Canción de cuna

Espero que Túnez tras las revueltas populares siga apostando por estas inquietantes muestras culturales, en caso que los barbudos hermanos musulmanes no permitan la exhibición de este cine decadente. Decadente pero muy interesante para nosotros, en la película se cuenta la lucha entre las ideas bárbaras y las conductas tecno-raveras propias del mediterráneo. Una historia de mujeres que se echa de menos al ver comportamientos inocentes y perturbadores por partes iguales. La explosión de surrealismo en la parte media de la película da el gran toque de honor para esta obra para que sea totalmente aconsejable. Una mansión abandonada y okupas con conflictos intergeneracionales, buenos ingredientes en esta sabrosa vianda.

De la mano de Raja Amari acompañamos la vida de tres extrañas mujeres que viven en un pulgoso refugio, bajo una mansión abandonada. Sus vidas están enmarcadas por una especie de Edad media que solo les deja ver como mundo las esquinas de sus cuartos. Entre ellas, la más joven es quien despierta a la vida tratando de ser como una dama, tal vez del cine. No hay más referentes que su inquietud por tomar un cigarillo o depilarse las piernas.
A la mansión llega una pareja. Puebla sus rincones de amor, de música, de fiestas, de finas ropas y olores apasionantes. La vida parece cobrar un nuevo sentido. Pero, sin ahondar en los detalles, las cosas no ocurren como cualquier espectador esperaría: inicia una película nueva en la que un cuento bizarro y casi surreal condimenta el encuentro entre estos dos mundos, el de abajo y el de arriba, el del sótano y el de la decadente mansión. Decadencia en las escaleras.