The Promise (Miniserie de TV)

Es muy jodido intentar explicar algo y no encontrar las palabras para hacerlo.

¿Cómo puedo expresar que justo ahora acabo la serie más valiente que he visto en mi vida? Decir que es maravillosa, que las dos historias se mezclan perfectas y que, ahora sí, en un medio occidental se ha contado de una forma tan cruenta y sin miedo la ocupación Israelí de Palestina.

No sé qué decir, así me han dejado los cuatro capítulos de esta pequeña obra de arte, si ahora mismo tuviese 18-20 años sin duda sería una de esas cosas que te marcan, que te abren los ojos a otras realidades, a otras posibilidades, a esa parte de la historia que siempre callan, que has de ir buscando libros para formarte una opinión que vaya más allá de palestinos terroristas y de pobres judíos. Hasta ahora sólo los libros habían conseguido esa impresión, Mecanoscrit al entrar en la adolescencia, 1984 y Homenaje a Catalunya mientras me mantenía en la edad del pavo, 1992 Operació Garzón, Operación Ogro, Euskadi sin prejuicios y Crónicas de Ramala al entrar en la uni...

No lo sé, no sé cómo decir que es una puta obra de arte, que debería ser de obligado visionado en institutos en vez de intentar que la gente aprenda fechas y datos sin sentido, que explica de una manera descarnada la opresión que el pueblo elegido está haciendo a los que habitaban una tierra que era suya. Quiero decir esto y mucho más pero con la impresión de haber visto el último capi soy completamente incapaz, sólo puedo decir que la busquéis y la miréis. Es dura, reiréis, lloraréis, esperaréis a ver si la prota se lía con no sé quién, pero sobre todo reflexionaréis, y eso, en este mundo de mierda donde nos venden mierdas prefabricadas ya es mucho.

Así que sin más "The promise" el descubrimiento del año.

Pocas veces el cruce entre la vida individual de un personaje y el curso de la historia colectiva se ha utilizado con resultados tan impactantes. En "The Promise" se puede bucear hasta las raíces del conflicto palestino-israelí y al mismo tiempo emocionarse con las situaciones a que se ven abocados sus personajes. El realismo de esta serie es brutal, y sorprende su capacidad para enfrentar al espectador con el drama disfrazado de normalidad, con las contradicciones a que inevitablemente termina por llevar el fanatismo de quienes se creen legitimados por su pasado de víctimas. El efecto es completo gracias a las excelentes interpretaciones de Claire Foy (Erin) e Itay Tiran (Paul), que elevan la fuerza del guión a cotas de genialidad.

...Se nos iluminaría el presente. O como dijo Freud del psicoanálisis: es un medio para reformular el pasado individual, familiar y social (cosa que encaja perfectamente con la historia - y la forma de contarla - que ofrece The Promise).

Esta extraordinaria miniserie (a la que por mi orígen hebreo no califico con 10 por su acentuada parcialidad, dejo antiisraelí y en cierta medida antijudío), se desarrolla en cuatro episodios en los cuales se relatan los acontecimientos vividos por un soldado de ocupación inglesa en Palestina durante los años previos a la declaración de independencia del Estado de Israel. Y simultáneamente, los vividos por su joven nieta londinense en la actualidad, quien con su anciano abuelo agonizante rescata su diario de entre sus pertenencias y comienza su lectura, mientras decide acompañar durante un tiempo al Medio Oriente a su mejor amiga, de doble nacionalidad israelí e inglesa, emplazada a enrolarse en las filas del ejército para cumplir con el servicio militar obligatorio.
Recibida acogedoramente en la lujosa casa familiar de su amiga frente al Mediterráneo, comienza una sucesión de hechos a través de los cuales va conociendo distintas personas, israelíes y palestinos, involucrándose con ellos e interiorizándose del clima político-social característico del conflicto árabe-israelí.
Al mismo tiempo, su propio derrotero interactúa en sintonía con el de su abuelo en épocas de oficial militar en Palestina. Los flashbacks son permanentes, y entralazan cada momento de uno y otro tiempo como en una espiral temporo-espacial perfectamente lograda. Además está casi totalmente filmada en escenarios naturales de Israel, ofreciendo al espectador un viaje por la geografía del país. Y cuenta con algunas descollantes actuaciones, magníficos efectos especiales, etc.

Sin intención de incluir en esta crítica posiciones propias sobre el conflicto en sí, me limito a compartir mis impresiones sobre el producto y expresar que, como una realización de ficción, tiene un componente dramático - cuando no trágico -, un grado de realismo y de actualidad extraordinarios. Y además, cuenta con un muy saludable y encomiable enfoque sobre las contradicciones humanas y sus acciones, aceptadas como éticas en cierto contexto e idénticamente repudiables en otro.
Toma partido - es inocultable - pero no por ello dá motivo de rechazo a quienes, sin fanatismo, dudan sobre cual es el mejor camino a tomar en una tragedia histórica sin solución de continuidad.

De más está decir que la recomiendo calurosamente. Pero con una excepción: fundamentalistas, abstenerse.
O tal vez todo lo contrario...

Erin es una joven inglesa que va a pasar un tiempo en Israel para acompañar a su mejor amiga, una israelí que debe hacer el servicio militar y establecerse en su país después de haber sido criada en Inglaterra. Erin es, además, nieta de un exmilitar, que durante el periodo de ocupación inglesa de Palestina, tras la 2ª Guerra Mundial, fue testigo del nacimiento del conflicto armado entre judíos y palestinos por el control del territorio palestino, en el que se asentó el nuevo estado israelí, desplazando en el proceso a los palestinos allí residentes.
En esta serie asistimos, pasmados como Erin, a este proceso violento que nos parece atroz, del cual, sin embargo, no entendemos todas las implicaciones, porque no es nuestro mundo. Somos, simple y llanamente, ignorantes de lo que está pasando, como ella. La serie muestra muy bien, en mi opinión, toda esa complejidad, o al menos una buena parte, moviéndose hábilmente entre los diferentes frentes. No sólo dos, palestinos e israelíes, sino árabes y judíos no siempre identificados con un pensamiento único. Es decir, formas de pensar complejas, también marcadas por visiones parciales, las de cada ser humano. Digamos, por ejemplo, que estos israelíes no son sólo el pueblo elegido de dios, representantes de una virtud superior, son, también, como cualquier otro ser humano con su particular modo de ver la cosas, que por ser parcial es discutible. Nadie tiene toda la razón, en otras palabras.
La serie representa bastante bien, decía, toda esta complejidad, aunque no se puede ignorar que toma partido por el frente árabe, el de los desplazados, que aquí son, desde la perspectiva de la serie, vistos como la principales víctimas.
Claire Foy, especialmente, resulta muy creíble, salvo por ese vicio tan de este tipo de personajes a los que se quiere mostrar como fuera de lugar que consiste en hacerles parecer directamente idiotas, no, como quizá se debería, ignorantes de una situación concreta. Así la vemos en varios momentos hacer cosas que no son, como digo, propias del que está desubicado circunstancialmente, sino más bien del que es simplemente idiota. Tampoco es muy interesante el actor que representa al abuelo, en mi opinión, con esa cara de no se sabe muy bien qué que muestra prácticamente siempre, como una pose, más que como la representación de un estado de ánimo.
Son pequeños fallos que no desmerecen el conjunto, muy intenso en general.