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Siberia

Drama Un hombre huye de su mundo a otro que es extraño y frío, un hombre destrozado que quiere estar solo. Las pieles y el fuego son su único abrigo. Una cueva entre las montañas le sirve de refugio y de hogar. Pero incluso este aislamiento extremo no le trae ninguna paz interior. Una vez más, emprende un viaje, pero esta vez al interior de su ser. Explora sus sueños, confronta sus recuerdos y busca su verdad entre alucinaciones.
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
4 de mayo de 2021
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi creo leer las opiniones airadas de espectadores, bastante irritados, con "Siberia", que sin duda deben encontrarla una obra arbitraria y caótica, casi inexplicable. En parte lo comprendo, porque en algún tiempo a mí también me fastidiaron ciertas obras del director neoyorkino, aunque, por otra parte, desde hace unos años incluso sus obras mayoritariamente denostadas, como ahora "4:44" o "New Rose Hotel" me dejaron gratas sensaciones. Comprendo el rechazo, aunque no por eso voy a renunciar a modestamente defenderla o fijar una explicación para que no quede olvidada en el fondo de la memoria.

Para comprenderla mínimamente, por lo menos sus intenciones, la escueta sinopsis de Imdb es bastante útil: una exploración del lenguaje de los sueños. Recordemos aquello que dijo Borges, que cuando soñamos no vemos a una esfinge y sentimos miedo sino que porque sentimos miedo vemos una esfinge.

Podría decirse que estamos frente a una película de aventuras, pero aventuras interiores, que se adentran en la culpa, los miedos, los sinsabores y algunos momentos de luminosa dicha, periplo por el que Clint, el protagonista, se sumerge para buscar su verdad interior, sanar esos conflictos eternos que lo han desgarrado por dentro y que le han llevado a la situación de aislamiento. La narración se inicia con Clint atendiendo un bar en lo que podría ser Siberia, un gesto absurdo, dado que no habla la lengua de la región y tampoco parece ser su oficio. Pero recordemos la narración en off de los primeros segundos, cuando rememora ciertos viajes de pesca con su padre a Canadá, hecho que parece tener cierto significado para él, ese escenario de probable frío y soledad se funde con este otro lugar de la acción, que en verdad es una metáfora de su incomunicación con la gente y de su sensación de soledad. Es así cómo sabemos que estamos frente un mundo irreal.

Ciertos incidentes en el bar le hacen preguntarse por su situación, entonces descubre una misteriosa puerta que conduce al sótano, es decir, a la profundidad de su mente y ahí, en una maravillosa escena, tiene una revelación al dialogar con su subconsciente y parte a reclamar su alma. Con la lógica espacio-temporal disociada, Clint atraviesa diferentes escenarios del mundo, desiertos y lugares apartados, en busca de enseñanzas que le conduzcan a una mayor comprensión de su interior, pero también para afrontar esas cargas que apesadumbran su mente, han alimentado su culpa y conducido al aislamiento. Todo estos conflictos, además, se exponen de forma adulta, sin sentimentalismo ni falsas soluciones, y aparecen a fogonazos, tal y como ocurre en los sueños.

La sucesión temporal de las escenas muchas veces se realiza a través de la asociación de ideas. Por ejemplo, en cierta conversación recuerda su infancia, al instante descubre unos libros infantiles y de repente está junto a su hijo, se acomoda con él en la cama y le habla. O también, cuando sale de la aislada cantina a iniciar su andadura, con el trineo pasa al lado de un extraño edificio dónde ocurre una escena de tumultuosa violencia. Por un lado esto podría representar miedo que le transmite el mundo exterior y por otro muestra la cárcel como un símbolo del temor. Es así como me pareció que debía mirar las escenas, ideadas como compartimientos estancos, no hay que leerlas de forma literal, si no interpretar el sentido profundo, la sensación o la emoción que fundamenta cada uno de esos momentos y los va conectando hasta formar un puzzle.

Nada podría hacer pensar tras ver el noir "El funeral" o bien "Go Go Tales", quizás sí tras ver "Pasolini", que nos encontraríamos con semejante esfuerzo creativo, una narración que pretende emplear ciertas herramientas freudianas para indagar en conceptos como la culpa y los miedos, en la necesidad de buscar mayor auto-comprensión, y aprender a aceptar los errores y los propios conflictos internos, que aprender a cagarla es tan importante como aprender a disfrutar o bailar. Una obra que a pesar de su escueta duración es capaz de abarcar a través de su ambicioso y audaz estilo tanto lo más violento y tenebroso como lo más optimista y luminoso. Pero claro, estamos frente a Abel Ferrara, no es ningún vocero del optimismo ingenuo, y al final por más que busque cierta paz espiritual y reconciliación, también nos recuerda que no hay ni principio ni fin, que por lo tanto, cuando creamos hallar el bienestar, también debemos prestar atención a esos nubarrones que siempre pueden aparecer en el horizonte y tomemos conciencia de la importancia del instante presente. En el fondo Ferrara siempre ha sido un epicúreo.

