La envidiosa

Drama realizado por Vincent Sherman (1906-2006) (“El señor Skeffington”, 1944) y escrito por Anna Froelich y James Gunn. Adapta la obra de teatro “Craig’s Wife” (1925), de George Kelly, ganadora del Pulitzer de teatro de 1926. Se rueda entre el 3 de abril y el 23 de mayo de 1950 en los platós de Columbia Pictures Studios (Hollywood, L.A, CA) con un presupuesto ajustado. Producido por William Dozier para Columbia, se estrena el 2-XI-1950 (EEUU). La acción dramática tiene lugar en la residencia de Walter Craig (Corey) en una ciudad indeterminada de EEUU.

Los protagonistas son Walter Craig, joven ingeniero que trabaja para una corporación privada como analista e investigador de productos. Lleva casi 4 años casado y vive en la casa que heredó de sus padres. Es responsable, serio, trabajador, sociable, amigo de los amigos y simpático. Harriet (Crawford), esposa de Walter, es lista, manipuladora, mentirosa, misteriosa, egoísta, fría y calculadora. De joven trabajó en un taller y, luego, en una lavandería, tras el abandono de la familia (su madre, ella y una hermana) por un padre borracho y lujurioso. Es presuntuosa, inhumana y desagradable. Trata a su prima Clare (Stevens) como si fuera un trapo y a las sirvientas (Lotti y la Sra. Harold) como a seres sin dignidad.

Harriet tiene obsesión por el orden y la limpieza de la casa, la conservación del mobiliario, enseres, vajillas, cubertería y ajuar. Hace cerrar las ventanas de la casa a las 11 de la mañana para evitar que el sol estropee los muebles. Es autoritaria, controladora, entrometida y de trato desconsiderado. Clare Raymond, prima de Harriet, vive acogida en su casa desde que murieron sus padres hace algo más de un año. Es tímida, retraída, inexperta y sumisa. No ha tenido todavía ningún pretendiente.

La narración se desarrolla con dinamismo y a un ritmo que es vertiginoso en las primeras escenas para convertirse luego en ágil y sostenido. La atención del espectador se focaliza en el trabajo que entrega Joan Crawford en una interpretación vigorosa, de creciente dureza y de gran fuerza. La actriz se siente cómoda en un difícil papel diseñado para ella, que recoge paralelismos y similitudes con algunos aspectos de su historia personal (abandono del padre, padre alcohólico, trabajo en una lavandería…). La ambientación de la casa es de una sobriedad sorprendente. A ello se añade el discretísimo vestuario del marido, la prima, el personal de servicio y los amigos del marido. Marcan un severo contraste los vestidos que luce la protagonista, en especial el blanco de noche y el traje chaqueta con exageradas solapas vegetales blancas, que chocan visualmente con el color oscuro de la americana y la falda. En los dos casos la indumentaria habla de artificiosidad, falsedad y presunción, de acuerdo con el diseño del carácter del personaje.

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Película de eminente talante psicológico y de carácter cotidiano que llega a la pantalla con un permanente toque de inquietud y desasosiego porque cada situación puede conducir hacia caminos impredecibles.
El argumento gira siempre en torno al atormentado personaje que desempeña J. Crawford y ella asume de buen grado ese papel consiguiendo matices excelentes y de enorme intensidad que ponen de manifiesto su enorme capacidad dramática.
Largometraje serio, trazado con línea de permanente control, vehemente y sutil a un tiempo, sobrio, preciso y certero.

Fallido drama al servicio de Joan Crawford que interpreta el papel de una esposa egoísta, manipuladora, estirada e irascible que trata de manejar a todo el mundo a su alrededor y en especial a su bonachón y un poco apocado marido. Argumento cogido por los pelos, casi de telefime de las 4 de la tarde –pese a basarse en un premiado texto teatral de George Kelly de 1925- a ratos comedia, a ratos caricatura, cuenta con una excesiva interpretación de Joan Crawford –la verdad, el papel no era muy bueno- en la que se caricaturiza a sí misma- las malas lenguas dicen que el propio Vincent Sherman director de la película así lo deseó retratando en realidad la personalidad compleja, manipuladora y esquizoide de la actriz-. Por el contrario Wendley Corey, lleva a cabo un más que digno papel como marido calzonazos que toma conciencia de los manejos de su mujercita. Las mejores cualidades del maestro Sherman brillan aquí por su ausencia, que no consiguió despegarse del origen teatral de la obra ni de los excesos de la Crawford aunque resuelva con su habitual oficio un producto bastante maltratado por el tiempo. Para coleccionistas de Sherman o Joan Crawford.

Pues no está mal este melodrama con vocación de obra de teatro, donde Joan Crawford hace un papel de chiflada obsesiva de los que le van como anillo al dedo. Wendell Corey tiene una cara que le va más a la comedia, pero vale. De hecho, la película tiene por momentos algunos toques de comedieta que no la van mucho, pero tampoco exagera. Va muy bien de ritmo y te enganchas fácilmente en la espiral de disparates que se va convirtiendo en una imparable bola de nieve que por narices tiene que acabar mal. Durante toda la peli es bastante difícil empatizar con Harriet Craig, aunque al final vas teniendo una visión de lo que en realidad es. Planteamiento sencillo, pero interesante peli.

La casa de los Craig marcha como un reloj, pero es un “perpetuum mobile”, un mecanismo diabólico tras las cortinas cerradas y las puertas que no pueden abrirse. Los vecinos están al tanto, pero dentro de la casa nadie parece darse cuenta hasta que un día salta la...¿rana? ¿Harriet?
Magnífica actuación de Joan Crawford, en un papel hecho para ella pero que se percibe totalmente distinta a la realidad que los demás personajes ven.