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Milarepa

Drama Leo es un joven tibetólogo italiano que acaba de terminar de traducir La vida de Milarepa y se ve envuelto en un accidente de coche con su profesor y la esposa de éste. En el coche destrozado y fuera de la carretera, en campo abierto, Leo comienza a relatar lo que ha terminado de traducir. En el Tíbet, la vida de Milarepa se muestra a través de los mismos actores que interpretaron a Leo, el profesor y su esposa. Sólo al final de la ... [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
16 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liliana Cavani es una directora criada en el cine por influencia materna, a lo que hemos de añadir su experiencia en el campo de la literatura y la filología, así como sus estudios cinematográficos en Roma. Su evolución como cineasta, iniciada con Francisco de Asís (1966), (en 1989 abordaría el mismo personaje en una nueva realización), la polémica Galileo (1969), Los caníbales (1969), o Milarepa (1974), son películas que se suman a su posterior e interesante realización cinematográfica, destacada por un concepto muy introspectivo, nítido en su mensaje y de gran influencia mística como sucede en Milarepa.

Cavani divide su personal visión del protagonista en tres estadios diferenciados: la magia negra o la práctica de la brujería, la magia blanca o el logro de la perfección y de la sabiduría, y la transfiguración o la superación de la materia hacia la perfección a través de la resurrección; siendo en un acto de desdoblamiento en cada uno de los personajes principales, como la realizadora, a partir de un desafortunado accidente, interpretan sus respectivos roles: Leo/Milarepa (Lajos Balázsovits), profesor Bennet/Marpa (Paolo Bonacelli),madre de Leo/madre de Milarepa (Marisa Fabbri), esposa del profesor Bennet/mujer de Marpa (Marcella Michelangeli), tío de Milarepa (George Wang).

La película, envuelta en un dramatismo intenso, cuasi hermético, revela en su lenta, silenciosa y continua narración (como si de un mantra se tratase) el camino que Jetsun hubo de seguir hacia la consecución del tercer estadio. En su mensaje profundamente espiritualista, Cavani utiliza la transfiguración fusionando dos mundos diferenciados: los personajes en su hábitat urbano y el propio del budismo tibetano frente a dos realidades encontradas en un fortuito y accidentado momento.

La constante transfiguración de los personajes pudiera llevar a confusión. Lo que Liliana nos muestra es la proximidad entre los dos mundos opuestos, con los mismos personajes y sus transfiguraciones como es el caso de Leo/Milarepa quien le cuenta a Bennet, el principal afectado, la historia del tibetano Jetsun Milarepa mientras esperan la ayuda necesaria para salir del atolladero, desviando así la gravedad del momento en el que de alguna manera contribuye a calmar la sobria música compuesta por Daniele Paris impregnada en muchos momentos por la similitud con el mantra universal, creando así atmosferas sonoras de profunda introspección.

El film despertó gran interés en el Festival de Cannes de 1974, la misma edición en la que Coppola ganó con La conversación, Pasolini escandalizaría sensibilidades con Las mil y una noches, y Saura mostraría su solidez creativa con La prima Angélica, además de los numerosos galardones y reconocimientos a la extensa filmografía presentada. Los resultados arrojaron interesantes resultados para la Cavani, entre los cuales: la admiración que demostró Pasolini ante una arriesgada película explicando la historia del famoso yogui tibetano i poeta Jetsun Milarepa, o la curiosa atracción que parte del pensamiento de la época mostró hacia su contenido.
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