Así nos ven (Miniserie de TV)

Esta serie mezcla varios elementos fundamentales; una crítica política y de justicia social contra un EEUU que nos ha entregado gran parte de los más miserables y brutales crímenes contra el ser humano, un relato construido en cuatro momentos que van de menos a más, y cuando digo a más, es que el cuarto capitulo es para que te emociones hasta estremecerte y desgarrarte, un casting de 5 niños actorazos que van de aquí al estrellato, y por si fuera poco, te obliga a conectar contigo, a pensar en lo importante.

He visto muchísimas series en mi vida, y esta es la primera que a las 4:31 am me cautivo a hacer mi primera crítica en filmaffinity. No te la pierdas.

Veréis, al margen de la calidad que desprende esta serie, tanto actoral por parte de los cinco protagonistas, ya sea en su etapa adulta o adolescente, como en su dirección, esta serie contiene mucho más.
El principal sentimiento que se trasmite en sus apenas 30 minutos del primer capítulo, y que se respira a lo largo de esta serie, es impotencia. Impotencia por ver la facilidad con la que se puede arruinar la vida de cinco personas. Impotencia porque a pesar de que en el mundo en el que nos ha tocado vivir existe justicia en la mayoría de casos, tardía o temprana, en muchos casos no es así. Y no hablo del ámbito delictivo, sino de cualquier aspecto de nuestra sociedad. Un ejemplo de ello es el momento en el que se menciona a Donald Trump y se dice que algún día se le acabarán sus días de gloria. Estoy hablando de 1989. Actualmente este sujeto es presidente del país en el que ocurrió toda esta tragedia. Lo siento pero con esto déjenme dudar de la justicia.
Vivimos en un momento donde se ha intensificado, más que nunca lamentablemente, el populismo punitivo y la búsqueda de justicia social. En los 90 se pensaba que ese afán por la venganza y por señalar al ¨ enemigo ¨ cambiaría y disminuiría entrado el nuevo milenio. Que casos de injusticia como el que se nos cuenta no ocurran más. Pero ha sucedido todo lo contrario. La gente está cada vez más deshumanizada. Piensan que endureciendo la ley y las penas se construirá un mundo mejor. Todo esto sin valorar el precio a pagar.
Y aquí es donde quería llegar, porque no importa si la persona acusada no es culpable, porque no importa si existe falta de pruebas, lo que de verdad importa es señalar al malo y castigarle, porque realmente no lo ven.
Lo que no ven es todo el daño que se puede causar, un daño como el de alejar a las personas de sus seres queridos y arrebatarles los mejores años que puede vivir una persona, ante el que la sociedad permanece impasivo. No hablamos ya de reinserción social, sino de simple y puro castigo. Que el mundo se sienta más seguro sin importar el coste.
Películas o series como esta son necesarias, no solo por lo bien que sienta disfrutar cintas de este calibre, sino por la misma razón son necesarias las obras sobre la Segunda Guerra Mundial, por el hecho de que es vital que se nos recuerden los errores que cometimos en el pasado, para que aprendamos y no los volvamos a repetir.
Gracias por mostrarnos lo que no vieron, lo que no vimos, lo que debimos ver.

Una desgarradora realidad que aún no hemos superado. Hoy, a 2019. Sí, hablo de racismo. Netflix se ha atrevido con esta nueva y acertada producción, que narra el caso de los Central Park Five en abril de 1989 desde una minuciosa y esclarecedora perspectiva. Nunca había escuchado sobre el caso antes de ver esta miniserie, pero sin duda verla me era necesario; me ha recordado la clase de sociedad en la que vivo.

La serie comienza presentando a los personajes que, de una forma u otra, se vieron involucrados en esa fatídica noche que cambió sus vidas. Sin nada que ver con el siniestro, los cinco jóvenes son acusados de violar y apalear brutalmente a una mujer blanca de 28 años que pasaba corriendo por el parque.

De esta forma la serie se centra en el proceso jurídico que, injustamente, llevó a unos niños de 15 años del parque a la cárcel y en cómo, después de todas las falsas acusaciones y humillaciones que vivieron en sus años de confinamiento, fueron liberados a un mundo que les era desconocido, donde la gente les odiaba y les trataba como animales.

