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Lina de Lima

Drama Lina (35), como muchas otras mujeres peruanas migrantes en Chile, apoya a su familia a distancia trabajando para otra persona en Santiago. Este año, preparándose para su viaje anual de Navidad para ver a su hijo adolescente, Lina se da cuenta de que éste ya no la necesita como antes. Sintiéndose desplazada emocionalmente, comienza un viaje donde se redefine a sí misma a medida que explora sus propios deseos e identidad. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
1 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narrar el mundo interior de una empleada doméstica es un ejercicio interesante, supone adentrarse en la mente de personas que conviven al interior de las familias acomodadas.

Esta empresa ya fue abordada por dos largometrajes chilenos: «Play» (2005) de Alicia Scherson distinguía a su protagonista de origen mapuche como alguien que existía a través de las vidas de sus patrones (de terceros); y «La Nana» (2009) de Sebastián Silva proponía a una mujer llevada de sus ideas, de bajo perfil, que escondía una personalidad delirante. Estos dos puntos de vista eran algo oscuros, aunque tenían en común mundos solitarios, donde sus patrones no se inmiscuían.

La opción de María Paz González es más luminosa, supone una mujer que respira su libertad dentro de un contexto de patronazgo. Su empleador le encarga supervisar los arreglos de una futura casa, donde Lina sin abusar, igual será capaz de pernoctar sin quitarle el plástico protector al colchón.

El primer flashback introduce un sello de la cinta. Lina es un espíritu libre y encuentra cualquier escusa para convertirse en una cantante famosa. La performance artística representa sus sueños y la transición entre la ficción y ese desdoblamiento parece adecuada.

En estos intercalados hay una decisión valiente de la directora, debido a que la estética de escenario es más plana que la ficción de la protagonista. Los formatos se unen mejor en un segundo visionado, pero la continuidad de la historia, esta vez sufre y corre el riesgo de espantar al espectador.

La performance más erótica sigue la misma senda de las anteriores, son intercalados muy planos y aunque la letra es importante para entender, las imágenes resultan chillonas. Representan el mundo de origen, muy peruano, sin embargo, la historia principal acusa el peso de estas disrupciones. En esta parte hay evidentes lagunas narrativas.

La historia vuelve a encarrilarse luego del sexo con otro pretendiente y un diálogo muy divertido, siempre sobre los plásticos, lo que enfatiza que esa casa no es su hogar. Pero Lina conmueve con su humanidad y el humor nos reconecta.

La película es un excelente primer largometraje, con decisiones estéticas discutibles. Los cuadros musicales nunca terminan por convencer, aunque hay valentía en la propuesta y accedemos al alma de esta inmigrante peruana. Las resoluciones de la directora son muy libres, tanto como la protagonista, no sigue patrones estereotipados. Tendrá ripios técnicos de continuidad, pero la historia es genuina y el espectador termina encariñado con el personaje principal.

Los últimos 20 minutos, sin performance, son los mejor logrados. Lina resuelve problemas a su escala, nada dramáticos, regresa a la casa patronal y el guardia del condominio revisa sus pertenencias.

Aunque viva en un mundo de desconfianzas, donde la clase importa, Lina no se hace problemas. Ella es una persona optimista, un alma con mundo interior que siempre tira para adelante.

Guardando las distancias, este personaje muy bien interpretado por Magaly Solier recuerda en algo a la «Gloria» de Sebastián Lelio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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6 de julio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lina es una mujer peruana, aún joven, que trabaja como empleada doméstica de una familia acomodada en Santiago de Chile. Separada, tiene un hijo preadolescente en Lima que vive con su madre. Entre sus tareas, se encuentran cuidar a la hija prepúber del matrimonio y supervisar la construcción de una piscina en una de sus propiedades. La encontramos en vísperas de su viaje a Lima para pasar las fiestas navideñas con su familia. Pero surgen complicaciones.

Lina de Lima es un relato cautivador, donde el personaje interpretado por Magaly Solier (en una interpretación estupenda) nos conquista desde el primer momento. Y no es que resulte entrañable o carismática por simpática sino por su manera de desenvolverse, por su devenir, por cómo afronta las frustraciones de relacionarse con sus seres queridos a distancia, por la manera en que se vincula con su cuerpo y con los hombres, por el camino emprendido, por lo que calla.

Y, porque en una acertadísima decisión de su directora, María Paz González, Lina nos relata sus estados de ánimo e introduce la cuota de melodrama en maravillosos números musicales con ritmos peruanos que va intercalando en el relato, revelando la diva que lleva adentro y que también despunta en otros pasajes de una película.

Más allá de las diferencias de época, resulta inevitable compararla con la Cleo de la película Roma, de Cuarón y, acaso, nos hallemos frente a una responsable pero resuelta anti-Roma.
Daniel B
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21 de julio de 2020
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plana, plana, plana,. No me ha despertado ningún interés. Y los momentos, sobre todo al principio, cuando quiere ser "sorprendente" con unos números musicales penosos, peor. En fin, que no me ha gustado nada y me ha aburrido enormemente. Lástima del tiempo dedicado.
LPShow
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