Magnífico reparto de viejas glorias secundarias, Harry Carey, C. Aubrey Smith, Charles Winninger, Alex Melesh, Maria Ouspenskaya y Helen Vinson entre otros. La historia que comienza con la gracia y agilidad de una película de Lubitsch (aunque sin su malicia y su humor corrosivo), nos cuenta la noche de Navidad de tres ancianos ingenieros de Nueva York que van a celebrar una cena con unos amigos en su mansión, pero estos les fallan. Deciden probar la honradez a sus conciudadanos y de esa forma añadir cierta emocion a la noche navideña y lanzan a la calle tres carteras nuevas con un billete de diez dolares en cada una y la tarjeta de cada uno de ellos.

A partir de aquí la trama, bastante previsible dada la bondad traviesa del planteamiento, dará lugar a la aparición de una joven y un muchacho que serán casi de inmediato convertidos en protegidos de los tres animosos ancianos y aparecerá el amor. No les cuento nada más porque la falta de complejidad dramática del guión les permitiría saber todo lo que pasa con solo enunciar lo básico. Pero observen la presencia del servicio domético de los tres caballeros, formado por una noble dama rusa que tuvo que huir de su país y su criado que le acompaña desde entonces.

En fin, una comedia con fantasmas deliciosos y una trascendencia de voz grave y luminarias, otra vida para los buenos que protegen a los enamorados hasta desde el más allá.

Tierna historia, sedosa y suavecita protagonizada por personajes llenos de bondad que llama la atención por su línea argumental sensible y emotiva.
Y, como si las tramas hermosas no tuvieran cabida en el ámbito del buen cine, en general se tiende a minusvalorar esta película a pesar de que está muy bien contada, a pesar de que sus intérpretes llenan la pantalla con sus actuaciones y a pesar de una ambientación y sentido del ritmo nada desdeñables.

Ya sabemos que los sueños son sólo sueños pero, incluso así, conviene recrearse en ellos en alguna ocasión.
Porque, aunque no siempre se cumplen, son imprescindibles para vivir.

Cinco años antes de '¡Qué bello es vivir!' de Frank Capra, el inglés A. Edward Sutherland rodó en EE.UU un cuento de fantasmas todavía más inocente y bobalicón sobre una pareja de enamorados que se conoce gracias a los buenos modos de tres ancianos que se aburren en una cena que les sale mal. El film incluye canciones románticas y bonitos momentos de Dios llamando a sus ángeles pero destaca especialmente por el contraste de los personajes femeninos encarnados por Jean Parker (la chica buena) y Helen Vinson (La femme fatale) con el prota dejándose querer por las dos entre comentarios ciertamente muy machistas de la gente que pasa por ahí.