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La vida era en serio

Drama Gabriela, típica madre y joven ejecutiva, va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Hace mercado, se encarga de su familia, se acompleja con las barbies de la televisión y se le acaba el día. Es tal el agotamiento de Gabriela en su vida cotidiana y la curiosidad que tiene por la vida liberada de Luisa, su compañera de trabajo, que en un juego aparentemente inofensivo decide suplantarla para conocer esas nuevas experiencias, ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
12 de septiembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de la película, después de que la protagonista ha sido violada, su amigo (al que ella le había gritado “¡Maricón!” unos minutos después de conocerlo) la reconforta y termina diciendo “La próxima relájate y disfruta, ya quisiera uno”. Ella le responde con un abrazo y un desconcertante “Gracias”. Desconcertante para quienes intentamos encontrarle sentido a una película que se esmeraba tanto por evitarlo.

La Vida “Era” En Serio se enorgullece de las comillas que engalanan su “Era” sin sentido alguno. ¿”Era” porque en verdad no “era” sino que “es”? Da igual. Y así, desde su título anuncia el derroche de sinsentidos que agobiarán a quien haya pagado por verla y se debata entre quedarse y hacer valer la plata, o salirse e invertir el tiempo en algo más productivo, es decir, cualquier otra cosa.

La película —parece un insulto al término “película” llamarla así— “narra” la “historia” de una ejecutiva bogotana que está cansada con su vida: debe encargarse de la parte económica de su hogar y estar pendiente de su esposo y sus hijos. No es una vida miserable la que lleva la pobre ejecutiva, tiene una empleada a la que trata sin mucha consideración, se hace uno que otro masaje, y sus hijos le piden que les ayude con sus tareas. Pero, ¿qué tareas? ¡De triglicéridos! ¡Y en inglés! No niego que merecía más consideración, pero tampoco es la mártir de nuestros tiempos.

Mamada de su vida, la pobre ejecutiva ve cómo su amiga del trabajo se encama a una multitud de tipos (o “dates”), entre ellos uno que “podría ser camionero”, o algo así. Hasta que un día lo decide. “O soy o ya no fui”. ¿Ser qué? se preguntará el espectador. Pues ser “¡PERRA!” (eso llega a gritar en un momento refiriéndose a su amiga). No está claro, pero da la sensación en un momento de que quiere ser prepago.

El que decida no salirse y se quede esperando mejorías, encontrará momentos en los que parecerá que la película irá por buen rumbo, pero sus ilusiones serán destrozadas con suma facilidad. Si la película fuera mala, y ya, seguro podría tomarse con algo de gracia, serviría —como muchas otras en la historia del cine— como material para la burla de los cinéfilos cazadores de mediocridad. Pero no sólo es mala, sus diálogos son despectivos y anacrónicos, sus personajes detestables y su ética inexistente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis F Ragua
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16 de septiembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La vida era en serio”, es un film de Mónica Borda que partiendo de su sencillez y realidad, dos características ausentes en el drama urbano del cine colombiano reciente, nos recuerda que las locuras cortas cuando se vive en matrimonio, complican el asunto, aunque no estamos ante un simple drama de corte erótico, y arrebatadas actitudes.

Pero ¿qué podemos decir de esas locuras cortas? Pues, este film colombiano a igual que “Partir” de la cineasta Catherine Corsini, no es que den la respuesta de forma inmediata, pero sí que pone una vez más el dedo en la llaga: “Nada de lo humano me es ajeno”.

Por lo demás, si bien la fábula es narrada con plausible aplomo y austeridad, en el tercio final pierde algo de su encanto, ya que el espectador está bastante bien documentado y todo le resulta previsible. Además, una película de estas características, que sigue íntegramente los andares de la referida infiel, necesita un personaje carismático, o que por lo menos consiga que el espectador se conecte con él. De todas formas, bien por Cristina Umaña, que da vida a una mujer extremadamente estresada, cuyas motivaciones de cambiar su rutina son evidentes y compartibles, pero no lo es tanto su manera de expresarlas.
gonzalo restrepo sanchez
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23 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una visión particular sobre la crisis existencial de una mujer ejecutiva, casada, con hijos y que lleva el peso del hogar, dándolo todo y exigiendo poco.

Cuando trata de emular la vida "idílica" de su empleada y mejor amiga, los sucesos se le escapan de las manos dañándola profundamente pero siendo consciente por primera vez de la realidad que estaba viviendo y empieza a darle una medida más justa a los elementos que conforman su vida y sobre todo comienza a considerarse a sí misma.

Me gustó muchos de los elementos de su trama, algunas de sus frases muy características ("cuando uno asume el 90% de lo económico, el 80% de lo doméstico y recibe el 0% de consideración" o "es que yo quiero mandar todo para el carajo, un ratico") y su final que es como un nuevo comienzo. Pero el guión, los diálogos me resultaron algo flojos; algunas escenas poco brillantes, emulando quizás al cine norteamericano y perdiendo con ello un poco de autenticidad; y algunos actores como Jimmy Vásquez no tuvieron su mejor actuación.

Pienso que la dirección no supo afinar bien para llevar esta historia y las actuaciones de los actores por un camino de mayor calidad.
kiki
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