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Espera la oscuridad

Intriga. Thriller El fotógrafo Sam Hendrix conoce en un avión a una modelo. La joven lleva consigo una muñeca llena de droga y la cambia por una muñeca de regalo que lleva Sam sin que éste se dé cuenta. Más tarde, en Greenwich Village, dos delincuentes que tratan de recuperar la droga se encuentran en el apartamento del fotógrafo con Roat (Alan Arkin), un despiadado criminal que ha asesinado a la modelo porque intentaba traicionarlo. Su conversación se ... [+]
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
6 de abril de 2011
57 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de esta película tiene un sugerente prólogo, ajeno a lo cinematográfico. En 1944 Terence Young no era aún director de cine, tal vez ni lo había pensado. Era miembro del ejército británico, herido en la batalla de Arnhem. Le cuidó una enfermera voluntaria muy joven, de 15 años, más que delgada flaca, casi escuálida: Edda van Heemstra Hepburn-Ruston, de familia aristocrática angloholandesa expoliada, estudiante de ballet que soñaba con dedicarse a la danza.

Años después, la joven enfermera era mundialmente conocida como actriz, brillante en todos los registros del arte interpretativo, desde la comedia al drama pasando por el musical (la lista quita el hipo: “Vacaciones en Roma”, “Sabrina”, “Desayuno con diamantes”, “My fair lady”, “Guerra y paz”, “Historia de una monja”, “Dos en la carretera”…): Audrey Hepburn.
El soldado, por su parte, había dirigido unas cuantas películas, entre las cuales los primeros títulos de la triunfante saga de 007.

Audrey Hepburn recibió la oportunidad de llevar más lejos, si cabe, su arte como actriz en un papel de enorme dificultad técnica: el de una ciega asediada en un apartamento por gangsters dispuestos a someterla a engaños, amenazas y maltrato. Para detectar los trucos, la invidente despliega un sexto sentido, en realidad viva inteligencia, procesamiento óptimo de los datos obtenidos a través de una atención alerta.

El pulso con los atacantes se desarrolla mediante gran ritmo y una tensión magnífica.

Es debido al ajustado guión, que aprovecha la obra dramática original (de Knott, guionista de “Crimen perfecto”) y su compacta unidad de espacio y tiempo; a las buenas actuaciones del reparto; a los detalles de creatividad en la realización de Young, como la extraordinaria secuencia en pantalla negra, con acontecimientos cruciales narrados a través de sonidos, secuencia que, al prescindir de la imagen, anticinematográficamente en apariencia, funde al espectador con el proceso mental de la protagonista, en magistral maniobra al servicio de la narración.

Pero es debido, sobre todo, a la inspirada presencia de Audrey Hepburn. Hay palpitación extrema. Un ser encantador afronta con admirable coraje una trampa mortal. El suspense se multiplica a causa de su especial fragilidad, su indefensión. No es un sufrimiento efectista ni barato. Como la actriz cautiva al espectador, éste vive en acentuado vilo el peligro y la incertidumbre.

Si alguien no se ha enamorado todavía de Audrey, ésta es la película.
Archilupo
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19 de abril de 2006
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Terence Young, especialista en obras de acción y aventuras, fue producida por Mel Ferrer, a la sazón marido de Audrey Hepburn. Se rodó en NYC, Montreal y en los Estudios Warner (California), con un presupuesto estimado de 4 M dólares. Adapta al cine la obra de teatro homónima de Frederick Knott. Se estrenó el 26-X-1967.

La acción comienza en Montreal y se desarrolla en un apartamento de NYC, a lo largo de unas 18 horas. Narra la historia de Susy (Audrey Hepburn), ciega a causa de un accidente de circulación, casada con Sam Hendrix (Efrem Zimbalist Jr.), fotógrafo, que le salvó la vida. Durante un vuelo Montreal-NY, Sam recibe en custodia una muñeca de trapo, que contiene una partida de heroína. Los destinatarios de la misma emprenden la búsqueda de la mercancía, que suponen escondida en el apartamento de Sam. Lo que iba a ser una operación sencilla se complica cuando Susy llega al apartamento.

La acción principal tiene lugar en la sala de estar de un apartamento neoyorkino, situado en un semisótano, con luz exterior, pero sin vistas. El escenario recuerda los de otras películas, como "Crimen perfecto" (1954) y "La ventana indiscreta" (1954), de Hitchcock. El guión de la primera fue escrito por Frederick Knott, en una adaptación de otra obra de teatro propia. La película explora las posibilidades de defensa y autoprotección de una muchacha ciega, de autonomía limitada. La crueldad de los malhechodres se enfrenta con la vulnerabilidad de la chica en una lucha desigual. Ellos hacen uso de la seducción, la manipulación, el engaño, la desmoralización y el amedrentamiento de la víctima, que se defiende con inesperada tenacidad, gracias a un factor no tenido en cuenta por los asaltantes: la capacidad de percepción auditiva, emocional e instintiva que ha desarrollado Susy en poco tiempo. El fracaso múltiple de los criminales lleva a Harry Roat (Alan Arkin) a optar por la violencia física, a la que se opone la inteligencia, la imaginación y la perspicacia de una mujer vulnerable y ciega.

La música, de Henry Mancini, eleva el clima de suspense con composiciones atonales y disonantes, que trasmiten sentimientos de tensión e inquietud. Añade una bonita canción, que exalta las capacidades de las personas con discapacidad. La fotografía crea un juego magnífico de luces, sombras, contaluces, claroscuros, oscuridades parciales y oscuridad absoluta, de gran belleza visual. El guión, rico en matices y recursos, propone un relato absorbente, en el que se dan cita la sátira, la intriga y un extraordinario crescendo de violencia. La interpretación de Hepburn, magnífica, le valió la quinta nominación al Oscar. Alan Arkin tiene una intervención versátil (interpreta varios personajes) y memorable. La dirección construye un drama sólido, convincente y eficaz.

