¡Oh, qué guerra tan bonita!

Un retrato bufo sobre la Primera Guerra Mundial, con un mensaje trasladable a cualquier conflicto bélico que haya habido en la Historia, o que pueda haberlo en el futuro. Attenborough pone en solfa la guerra desde todos los puntos de vista: la alta política vive en un mundo ajeno, el estamento militar se alimenta de una épica trasnochada y absurda, el nacionalismo irracional es la excusa que puede justificarlo todo… El planteamiento coral de la película, plagada de pequeñas apariciones de ilustres figuras de la escena británica, contribuye a la idea esencial de que la guerra es un teatro macabro en el que todos terminamos jugando un papel, y en el que nadie puede ser mero espectador. El humor funciona mejor en unas escenas que en otras, como no podría ser de otra manera, pero en cualquier caso constituye un elemento que sirve para “democratizarlo” todo. Cualquier aspecto relacionado con la guerra es pasado por el mismo tamiz del sarcasmo y la ironía. Algunas escenas son especialmente brillantes y divertidas. Yo destacaría, por el sentido que otorgan a la película, el llamamiento a filas en el teatro, la ceremonia al aire libre en las ruinas de la abadía y el emotivo plano final. Attenborough demuestra ya en este film un gran dominio de las escenas de muchedumbres, que desarrollará en obras posteriores que le dieron gran reconocimiento internacional. En suma, una película con alguna irregularidad, con un posicionamiento crítico descarado, y que en conjunto resulta entretenida e ingeniosa.

Una película auténticamente increíble; capaz de mezclar el horror de la Primera Guerra Mundial con el humor más hilarante y sardónico. Estrenada en 1969, no sé cómo la verían los supervivientes de la Gran Guerra que por aquel año aún pisaban este planeta, no lo sé ciertamente, porque la verdad hay temas que no deben ser tomados a la ligera… ¿o tal vez sí? Que sea el espectador quien lo juzgue.
Lo cierto es que la película es perfecta en su elaboración, y sin ninguna duda su humor es una mordaz y directa crítica contra los poderes fácticos de la Gran Bretaña de principios de siglo; poderes inefables que condujeron a millones de seres a la muerte en las trincheras de Europa y en los frentes de batalla de todo el orbe. La película crítica a todos; a políticos, a generales, a plutócratas, a potentados, a pacifistas, a belicistas, a los soldados, a los sargentos, si bien hace mayor mella en los que más arriba están.
Y todo ello envuelto en magníficos números musicales con cautivadoras melodías. Una película que no puede evitarse, y de visionado obligado para todo el mundo.

Desde un punto de vista cinematográfico, me parece bastante correcta. Desde un punto de vista musical, me parece excelente.
Es una comedia sobre algo tan terrible e innecesario como la guerra. Me ha recordado al submarino amarillo de los Beatles. Esos jóvenes a los que les destrozaban el cuerpo y la vida tratándolos como monigotes destinados a albergar en su anatomía las municiones cuya venta llenaban los bolsillos de gente sin entrañas. Esa generación engañada, y cuando no forzada a abandonar su vida para defender los intereses de unos cuantos, cara a cara con el salvajismo, la miseria, el terror, la enfermedad, la muerte.
Que Dios nos perdone. O no, él sabrá qué merecemos.