Pensar que fue un hecho real te pone los pelos de punta, porque la serie está tan bien hecha que sufres con los personajes. Había momentos en los que quería estar ahí y gritarles de todo a los policías y jueces que llevaban el caso. Trataban como verdaderos monstruos a unos niños a los que se les quebraba la voz al pensar en las atrocidades de las que les acusaban. Trataban como monstruos a niños que tan sólo eran víctimas; víctimas en una sociedad que los repudia por su color de piel.

Me parece importante destacar la grabación de Trump que se ve en la serie, expresamente sacada de la hemeroteca para la ocasión. ¿Nadie lo ve? En la cinta, Trump apela a la pena de muerte contra unos jóvenes injustamente acusados por su color de piel. “Blanco y en botella” dicen.

Hay un momento en la investigación en el que la acusación pierde toda evidencia contra los jóvenes, se dan cuenta de que no tienen nada contra ellos, incluso hay pruebas fehacientes que demuestran quién es el verdadero culpable. Pero no dicen nada, siguen adelante contra ellos porque, alegan, es demasiado tarde. Es demasiado tarde para no herir su orgullo.

Cosas como esta, presentes en todo momento durante la grabación, me hacían sentir desesperadamente impotente. Pero, pensándolo bien, una producción de este calibre no tendría valor si no hiciera esto, ¿no?

Hacía mucho tiempo que no veía una serie como esta, magníficas interpretaciones, espectacular ambientación ochentera. Empecé a verla atraída por el tráiler, cuando vi que Michael K. Williams formaba parte del reparto fue otro aliciente más para visionarla. Advierto que una vez que empiezas a verla es muy difícil que pares , yo voy por el tercer episodio, temo ver el cuarto porque sé que la voy a echar de menos y es que esta serie quedará para siempre en mi memoria porque muestra tal injusticia que te hace sentir tan impotente que de verdad que hay ratos que sientes verdadera angustia de presenciar lo que está pasando, saber que está basada en hechos reales causa verdadero estupor, mi enhorabuena a productores y realizadores de esta serie. no quiero desvelar la trama , eso sí subrayar las apariciones de hemeroteca de Trump y ojalá que quien visione está producción reflexione sobre lo que acarrearía la pena de muerte… estoy impactada, gracias por leerme y no te la pierdas créeme es de las que siempre recomendarás.

187/22(24/10/19) Loable miniserie (4 episodios) denuncia realizada y escrita (junto a Attica Locke, Robin Swicord, Michael Starrbury y Julian Breece) para el canal Netflix por la nominada al Oscar (por “Selma”) Ava Duvernay, se basa en el documental “The Central Park Five”, relata como en abril de 1989 5 chicos negros fueron injustamente juzgados y encarcelados siendo menores de edad e inocentes de una brutal violación a una mujer de 28 años de edad. Duvernay explora las vidas y familias de cinco sospechosos que fueron procesados por cargos relacionados con la violación y el asalto de una mujer en Nueva York. En los Emmy recibió 11 nominaciones; Jerome ganó como Mejor actor principal en una serie limitada o película, mientras que fue nominado para la serie limitada excepcional y Ellis, Nash, Blackk, Leguizamo, Williams, Blake y Farmiga recibieron todas las nominaciones.

La serie me deja sensaciones encontradas, está el hecho de lo necesario de la denuncia de una justicia torticera, se guía más por la urgencia y el color de la piel, que de buscar la verdad, expuesto en su primer y segundo episodio, con crudeza, dureza, pero también cayendo en lo simplista, los buenos son muy buenos y los malos son peores, sin aristas, resta credibilidad, me resulta complicado creer en la ceguera y cerrazón de la fiscal Fairstein, no duda un segundo de la culpabilidad de los jóvenes, no tiene dilemas, es mala y punto. Aun con estas taras apreciable realización que te enerva y solivianta. Metiendo de modo inteligente a Donald Trump en la trama, por el protagonismo que se tomó, y con ello se proyecta la serie al presente, al estar este racista del tupé en la Casablanca. Pero los dos capítulos restantes caen en lo ya muy visto, sin aportar nada nuevo, sin originalidad. Por un lado el tercero se dedica a la post-presidio de los presos, sus problemas de adaptación, la marginación a que son sometidos, la solidaridad de amigos y familiares, los errores ante la inadaptación, todo en modo déjà Vu. Y el cuarto dedicado al único que fue condenado como adulto, Korey Wise, lo seguimos por varias prisiones, su padecimiento, con palizas y continúas vejaciones, cine carcelario low cost. Esto hasta que llegamos a su entusiasta rush final, muy académico, incluso en el epílogo con los manidos rostros de los verdaderos protagonistas hoy día, ello mientras suena de fono la melancólica versión de Frank Ocean de "Moon River".

