Glasses (Megane)

Una película para ver cuando uno sienta que tiene ganas de pelearse con el mundo, un paisaje idílico, personajes pausados con un punto de misterio y un argumento que se mueve mas que lento, con tranquilidad. Después de verla te quedas tan tranquilo que parece que nada te pueda afectar.

Una historia maravillosa, con personas que hacen preguntas y encuentran respuestas inesperadas. La película tiene un equilibrio genial entre el surrealismo y un humor muy sutil, que mantiene tu sonrisa durante todo el metraje, al menos yo, me lo pasé fantásticamente.
La trama transcurre lenta y pausada, con una fotografía preciosa y una banda sonora que le sienta como anillo al dedo, donde las pequeñas cosas ganan importancia y adquieren sentidos distintos a los cotidianos.
Esta película me ha enseñado, o mejor, me ha recordado, que yo tambien quiero "crepusculear", en una época, en la que ya no disponemos de tiempo ni interés para observar el mundo con otros ojos.
Sencillamente genial.

La película toda ella es una vacación, una hora y pico de vacación donde el cuerpo, la mente, el alma, descansan por medio de los ojos, los cuales captan la belleza de un lugar costero de Japón donde hay una pequeña casa de huéspedes. Ahí llega una mujer de ciudad recién a pasar unos días de vaciones. Al principio no está a gusto con lo que encuentra, pero poco a poco se dará cuenta de que ha hallado una especie de paraíso sublime, transformador de la existencia. Y es creíble, pues viendo el sitio, donde reina el silencio, la espléndida suerte de dormir en paz, la mar serena con colores maravillosos, la buena comida incluidos unos sabrosísimos gambones gigantes, además del rico helado de hielo picado, etc.

Película para gente no necesitada de tramas ni de argumentos enrevesados, sólo contemplación, sencillez y colorido vital.

Muy recomendable.