Película de grandes interpretaciones, excelente música y brillante fotografía, que asocia humor, drama, intriga y terror.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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24 de julio de 2008
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de cuatro años especializado en el señor Connery y su 007, llega en 1967 Terence Young para presentarnos una obra inmensa con un gran cambio de registro de mi sempiternamente venerada Audrey.

Ya no tiene la frescura que antaño nos conmoviera en "Vacaciones en Roma",

ni comerá un croisant enfrente del escaparate de Tiffanys (donde nunca nada malo te puede pasar),

no nos encontraremos con la florista más adorable tratando de pronunciar "la lluvia en Sevilla es una pura maravilla",

ni seguirá tan bella como incansablemente perseguida por un elegante Cary Grant en "Charada",

ya no es la Audrey que nos llenó de tantos y tan buenos papeles... Ahora es un ángel esquelético y ciego que lucha contra un complot que tendrá lugar entre las paredes de su casa.

Pero quien tuvo, retuvo, indudablemente y de forma magistral nos lleva por los sentimientos y sensaciones que le provoca el mar de incertidumbres que se le abren paso.

Película imprescindible, eléctrica, que te engancha y que disfrutas cada vez que la ves, porque ¿quién se conforma con disfrutar sólo una vez de algo tan bueno?
saudade
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5 de agosto de 2006
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Portentoso film de intriga bien conformada, desasosegante e intranquilizante que desde un primer momento ya muestra sus principales bazas, dejando la presentación de personajes en un espacio reducido pero conciso y dando lugar a unos primeros minutos verdaderamente trepidantes, donde los diálogos y situaciones no dan tregua al espectador en ningún instante, haciendo de su brillante trama la mejor arma que podemos hallar en dicha propuesta.
Y esque, de un trabajo que podría parecer poco más que simple, se saca un jugo impresionante, teniendo como base un guión firme y aprovechado al máximo, colmando todas las aspiraciones que pudiese contener, haciendo de la película algo más que una mera intriga barata y aportando verdaderas bazas para conseguir mantener enganchado al respetable durante todo el transcurso y para que el desarrollo pueda resultar tan factible como sorprendente.

Todo lo demás, corre a cargo de Audrey Hepburn, que realiza una de las mejores interpretaciones que servidor haya podido ver por parte de una actriz en pantalla, matizando su personaje notablemente y logrando que el público llegue a estar pendiente de cualquier cosa que pueda sucederle a la protagonista.
Pero ello, sin olvidar la loable dirección de Terence Young, que juega todas sus cartas a la perfección, aprovechando al máximo un espacio que perfectamente podría pasar como teatral, y jugando con elementos como la oscuridad o la inquietud haciendo que su filón resulte absolutamente convincente. La banda sonora que añade, también es magnífica, explota las cualidades de una cinta ideada con meticulosidad y se mezcla a la perfección con las imagenes en pantalla. Sin dejar de lado el logradísimo trabajo realizado con la fotografía, que no entorpece el ritmo ni de las secuencias más complicadas, mediando como gran vehículo para que en ningún momento pueda llegar a declinar el resultado final.
Tampoco hay que olvidar la labor de unos secundarios acertadísimos, haciendo que sus papeles no sean meros esbozos y consiguiendo con magnificencia que hasta el espectador pueda llegar a creer lo que está sucediendo en pantalla.

Para todos aquellos que gusten de intrigas palpitantes y desquiciantes, aquí tienen una obra de lo más completa, a la que pocos elementos le faltan para terminar de cuajar a la perfección, pero que juega soberbiamente con un entramado notable y desgranado en forma de situaciones con sencillez, pero complejamente al mismo tiempo.
Quizá esta es la cinta que le tendrían que haber pasado al bueno de Fincher antes de rodar La habitación del pánico, sólo puede que de ese modo hubiese arreglado mínimamente el intento de guión que le sirvió el normalmente eficaz David Koepp. De todos modos, no nos engañemos, la sobrevalorada Foster no es, para nada, esta maravillosa Hepburn, ni se le acerca..
Grandine
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29 de enero de 2006
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que en principio prometía (y se ha cumplido, ojo) ser una película de intriga, se convirtió en una de las obras teatrales que más me han gustado. (Entenderán el comentario los que sepan que estamos ante una adaptación de una obra teatral.)

Muchas veces uso el término "teatral" en tono peyorativo cuando habo de cine. No es que me moleste ver teatro en una pantalla –¿por qué no iba a gustarme ver así lo mismo que me encanta en vivo?–, lo que pasa es que el cine ofrece otros recursos y, cuando se intentan mezclar éstos con los del teatro, si no se hace bien, el resultado puede ser aburrido, o hasta ridículo. Cuando sale mal, uno preferiría que se hubieran ceñido sólo a uno de estos dos mundos.
Pondré un ejemplo. En teatro queda bien que el actor gesticule mucho y hable en voz alta, pues los espectadores se encuentran muy retirados. Sin embargo, en determinadas películas, eso quedaría muy falso. Sólo cuando la historia es muy buena se puede permitir un cineasta concederle a ella todo el protagonismo, aunque su labor se reduzca a plantar la cámara y no moverla.
Éste es uno de esos casos. Además, la labor del director mejora la propuesta original, pues nos deleita con primeros planos de la angelical Audrey Hepburn, mi amor platónico más reconocido en una de sus más grandes interpretaciones.
jastarloa
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