Qué duda cabe que, en su etapa de madurez, Ferrara atraviesa un gran momento de forma, entregando un cine honesto a la vez que indagatorio en su forma y su fondo. La llama de su creatividad arde con intensidad. Una de las mejores de un gran director.
Jean Ra
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16 de agosto de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Atractivo

Una de sus principales características su creación de atmosferas. Al tratarse de un recorrido por el subconsciente del protagonista, la película se permite el lujo de crear situaciones dispares en escenarios diferentes. Aunque el sentido de estos cambios no está siempre justificado, Siberia consigue atraparnos con su fotografía. No estaría de más, exaltar el trabajo de Stefano Falivene en esta cinta.

Otro de sus rasgos seductores, como bien describía al comienzo, es la interpretación de Willem Dafoe. Sin duda, se podría decir que carga el peso de la película a sus espaldas. Observarle bailando por los pasillos de su pequeño refugio es una maravilla, sin hablar del carisma que desprende en sus primeros planos.

Por último, Abel Ferrara con Siberia consigue introducirnos fácilmente en su juego. La apertura en off nos introduce en un cuento contado por el personaje principal. Todo cambia en ese universo, traumas y culpas se exponen de mil maneras. Esta forma de representar la historia obliga al espectador a realizar un esfuerzo frente a la pantalla tan bonito como desesperante.

*Rechazo

Aunque el ritmo de la película pueda parecer idóneo respecto a lo que estamos observando. Siberia podría haberse realizado perfectamente en una hora. Muchos de los planos se exceden en duración, lo que hace imposible no visualizar los posibles cortes.

La variedad en los significados no siempre es un rasgo desfavorable, pero esta película no parece incluir información suficiente para desvelar sus intenciones. Es totalmente ambigua, todo queda en la imaginación de los espectadores. Esto provoca que los pensadores, término que valdría para hacer referencia a sus consumidores, se aburran al no poder validar en ningún momento sus continuas hipótesis.

*Cambios

Siberia es un experimento controlado por el subconsciente de una persona con traumas. Los momentos de felicidad quedarán eclipsados por el terror más abominable (cueva), el baile terminará con un golpe de realidad, y la pasión sexual se transformará en amor maternal. La película no para de causar cortocircuitos Algunos de estos provocan rechazo, otros atraen, y otros causan indiferencia. Esto provoca que la película sea inestable como la mente del protagonista. El subconsciente lucha por sacar al exterior los traumas y la culpa, con la finalidad de que Clint encuentre la absolución. Podría decirse que nunca sabremos como termina este viaje, pero las experiencias contempladas en el trayecto son cuanto menos interesantes.

*Conclusión

Sin duda, Siberia de Abel Ferrara no es una película que encaje en todo momento, en concreto donde se busque una desconexión total. Probablemente, sean varios los visionados para descifrar el verdadero significado de muchas de sus secuencias, por ello, obtendrá críticas enfrentadas.

No es una obra de arte, pero tampoco una mala película. Considero que sin la actuación de Willem Dafoe no hubiera tenido el mismo impacto. Su estructura tiene fallos, al igual que su raccord y su ritmo. Esto baja la temperatura y deja bastante frío a todo aquel que se enfrente a la película.

Escrito por Ismael Arias
Cinemagavia
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3 de julio de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se mueve, como se dice ahora, "en otra liga". La de los sueños, la del material con la que están hechos, la del material con el que está hecho el cinematógrafo, más "esencial" no puede ser. Es un goodfella, un macarra. Es uno de los nuestros, dirían Fellini o Lynch. Es uno de los grandes y me alegra que así sea.

Es una de sus mejores películas porque su obra ha ido ganando enteros desde que se "curó". No sé si su vida ahora es un coñazo burgués alejado de sus excesos (como decía Depardieu mirando a cámara en Welcome to NY, no es que no pueda dejar mi adicción al sexo chungo, es que no quiero dejarla y además tengo la desfachatez de romper la cuarta pared), pero su cine no lo es. Es cada vez mejor.

