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Vortex

Drama La historia sigue a una pareja de ancianos. Él tiene problemas de corazón y ella padece Alzheimer. Una mirada cercana a la realidad de este matrimonio que trata de lidiar con sus enfermedades y el paso del tiempo.
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
27 de septiembre de 2021
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vortex fue anunciada a escasos días de la inauguración del Festival. Poco se sabía de ella: una divisa ("Life is a short party that will soon be forgotten"), un protagonista (el consagrado director de giallo Dario Argento) y una imagen (un rostro cubierto, quizá asfixiado, por una sábana). Su estreno mundial —el más vespertino de todo el certamen— estaba programado para las 11h de la noche en el Teatro Debussy. Sin embargo, la alegría habitual de Bill Murray, ocupado repartiendo rosas entre el público al terminar la proyección que precedía a Vortex, retrasó su inicio hasta la madrugada. Mientras tanto, masas ingentes de fanáticos de Gaspar Noé (el cuello de la chica de delante rezaba IRREVERSIBLE en tinta negra) se amotinaban impacientes en la entrada. Pero, ¿acaso la nocturnidad y posible alevosía no hacían sino añadir expectación al último crimen del enfant terrible del cine francés actual? Cuando por fin ocupo mi asiento —solo a unos metros por encima del propio Noé, Dario y Asia Argento, Françoise Lebrun o Tilda Swinton, entre otros— comienzo a inquietarme, embriagado por el sudor, los aplausos y los gritos de emoción que presidían el auditorio. Sabía que esto era lo más cercano que estaría a un espectáculo de gladiadores en el s. XXI. ¿Quién sería el protagonista esta vez? ¿La sangre, el sexo, la adicción, el incesto?

Las luces se apagan y la pantalla se funde en negro. En la primera escena, dos ancianos entrañables se comunican de ventana a ventana para reunirse minutos más tarde y copa de vino en mano en el patio de su inmueble parisino. La vida es bella y el mundo un lugar amable y hermoso, así que me pregunto qué le esperará a nuestra pareja octogenaria. ¿Una brutal violación de 9 minutos como en Irreversible? ¿Un angustioso viaje psicotrópico como en Climax? ¿O una muerte infeliz como en Enter the Void? Pero nada de esto ocurre. Nos sorprendemos (creo hablar asimismo por el resto de la audiencia) cuando lo único que se cierne sobre los protagonistas es la vejez y sus inescapables miserias: la enfermedad, la muerte, el olvido.

A excepción de su magnífica primera escena, la pantalla de Vortex queda dividida en dos durante la totalidad del metraje. Noé, influido por los últimos días de su madre, transmite así su visión fatalista del trayecto vital: un espacio reducido y bien acotado de soledades compartidas. De esta forma dedica grosso modo una mitad a Argento y la otra a Lebrun. Sus actuaciones, que recuerdan al Harry Dean Stanton de Lucky en tanto que leyendas del cine que se interpretan a sí mismas en el epílogo de sus vidas, son apabullantes. También merece una mención el papel de hijo de Alex Lutz, próximo al camello desdichado de Enter the Void.

Aunque Gaspar Noé recurre a medios más ortodoxos que de costumbre, Vortex resulta tan demoledora y liberadora como cualquier otra de sus películas. Sus similitudes evidentes al Amour de Haneke funcionan más como homenaje que como copia. Es sincera, personal e inesperadamente bonita. Cuando abandoné la sala tras una ovación de varios minutos, recuerdo respirar el aire húmedo de la madrugada con el mar de fondo. Me sentí feliz.

Vista en première en el Festival de Cannes 2021.
Carlos
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30 de julio de 2022
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La vejez es la única enfermedad de la que uno ya no espera curarse jamás”, decía el personaje Mr. Bernstein en la archiconocida película ‘Ciudadano Kane’, pues no hay solución para el estado senil.

Gaspar Noé, habiendo vivido la muerte de su madre bajo la degeneración mental causada por el Alzheimer, después de haber vivido una experiencia cercana a la muerte por hemorragia cerebral, y metido de lleno en una pandemia mundial; decide hacer un largometraje sobre la etapa final de la vida: la senectud y su desenlace inevitable.

Una pareja de ancianos, que vivieron mayo del 68 como unos jóvenes intelectuales de izquierdas, brindan en 2020 sobre el futuro y porqué la vida es “un sueño dentro de un sueño”.

La demencia se explicita con la división de pantallas, que lleva hacia una soledad compartida, dejando ver los momentos de incomodidad que genera el ‘otro’ y el ‘uno mismo’. Porque la incomodidad, la insatisfacción, sola o compartida, es inevitable, y solo hace que ir en aumento a medida que avanzamos hacia nuestra propia muerte. Y me atrevería a decir que el film va sobre esto: sobre el sufrimiento que inexorablemente 'in crescendo' nos va asfixiando paulatinamente hasta su resolución última, que es la muerte, reduciendo a cenizas inútiles todas nuestras acciones realizadas en vida.