El primer episodio se centra en los acontecimientos del 19 de abril de 1989, la noche del ataque, mientras un grupo de adolescentes de Harlem corren hacia Central Park. Entre ellos Antron McCray (Caleel Harris), Kevin Richardson (Asante Blackk), Yusef Salaam (Ethan Herisse), Raymond Santana (Marqués Rodríguez) y Korey Wise (Jharrel Jerome), todos fueron detenidos esa noche por "ilegal". Con los desgarradores interrogatorios de los niños y los intentos de las fiscales Linda Fairstein (Felicity Huffman) y Elizabeth Lederer (Vera Farmiga) de construir un caso con poca evidencia; El segundo es esencialmente un drama judicial, que representa los juicios altamente publicitados que condujeron a las condenas de los cinco niños; El episodio tres sigue a los cuatro más pequeños cuando van a prisión y luego, de cinco a seis años después, regresan y luchan por adaptarse a la vida civil como hombres jóvenes (ahora interpretados por actores mayores). El episodio cuatro se centra en la historia trágica de Korey Wise (Jharrel Jerome), pasó la mayor parte del tiempo en prisión (12 años), donde sufrió abusos horribles y largos períodos de confinamiento solitario.

Tienen mucho valor los dos primeros episodios en el modo de reflejar lo sucedido, la injusticia a que fueron sometidos, emitiendo al espectador la impotencia y rabia ante estos lamentables eventos, donde lo que cuenta es hallar cuanto antes a chivos expiatorios ante el crimen a una mujer blanca , joven, blanca y rubia. En el primero asistimos a la caza de brujas contra estos desvalidos adolescentes, recordándome mucho estos viles interrogatorios al que se ve en la homérica serie documental “Making a murderer” a Brendan Dassey, saltándose cualquier ético profesional, sin los padres presentes, sin abogados, intimidándoles, hastiándolos, dejándoles sin dormir, sin comer, manipulando sus palabras, mintiéndoles: La fiscal Fairstein se obsesionó con que eran de animales salvajes, una manada de lobos (al parecer sin más motivo de al ser de minorías étnicas y pasar cerca del sitio), lenguaje que buscaba deshumanizar a los chicos. Qué más da que no hubiera pruebas de ADN que los relacionaran, o que la cronología fallara; El segundo episodio se dedica al juicio al que fueron sometidos, donde a cada buena noticia para los encausados seguía una mala, y sobre todo la cerrazón de las fiscales, con el testimonio estrella de la víctima, que nada aporta, pues nos e acuerda de nada, pero parece ser que si empujó al jurado a dar satisfacción rápida con la condena a los jóvenes. En este capítulo segundo aparece uno de los objetivos de la realizadora, el entonces solo un millonario mediático Donald Trump, aparece solo unos pocos segundos en una entrevista televisiva pidiendo que restableciera la pena de muerte para aplicársela a los detenidos, una de las madres de los detenidos señala a la pantalla, y dice que no hay que preocuparse, ese multimillonario charlatán se está ganando sus 15 minutos de fama, nadie le hace caso y nadie lo hará (¿?). Con este bocarán la directora manda un mensaje diáfano de que los problemas de entonces hace tres décadas no solo no se han resuelto, si no que están peor.

El episodio 4 es el de más metraje (88 minutos), se dedica casi en exclusiva a Korey Wise, paradójicamente solo acompañaba a uno de sus amigos a los interrogatorios, no fue llamado por la poli, solo estaba en la comisaria por amistad, y le costó la peor de las penas al ser mayor de edad, siendo considerado con 16 años adulto… (sigo en spoiler)