Hijos de las ballenas (Serie de TV)

Reconozco que la idea de una isla que vaga por un mar de arena existencial con unos habitantes que poseen sus costumbres, su idiosincrasia, sus políticas y sus mitologías propias es sugerente. El estilo es impecable apostando por texturas rugosas en los colores para darle un aspecto milenario, ancestral. El universo creado me parece que maneja conceptos sencillamente acojonantes.

Todo es colorido y sano, incluso cuando hay violencia, que la hay y a veces hiriente, es bella a su manera. Pero la trama, interesante en sus inicios y desarrollo pierde fuelle en los últimos capítulos llegando a un par de capítulos finales que son una supina liada de nabo. Una pena.

Un sí a favor del Falaina. La historia debe continuar.

Razones para ello: Hay buenos personajes en ella. Toda la atmósfera del Barco de Arena, la historia del destierro, la saturación de emociones tristes, la melancolía y el llanto tienen un propósito agradable en la historia. Los personajes son almas puras, los villanos tienen su milagroso y original propósito de conquistar al mundo como Pinky y Cerebro o Thanos, o Beyoncé, o Los Simpson pero "malos".

Me gusta la naturalidad de los personajes y la moral asiática sobre la amistad y la lealtad. Mis oraciones a su buena fe de promover el compromiso y los sentimientos naturales. Están todo el rato positivos y correctos, no hay engaños por muchos secretos que no se rebelen. Son muy honestos. Es tierno hasta un punto agotador, incluso las muertes injustificadas y llenas de rabias son reemplazadas rápidamente por la bondad y la reconciliación. Hay vómito masivo de Arcoiris (Y mis santos saben que nada tiene que ver con mi comunidad LGBT, nooooooo, hay un fandom en esta serie al positivismo crónico)Todo el rato estoy WTF? ¿Por qué son así? El mundo en definitiva no es así. Estoy histérico gritándole al computador para que ataquen rápido. Es otro problema, los atacantes dejan hablar demasiado a la victima, con razón los terminan aniquilando de una vez. ¡Doble chasquidos!

En fin, todo esto recoge que es una serie tranquila y entretenida (a su modo), que merece apoyo porque si tiene una historia que contar. Se agradece la imaginación y el aporte cultural del mismo. No creo que esté tan apta para niños por la fuerte masacre que hay y el vinculo de la muerte, como si no fuera nada morir, pero en definitiva hay un contexto que se explica y que ayuda a enriquecer esta parte. Otra cosa, quien no quisiera ser enterrado de esa manera. ¡Qué manera más chula de sepultar o venerar la memoria!

Aviso desde el principio, que la trama no termina con la primera temporada, más bien sirve de introducción al mundo donde transcurre la historia y sus personajes.

La historia tiene algunas cosas interesantes, y otras "raras", y el resultado final es algo desigual... A ratos se me hizo pesada, sobre todo cuando ves que ha historia no va a terminar.

La verdad que deje de ver la serie a los 5 capítulos y hace unos días decidí darle una segunda oportunidad y terminarla.
Me pareció una historia entretenida, con sus pequeños giros de guion y excelente animación además de que no tuvieron miedo de matar a x personaje o enseñar sangre en pantalla, sin embargo se me hizo aburrido el desarrollo de la trama.
Espero que en una supuesta segunda temporada expliquen mejor el lore.

Desde el primer episodio, “Hijos de las Ballenas” (“Childrens of the Whales”) deja claras todas las referencias con las que quiere jugar tanto en términos estéticos y visuales como en términos de guion e historia. Los océanos de polvo y las arcas de piedra y arena en formas de ballenas gigantes que reflejan una ambientación postapocalíptica recuerdan a los apartados visuales de grandes obras clásicas como “Nausicaä of the Valley of the Wind” (1984), “Castle in the Sky” (1986) y a animes noventeros de ciencia ficción como “Nadia: The Secret of Blue Water” (1990) y “Trigun” (1998). En cuanto a la historia, personajes, argumento y narrativa, “Hijos de las Ballenas” recuerda mucho a otras tramas como “Bokurano” (2007), la icónica “Ataque a los Titanes” (2013) o la más olvidada “Guilty Crown” (2012). Tal argamasa de referencias no impide, sin embargo, que “Hijos de las Ballenas” tenga su propia personalidad y originalidad imaginativa, con un bello diseño de personajes de Haruko Izuka y un universo fantástico y enigmático con toques de nostalgia que se permite incluir tanto elementos steampunk como ciertos aires medievales y giros abstractos a lo “Evangelion” (1995).

