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Mis pequeños amores

Drama En un pequeño pueblo meridional francés, Daniel, un muchacho que está entrando en la adolescencia, vive feliz con su abuela. Pero se ha de mudar con su madre y el novio de ella a Narbona. Con una situación precaria en casa, Daniel se ve obligado a abandonar el colegio y trabajar como aprendiz de mecánico. En la ciudad descubrirá el mundo de los adultos, al mismo tiempo que despierta su sexualidad. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
7 de septiembre de 2012
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al leer el argumento de "Mes petites amoureuses" se puede tener la falsa impresión de encontrarse ante el clásico relato de iniciación, centrado en un adolescente francés de provincias que, entre unos meses con su abuela y otros con su madre y su nuevo amante, empieza a descubrir el mundo de "Les Liaisons Dangereuses". Sí, hay cosas que pueden sonar a tópico sobado (ese primer morreo en la fila de los mancos del cine, por ejemplo), pero Eustache se las arregla para contarnos lo que parece lo mismo de siempre de un modo completamente diferente. Como todo su cine: un pie en la Nouvelle Vague, pero todo el resto de su cuerpo fuera, redefiniendo temáticas clásicas para llevarlas a un terreno más amargo y desasosegante.

Hay en este tipo de historias de iniciación a la vida, el sexo y el amor cierto componente nostálgico y entrañable que aquí transcurre por medio de una serie de anécdotas sutiles, pero que en ningún momento marcan el tono de la historia. Eustache opta por un montaje cronológicamente lineal, pero muy radical al cortar cada secuencia antes de que se resuelva mediante bruscos fundidos en negro. Como si todo fuesen pequeños flashes de la memoria o, tal vez, como si la conclusión de cada acción no tuviese, en realidad, ninguna importancia. Todo ello ayuda a ver las vivencias de Daniel como un aprendizaje sentimental a base de aciertos y fracasos, en fin, lo normal a una edad en la que se es impulsivo y visceral al mismo tiempo, y en la que todavía no se controlan los códigos que se deben utilizar para obtener sus propósitos.

Como dice el crítico Hervé Gauville, la de los niños y adolescentes de este film "es la soledad vulgar de los conducidos por la vida, que no perciben aún en qué medida el fracaso es un elemento constituyente de su porvenir".
spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
astimegoesby
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7 de julio de 2009
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es dulce la visión del espectador que acompaña al niño, no es especialmente áspera, no hace hincapié en el sexo de forma sensacionalista, como pareciera en algunos momentos que fuera a peligrar, pero felizmente logra mantener la sutileza. Es precisamente el vaivén entre el aparente estancamiento en un pueblo en el que parece ser todo igual y los puntos en los que se rompe ese estancamiento de forma natural, lo que llena esta película. El despertar del niño no se produce de forma grotesca, como se podría producir en algunas películas que sí buscan el impacto como mecanismo para generar una reacción en el público. Pero quedan sugerencias, como momentos en los que se tocan ciertos temas con ironía, sobre todo de parte de los personajes secundarios que logran interesar, distintos entre sí y verosímiles todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
infausta
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21 de febrero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el cine de Jean Esutache no es propiamente 'nouvelle vague' sí se podría acercar a esa corriente del cine francés que revolucionó la historia del medio pero lo que resulta agradable en Truffautt, Rivette o Rohmer aquí no lo es tanto. Si ya en la anterior 'La mamá y la puta' el protagonista no cejaba en su persecución de faldas por las calles de París, aquí el obsesionado por las chicas, ahora niñas, es un niño de apenas 12 ó 14 años. Una persecución psíquica y física que produce momentos incómodos (esos seis paletos siguiendo por una carretera a dos niñas que van tranquilamente de paseo) pero que nunca llega a transformarse en algo muy grave. El mismo Daniel (Martin Loeb) abandona el cine cuando una de las niñas está a su merced, por ejemplo, y no se muestra demasiado interesado en quedar con otra.
No, el verdadero interés del film de Eustache se sitúa en el entorno, en esa madre de vida precaria, en ese español callado y serio, en ese viento que mueve los matorrales de las afueras o en esos personajes secundarios que indagan sobre la vida del niño sin padre. Ahí sí Eustache se muestra conmovedor, con esos fundidos en negro justo antes de acabar el diálogo.
Ojka
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