Siberia es el lugar donde está nuestra mente, no es un lugar físico como tal, que lo es y de una grandísima belleza. Es el aislamiento, la frialdad, la soledad más absoluta, la total incomunicación. A partir de ahí, de la autoconsciencia, es más Ferrara que nunca. Es su cine atormentado, que no compasivo y aún menos autocompasivo ni tampoco flagelante. Es simplemente sincero, transpira verdad a cada minuto, no hay sombra de impostura ni de engaño. Es un verdadero artista. La sempiterna culpa, la razón frente a la magia o viceversa, el sexo, la familia, los miedos, los terrores, la religión, la celebración de la vida desordenada, el libertinaje, el bien y el mal, el inevitable pecado y otra vez la culpa. Son sus temas pero esta vez digamos que están más "racionalizados" o son más serenos aunque no sea la palabra que case con su personalidad, digamos que lo trata de una forma menos emocional quizás porque reconozca su derrota. No puede con ellos pero sabe cómo mostrarlos con una sabiduría técnica que nadie negará. Al menos concederle esto.

Las localizaciones y los actores ayudan mucho, especialmente Dafoe que está muy involucrado con Ferrara. Un gran actor y muy inteligente, sabe con quién trabajar, tiene el instinto de un sabueso. Es uno más de esos huskies que tiran del carro.

Magnética, hipnótica, bellísima. Funciona como una serie de flashes de su mente engarzadas en una continuidad narrativa o no narrativa, en una continuidad misteriosa de la que solo conocen los maestros. Ferrara finalmente lo es y me alegro un huevo por ello. El yonqui se convirtió en príncipe.
Bartleby
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25 de febrero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siberia (2019), de Abel Ferrara, podría perfectamente describirse en dos palabras: surrealismo pretencioso. O, como he oído a alguien decir en la sala de Cine Mazarelos: surrealismo, pero del malo. Es cierto que tiene una simbología medianamente potente — sobre todo gracias a la fotografía— que puede ser analizada por unos y otros de mil y una formas diferentes, podemos sobreanalizarla todo lo que queramos, pero al final no significa nada relevante, se podría decir cualquier cosa, todo vale. Toda la tristeza del protagonista, toda la angustia, la soledad, el arrepentimiento, su búsqueda de un algo incognoscible, todo, termina por importarnos un comino porque nada en la película es importante.

Lo único que es salvable de la película es la fotografía, trabajo de Stefano Falivene. Ni siquiera me gustó particularmente la actuación de Dafoe, que parece que no tiene nada que actuar, nada con lo que trabajar, como el resto de los elementos de la película, están un poco por estar. Y ya de estar por estar, es mejor no estar. Es una película para tragar — como también se comentó después de la proyección—, y yo he de reconocer que no la he podido digerir. Es una hora y media —que se hace muy larga— de un no-argumento con intenciones oníricas, en el que el personaje de Dafoe se ve perdido en medio de pesadillas, o sueños, o viajes lisérgicos, algunos más interesantes que otros. Los escasos diálogos no hacen nada por la película, y hay citas de Nietzsche de por medio que resultan del todo insípidas y pretenciosas, de nuevo, como el resto de la película. En resumen, no funciona, es inconsistente e inconsecuente.
Cineclub Mazarelos
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16 de mayo de 2023
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En estado de vigilia entre el Cielo y el Infierno, un pasadizo hacia un rincón del alma que se atraviesa con inseguros pasos...¿hacia adónde llevarán? ¿Es necesario estar consciente para comprender el avance en dicho viaje o quizás es mejor observarlo desde la perspectiva de otra persona?
El viaje nunca cesa...

El viaje, en el sentido más estricto de la palabra, es emprendido por un Abel Ferrara que de un tiempo a esta parte, y con más asiduidad estos últimos años, se ha decidido por descender a lo más recóndito de su "yo" interior, sólo para descubrir lo que hace mucho tiempo lleva volcando sobre su cine: los demonios interiores. Pero su conversión al budismo le ha llevado a practicarlo desde un enfoque distinto a cuando aún se sentía cristiano; ello está marcando toda su obra, y en especial la estrenada hace sólo unos años "Siberia", cuando aún se estaba disfrutando y reflexionando sobre "Tommaso", otro experimento puramente autobiográfico.
Pero en esta ocasión, según él, la historia emerge de la nada, de sus horas en un bar que suele frecuentar en Roma, y su mente se abre de repente hacia otro mundo, uno que "podría ser muy frío" y estar habitado por su gran actor fetiche, el sr. Dafoe. Y ahí empieza el proyecto, porque el precepto de Ferrara es crear cuando uno tiene la oportunidad; se lanza a la aventura: de los gélidos Alpes italianos a Alemania, de Europa al desierto de México. La experiencia física abruma y en pantalla se plasmará la experiencia espiritual, todo forma parte de un recorrido interior preparado para tomar vida propia. Nosotros tal vez no estemos preparados...