Siendo esta la película menos violenta del director (en un sentido explícito), es acaso la más demoledora; porque nos enfrenta a la pantalla como el espejo de nuestra propia vida y la fatalidad inevitable de nuestro destino; porque aquello que más duele es la realidad, no la ficción, es la verdad, no la falsedad; y esta película, improvisada en su mayoría (con un corto guion de 7-10 páginas), es un golpe de realidad tremendo.

En ‘Solo contra todos’ nos dice:
“Se nace solo, se vive solo, se muere solo”
En ‘Irreversible’ aparece en grande:
“El tiempo lo destruye todo”
En ‘Climax’ se rezaba:
“Existir es una ilusión fugitiva.
Nacer es una oportunidad única,
Vivir es una imposibilidad colectiva,
Morir es una experiencia extraordinaria”

Todas estas sentencias encajan perfectamente con ‘Vortex’, porque las obras de Gaspar Noé siempre tienen como tema la vida misma: la condición humana compartida por todos nosotros. Y quizá ésta sea la más personal y documental en sentido autobiográfico, es decir, la que expresa de manera más intimista la condición humana.

Al principio del film ya nos dice que es una película “dedicada a todos aquellos a los que se les pudre el cerebro antes que el corazón”. Pero es una película que, más allá de la demencia senil, nos explica de manera cruda y sin rodeos algo por lo que todos tendremos que pasar: la degeneración vital, repentina o paulatina, que culmina en un sufrimiento agónico del cual nos liberamos gracias a la muerte.

Al terminar el largometraje tuve la oportunidad de preguntar a Gaspar sobre la relación entre el sufrimiento humano y su creación artística. Él dijo que sus películas también son alegres, aunque traten temas duros, y que hay un goce en el propio hacer cinematográfico. Mas es un goce que sirve de contrapunto necesario al sufrimiento vital, y que su desenlace siempre es trágico (con toque cómico). Porque la vida es una tragicomedia que Gaspar Noé nos expone a través de su obra fílmica como el mejor de nuestra época.
ejecutor98
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12 de agosto de 2022
27 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tengo mucho que decir sobre Gaspar Noé.

Las pocas cosas que he visto de él (unas mejores y otras peores) me han parecido sobrevaloradas y desde luego, esta mirada a la vejez me ha resultado, de largo, lo peorcito que he visto de él. No es original en su planteamiento, no alberga grandes sorpresas en su narración de una historia que, encima, dura muchísimo para contar poco y a un ritmo tan pausado que acabé viendo la película a doble velocidad por saber cómo acaba sin siquiera perderme nada de los diálogos.

Lo de filmar en doble plano la misma acción tampoco es nuevo y aunque empieza aportando cierto dinamismo, al rato se vuelve igualmente innecesario.

Todos sabemos que toda vida es un proceso de demolición, que la vejez consiste en ir perdiendo facultades y esperanzas, la edad de la memoria, etc. Pero hay muchas formas de contar eso. Si eliges la narración cruda, dura y sin fisuras, al menos confiérele ritmo a lo que cuentas, danos algo por lo que estar más de dos horas atendiendo a tu película.

Esto ya lo ha hecho Haneke mucho antes con Vivir, y mejor. Me he aburrido de lo lindo para al final, ver una historia que ya se ha contado y con mejores mimbres.

Poco más que decir. Si lo sé no aguanto hasta el final. Menudo rollazo.
Alvart el terrible
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22 de octubre de 2021
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo trabajo del cineasta argentino Gaspar Noé, del que siempre se puede esperar algo diferente y alejado de lo convencional, es una historia dramática que tiene como protagonistas a dos ancianos que viven en París y están enfermos. La película se presentó en la pasada edición del Festival de Cannes, y en nuestro país se proyectó por primera vez en la sección Zabaltegi-Tabakalera, ganado el premio a la mejor película de la sección.

En esta ocasión Noé aporta su visión personal sobre la vejez, inspirado por lo que fue la historia personal de su madre en los últimos años de vida, y lo hace buscando provocar tensión en el espectador planteando unas situaciones extremas con las que se tienen que enfrentar ese matrimonio mayor.

Hasta la fecha no había conectado con los trabajos anteriores del director, pero tenía muchas expectativas puestas en esta película que se han cumplido. El tema no es novedoso, ya que está presente en algunas películas clásicas europeas, y más recientemente en "Amor" de Michael Haneke, una película que nos vino a la mente mientras estaba viendo "Vortex", y abordando la decrepitud del ser humano.

Con una duración cercana a las dos horas y media y con un ritmo pausado, aportando unos toques diferentes a nivel formal, con el empleo de un formato de pantalla con una división en dos partes para obligarnos a seguir de manera paralela a los dos personajes, lo que requiere una mayor atención del espectador a la hora de seguir la historia, con una parte final predecible, pero que sigue produciendo angustia, y que sigue manteniendo la esencia del cine del director.