Sin embargo, toda esta brillantez visual y estética, que es lo mejor de la serie, se ve derrotada por un guion, escritura de personajes y desarrollo histórico que, sintiéndolo mucho, solo se le puede catalogar como fallido, desastroso, incoherente y nada empático. “Childrens of the Whales” es la prueba de que, aunque tengas un buen apartado visual, si el guion no es fuerte y bueno, la serie puede ser un fracaso que no consigue nada de lo que se propone y promete en sus primeros episodios.

El primer malogro del guion son sus personajes. No solo carece de un protagonista claro y bien definido –ya que Chakuro, el narrador de la historia parece un personaje circunstancial e incongruente cuyas acciones son irrelevantes–, sino que el resto de personajes parecen no aportar nada a la historia, tienen comportamientos, presentaciones y apariciones que son totalmente discordantes y que no se justifican en ningún momento, pretendiendo desde la dirección darle una importancia que luego no tienen. Otro claro ejemplo es la “protagonista” Lycos, cuyos comportamientos contradictorios e intenciones difusas presentan los mismos fallos que la protagonista de “Guilty Crown”, sin aportar nada al argumento. A esto se suma un desarrollo nefasto, mal estructurado y anticlimático de la trama, con inclusiones forzadas, acontecimientos importantes que van muy rápido, con mucha información y con unos cambios muy bruscos que impiden tener un desarrollo emocional empático con los personajes. Los villanos son igual de ilógicos, chirriantes y absurdos, siguiendo una especie de ideales y pasado que, aunque explicado, no se justifica a sí mismo.

Por todo esto, las escenas climáticas y de acción no tienen impacto emocional, así como tampoco los numerosos e innecesarios sufrimientos de los personajes. Por muchos personajes que “sufran”, si no me has dado tiempo a empatizar con ellos, o lo has intentado sin conseguirlo, no me va a hacer sentir nada, haciéndome que me pregunte el por qué estoy viendo escenas macabras en las que niños combaten a soldados y soldados combaten a niños, o el por qué intercalas una escena musical que está totalmente injustificada y es semejantemente irrisoria a las escenas musicales del anime “Red Garden” (2007) a pesar de que la música sea preciosa por si sola.

Todo esto no deja disfrutar de la historia ni entender lo que la serie quiere transmitir, ya que los temas de las emociones recluidas en la infancia, la culpa y pago de los pecados cometidos por los antepasados, el ansia por vivir y experimentar el mundo exterior, las reflexiones sobre la muerte y las reflexiones sobre la necesidad del llanto para evolucionar hacia la madurez se pierden y dispersan en el desarrollo arenoso y funesto de la trama. Las buenas intenciones temáticas se ahogan en una narrativa ominosa. El trabajo como director de Kyohei Ishiguro en esta serie no es comparable a la magnífica realización que hizo para adaptar el anime que ya se considera de culto “Your Lie in April” (2014).

Por intentar sacar otra cosa buena de la serie a parte de su apartado visual, destaco la magnífica labor de la buenísima banda sonora de Hiroaki Tsutsumi, que, aunque no salva a la serie, sí que hace que en algunos momentos prestes atención a la preciosa música y te olvides de lo que estás viendo.

Una serie que para mí tiene un 5 sobre 10, ya que tiene los suficientes elementos para que otros espectadores sí puedan entrar en la historia, lo que no ha ocurrido en mi caso particular.