La película ya empieza en el lugar recóndito, pero jamás se nos señala que el flemático personaje principal se encuentre en Siberia. El bar que regenta es un agujero de madera en mitad de un paraíso nevado cuya ubicación es desconocida; todo aquí es desconocido: el entorno, el idioma, la razón. ¿Qué ha llevado a este hombre (cuyo nombre, Clint, tardaremos más de una hora en averiguar) a tan monumental exilio? ¿Exilio de su exterior o de su interior? Podría construirse otra epopeya de la búsqueda como en "Tommaso", sin embargo el Dafoe de esta ocasión no es consciente de la evolución y penetración a las que se encamina.
Es preciso estar conectado con todo y con nada a la vez. Con la naturaleza, con los animales, que siempre le rodean, con las personas, pero en un estado de total ausencia; el protagonista no entiende las palabras de los demás, tal vez sólo en esencia, ni entiende la metamorfosis que cambia las aristas de su realidad transformándola en otra distinta. El exilio para buscar, calmar la soledad, desprenderse de lo físico; en el plano más críptico, "Siberia" podría estar ocupada por cualquiera de los personajes de Kiyoshi Kurosawa, pues como Clint también huyen de la opresión exterior y de sí mismos hacia mundos misteriosos ubicados en pequeñas esquinas imperceptibles de la realidad.

Esta pretensión por explorar universos paralelos, zonas oscuras del inconsciente, acerca a Ferrara, en plena iluminación espiritual, a los mismos universos del nipón y por supuesto de Lynch, si bien, y pese a la labor de Stefano Falivene (a la fotografía, dura y bella) y Laura Pozzaglio (a la dirección artística, sublime) por recrear con gran esmero los múltiples y bellos escenarios que surcamos, no logra hacerlos brillar con esa misma luz fascinante del cine del artífice de "Terciopelo Azul" que nos atraviesa los sentidos. Se esfuerza en estimularnos, y lo lleva a cabo con imágenes de gran potencia onírica, a veces muy sugerentes, otras muy perturbadoras y violentas, encontrando en la forma similitudes con Von Trier.
Es un viaje de espectros, y, como el "Liber Novus" de Jung que inspiró al director, podrá parecer una simple locura para el espectador que sólo se queda en la superficie. Los primeros encuentros de Clint son muy físicos y viscerales (el más destacado con la mujer rusa embarazada...la mujer de Ferrara, por cierto (¡!) ), para poco a poco ir perdiendo el control sobre sí mismo y atravesar puertas cada vez más metafóricas, dividiendo su identidad, asumiendo roles externos, en especial los paternos, para adentrarse en la psicología de quienes fueron sus padres y buscar en ello un origen que dé respuesta al presente.

Así Clint asume el papel de padre entregado, el de niño abandonado, el de marido infiel y de vida caótica, hasta esa ruptura crucial en que se lanza directamente a los confines del universo de su interior. Búsqueda "jungiana" de humanidad, evitando permanecer entre "los que no duermen bien y los que se quedan despiertos", búsqueda entre páramos, prados y montañas, en comunión con el mundo natural y puro un alma que se arremolina caótica y en conflicto constante. Al igual que en "El Faro", donde Dafoe quedaba exiliado en un mundo de dobles identidades y monstruos, en "Siberia" el viaje del inconsciente no es muy distinto.
Solo que esta vez él interpreta todos los roles contra sí mismo para dar consigo mismo, del modo que quiera expresarlo ese acérrimo colaborador del director, el también psiquiatra Christ Zois (quien ya puso de manifiesto sus ideas sobre el conflicto de identidad y la paranoia en "The Blackout" y "New Rose Hotel"), o tal vez una imagen que proyecta Ferrara de un auténtico asceta del budismo de la Tierra Pura, con el propósito (porque "no se puede vivir sin un propósito", afirmará acertado Clint) de aspirar a la liberación individual y la búsqueda de un alma que le pertenezca.

Las razones por desgracia se ocultan tras un muro no translúcido, sino opaco e infranqueable (incluso los conflictos de la protagonista de "Inland Empire" eran más comprensibles...) que lanza muchas preguntas pero jamás las contesta.
Cual precepto budista, "Siberia" se plantea a partir de que nada empieza ni termina, el viaje de descubrimiento prosigue, pero debe hacerse tras perder el estigma de divinidad. Al ritmo de "Runaway", disfrutando, bailando, jodiendo, siendo humanos.
Chris Jiménez
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