Para los papeles protagonistas, el cineasta argentino residente en París ha contado con la veterana actriz francesa Françoise Lebrun para interpretar a la anciana que tiene una enfermedad mental, y con uno de los iconos del cine de género, el director italiano Dario Argento como ese escritor mayor que tiene problemas graves de corazón y al que no le conviene una vida de sobresaltos como la que le provocan las acciones realizadas por su mujer. Ambos están magníficos, en unos papeles muy diferentes pero que sacan adelante con solvencia, en unas actuaciones que son fundamentales para mantener la tensión de la historia y provocar angustia en el espectador. Junto a ellos tiene un papel secundario en cuanto a tiempo de aparición en pantalla Alex Lutz, que cumple como el hijo único de ese matrimonio, que es adicto a las drogas, cuyo personaje tiene un par de conversaciones importantes con su padre.

A nivel técnico la película destaca por el empleo de ese formato dividido de pantalla que, sin ser novedoso, requiere de una gran planificación y de cuidar al máximo cada una de las escenas. Un gran trabajo de Noé en la dirección, así como del director de fotografía Benoît Debie.
No es una película sencilla ni fácil de recomendar, aunque puede tener su público, ya que su punto de partida es sencillo, y el director busca provocar, en unos sentimientos encontrados de amor y odio. Si buscan experiencias diferentes y un cine original no se la puedan perder cuando se estrene en los cines españoles.

LO MEJOR: Conseguir la atención hasta el final. La dirección y las interpretaciones.
LO PEOR: El desenlace no sorprende.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en http://www.filmdreams.net
WILLY74
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23 de junio de 2023
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de decir que a mí Gaspar Noé nunca me ha llegado a alucinar. La vez que más me convenció (sin lanzar las campanas al vuelo) fue con su mediometraje experimental “Lux Aeterna”. Su cine no me sacude o retuerce como le pasa a mucha gente. A mí me parece que pretende emular Lars Von Trier, pero no llega a sus cotas creativas (cuando las alcanza también el director danés) ni a ser tan visceral.

Sin llegar a tener tanta fama y sin pretender ser tan polémica, me interesa más su pareja, Lucile Hadzihalilovic, menos prolífica, pero cuya atención me la llamó ya en su nada fácil de ver “Evolution”.
Ahora, después casi de una década de “Amor”, Noé hace una película con muchos paralelismos con la Haneke a nivel de escenario y sobre todo de personajes protagonistas.

El motivo no lo entiendo, así como la aceptación de parte del público como de los críticos profesionales, algunos muy afectados por lo que han presenciado como Desirée de Fez, de Fotogramas, en la que asegura que “se observa de cerca la decrepitud” o Xan Brooks de The Guardian “reflexiva e implacable”.

Yo a todos los que les ha impresionado o andan obsesionados con la enfermedad y la vejez, les pondría a ser cuidador de algún ser querido al menos un año, pero no haciendo “la visita del médico”. No, no, qué va. Desde por la mañana hasta la madrugada, todos los días del año. Sé que no todos valen para eso, pero así verían que tanto “Amor” como el caso presente se quedan en el cascarón que las envuelve, no bucean en el contenido.

Intentaré no hablar más del film de Haneke, que pienso que está muy sobrevalorado y que tenía un título erróneo. Como ya dije en la crítica en su día, se podía haber titulado: “Compasión”, “Misericordia” o “Marrón”, pero “Amor” no. No se veía amor en ningún momento. En el film de Noé al menos si se ve amor entre sus protagonistas, la relación entre ellos es más cálida y afortunadamente ni son tan intelectuales ni aburridos. Y al menos suena música de cuando en cuando. Es el único punto superior que tiene.

Ningún pero a las interpretaciones, y eso que si las comparamos, Emmanuelle Riva dejó el listón por las nubes, pero tanto el director de cine Dario Argento como, sobre todo, Françoise Lebrun hacen un trabajo notable. Incluso Alex Lutz en su breve papel está bien.

Y se acabó. La película me la sabía nada más empezar y sus dos horas casi y media se me hicieron largas, muy cuesta arriba, porque el final también lo sabía, a los cinco minutos. Y no es que yo sea un ser muy inteligente, es que es un calco del film de Haneke, aunque Noé recurra a la pantalla dividida, que podrá parecer algo muy “vanguardista”, eso es más antiguo que el hilo negro, y Brian De Palma era un experto hace ya casi medio siglo.

Y vuelvo al mismo punto que antes aludíamos: ¿qué intención ha tenido su “autor”? No se sabe, pero poco importa, porque su película no aporta absolutamente nada, ni reflexión, al menos a mí, ni nada que no sepamos de antemano. No cuenta nada nuevo ni relevante. Para eso que se hubiera a una residencia de ancianos donde se les maltrata, hubiera asustado más a todos, aunque con el mismo absurdo objetivo gratuito de poner al público enfermo y traumatizarlo.

Igual dentro de algunos años, como el cine español va casi siempre tarde, a algún oportunista se le ocurre hacer una nueva versión de ambas películas, en la que tampoco creo cuente nada, pero igual recibirá la aprobación de muchos.
Maggie Smee
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