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El amor es una mujer gorda

Drama En el amor es una mujer gorda, Alejandro Agresti, retrata la desesperación de la generación de jóvenes que sobrevivió a la sangrienta dictadura militar que dominó la Argentina entre 1976 y 1983. A través de la historia de un periodista que, dolido porque su novia lo ha abandonado, se deja caer en desgracia y marcha hacia la locura, Agresti pinta con resentimiento y desencanto una Buenos Aires vacía de ideales que presiente la llegada ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agresti es un director díscolo, alguien que ha filmado mucho pero estrenado poco. "El hombre que gano la razón", "Boda Secreta", "Luba", "crímenes modernos", "El acto en cuestión", "Un día para siempre" permanecen inéditas en la Argentina.
"El amor es una mujer gorda" se estrenó pero casi toda su filmografía forma parte de un cine oculto, revisitado en retrospectivas pero difícil de encontrar. Esta característica alimenta el mito Agresti.
Estrenada en 1987 es la película que mejor retrata la dictadura cívico-militar (1976 - 1983) para su contemporaneidad. Filmada en blanco y negro, con un elenco casi desconocido para la época y con un personaje central que va uniendo y dándole forma al drama de una generación diezmada. Agresti lee bien su tiempo y va más allá de la denuncia. Da por sentado los crímenes y vejaciones, no busca esclarecer. José es alguien que perdió y trata de reconstruirse entre las ruinas de un país devastado. Busca al amor perdido, Claudia, a los amigos desaparecidos y se encuentra solo. La película interpela a la sociedad del "punto final" y "obediencia debida", así como José interpela a los amigos con una mirada pesimista, que leída desde el presente, presagia la década neoliberal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
gonzalomadero
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29 de mayo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor es una mujer gorda es una película de Alejandro Agresti. Esta producción, tan original como ignota, representa una bella reflexión sobre la (omnipresente) dictadura argentina (1976-1983) al tiempo que experimenta con convenciones cinematográficas y temáticas, marcando lo que sería el estilo de la década venidera.
La trama sigue los pasos de José, un soñador de izquierdas, un escritor frustrado que deambula por la ciudad de Buenos Aires, incapaz de encontrar un empleo que le satisfaga o de mantener los que están a su alcance. José está herido y por eso carga contra todo: contra sus jefes del periódico, que son unos hipócritas cobardes; contra la sociedad argentina, que se cae a pedazos entre desempleo e hiperinflación; contra su puta suerte, por que el amor de su vida lo abandonó sin siquiera decirle adiós. La historia avanza a ritmo pausado, entre monólogos y escenas mediante las que el espectador armara, pieza a pieza, la historia de José y la fuente de su desdicha.
Más alla del tema tratado (para nada novedoso en el cine argentino, incluso en 1987), lo interesante es el ángulo desde el que se lo aborda: no vemos los horrores de la dictadura sino que presenciamos la agonía de sus sobrevivientes. ya pasó la euforia de la vuelta a la democracia y la depresión económica llegó para quedarse. Esta producción elige retratar los aspectos no tan románticos de la lucha por la verdad y la justicia. Además, el ritmo casi procedurial con el que se desarrolla la historia y la carga metanarrativa del guion harían mella en las futuras generaciones de directores de cine, resultando en producciones tan únicas como 76-89-03, en la que no puedo evitar pensar cuando veo esta película.
Por su puesto que una película con tal carga emocional no funcionaría en absoluto sin un reparto a la altura de las circunstancias. Afortunadamente, todos los interpretes de esta producción están impecables. En particular destaca el protagonista, Elio Marchi, actor inexplicablemente desconocido, con tan solo un puñado de producciones en su currículum (muchas de estas dirigidas por el miso Agresti). Marchi interpreta exquisitamente a este hombre roto que es José, al tiempo que recita potentes monólogos con mucha dignidad y sin caer en el ridículo (cosa más fácil dicha que hecha).
El apartado técnico de esta producción también es notable. El ritmo de la edición y el manejo de la cámara están una década por delante de lo que era el cine argentino en aquella época. Por otro lado, esta película hace gala de una banda sonora verdaderamente exquisita que funde motivos de tango y jazz para crear una atmósfera que atrapa. Desgraciadamente, esta musicalización Compuesta por el músico holandés Paul van Brugge ha sido perdida al tiempo; por mucho que busqué y rebusqué no fui capaz de encontrar una versión limpia de la misma. Adicionalmente, varias escenas se desarrollan al ritmo de la música del flaco Spinetta (del grupo Pescado Rabioso, más precisamente); todo un detalle para los fanáticos del rock nacional.
Por su puesto que sería injusto adjudicarle a Agresti todo el crédito de la renovación del cine argentino el la década de los 90'. En 1986, un año antes del estreno de esta producción, Eliseo Subiela presentó su primera gran película: Hombre mirando al sudeste. Se pueden encontrar muchas similitudes entre los estilos de estos directores: ambos debilidad por la poesía, ambos ponen en primer plano los sentimientos de los personajes y su vida interna, los dos tienen un oído privilegiado para elegir bandas sonoras.
En conclusión, El amor es una mujer gorda es un interesantísimo hito en la historia del cine nacional. De a ratos se vuelve difícil de seguir por su laxa estructura narrativa, de a ratos da la impresión de que todo va a terminar en la nada. Pero cuando llega la escena final todas las piezas del rompecabezas que estaban esparcidas sobre la mesa encajan. Recomiendo esta película a todos los interesados en explorar esta temática desde un punto de vista fresco y personal, siempre y cuando no se sientan intimidados por algunas escenas un poco lentas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
German
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22 de noviembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un periodista que media los 30, y esta desconforme con todo lo que lo rodea, empieza a callejear por la ciudad, tratando de encontrarse a sí mismo.
Una muy interesante película, que creo yo abrió el camino para lo que luego sería el cine independiente argentino en los años 90, todas tenían ese estilo sombrío y contestatario que Agresti usa en El amor es una mujer gorda.
Visualmente es impecable, narrativamente hay que destacar su humor negro, pero en lo demás, sobre todo en lo que tiene que ver con la psicología del protagonista, es casi innaguantable, tolerar a un tipo que se cree que se las sabe toda, tratando de sermonear al resto, tratando de cambiar a los demás en vez de cambiar él, me pareció no sé, estúpido, inmaduro en alguien de esa edad, si el protagonista hubiera sido un adolescente, vaya y pese, pero en un hombre grande, queda patético y chocante.
Buenas interpretaciones, e interesante retrato de una ciudad fantasmagórica.
Manuel
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