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Que se haga la luz

6,8
268
Documental. Bélico Documental rodado en el Hospital Militar Mason de Long Island (Nueva York). El narrador es Walter Huston, el padre del director. Describe la vida de un grupo de soldados traumatizados por la guerra desde su llegada hasta que son dados de alta. El ejército impidió su distribución hasta 1980, en que se exhibió comercialmente. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
2 de junio de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me extraña que este documental, grabado en el marco de la serie de documentales durante la Segunda Guerra Mundial para relanzar la moral del frente doméstico, estuviera prohibido hasta 1980, porque el cínico John Huston lo que consigue aquí es mostrar la realidad de la dura vuelta a casa para los soldados y el síndrome postcombate ,antes de que se inventara ese término. Si John Huston había hecho trampas en su trabajo, muy bueno por cierto, del documental "San Pietro", al usar actores profesionales en algunas tomas y utilizar otro pueblo para grabar diferente al del título de la obra, aquí desde el principio se advierte que no hay actores ni guión establecido, sino que se han grabado libremente las terapias de los pacientes.

Las caras y expresiones lo dicen todo de los soldados, sin que nos haga falta más explicaciones.

"Ninguno tiene cicatrices ni heridas por fuera pero están tan heridos como los que van en camillas".
peleon
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13 de diciembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental sobre un centro psiquiátrico de militares traumatizados.

Recomendable para los amantes del cine, de la vida, y al interesado en realidades diferentes como la de los traumatizados psiquiátricamente por la guerra.
Documental rodado en el Hospital Militar Mason de Long Island (Nueva York). El narrador es Walter Huston, el padre del director. Resulta exagerado que censuraran esta película hasta 1980, incluso es una película bastante ingenua comparada con muchas películas violentísimas que ya se hacían en la década de los 60.

Me circunscribo a la crítica de referencia de Tom Reagan como completa para esta película y solo quiero aportar dos reflexiones:
1º resulta increíble que se haga un documental de nivel de la realidad de un psiquiátrico (¡en 1946!) lo que recuerda los prejuicios terribles sobre los trastornos mentales que durante siglos se intentaron ocultar porque los soldados eran victoriosos o morían pero ninguno quedaba con secuelas y menos aún psiquiátricas.

2º Que John Huston dijo que fue la mayor experiencia espiritual que había vivido, y describía la enfermedad mental como una imposibilidad de amar.

La verdad es que a pesar de la dureza de algunas imágenes son imágenes naturales de unos enfermos traumatizados con sus tics, nada en absoluto morboso, de hecho es algo que te reconcilia con la vida.
Alfonso Marlowe
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11 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
10/10(10/01/21) Turbador, valiente y controvertido documental dirigido por el enfant terrible de Hollywood John Huston, pionero en tratar de modo crudo los problemas mentales de los combatientes en conflictos bélicos, despojando de glamur la contienda, siendo protagonistas los modos de enfrentar estas taras psíquicas, sirve como documento histórico de como los médicos entonces ‘combatían’ estos problemas. Última de una serie de cuatro películas dirigidas por Huston mientras servía en el Cuerpo de Señales del Ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Con la intención de educar al público sobre el trastorno de estrés postraumático y su tratamiento entre los veteranos que regresan, la presentación sin guión de la discapacidad mental de la película llevó a “Let There Be Light” a ser suprimido por el gobierno de los Estados Unidos; no fue estrenado hasta la década de 1980. Al desmovilizarse cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército de los EE. UU. Tuvo la tarea de reintegrar a los veteranos militares que regresaban a la sociedad en tiempos de paz. Un obstáculo al que se enfrentaron los veteranos fue el estigma que rodeaba al "shock de guerra" o "psiconeurosis", los antiguos términos para el trastorno de estrés postraumático. Para convencer al público, y especialmente a los futuros empleadores de estos cuando volvieran a la vida civil, de que los veteranos que estaban siendo tratados por inestabilidad mental inducida por la batalla eran normales después del tratamiento psiquiátrico, el 25 de junio de 1945, el Cuerpo de Señales del Ejército encargó al Mayor John Huston la producción del documental “The Returns Psychoneurotics”. Huston visitó varios hospitales del ejército en las costas este y oeste antes de decidirse por (lleva el nombre de un médico y general del ejército) Mason General Hospital en Brentwood-Long Island. Las razones son que Mason General era el centro de salud mental más grande de la costa este, hospital estaba ubicado cerca del centro de producción de películas del Ejército en Astoria Studio en Queens-Nueva York, y los médicos fueron muy abiertos y receptivos a la filmación y a cualquier pregunta psiquiátrica que tenían. El nuevo título que Huston le dio a la película, “Let There Be Light”, era una referencia a Génesis 1:3 de la versión King James de la Biblia. Aspecto llamativo y de valor es como Huston íntegra a blancos y negros (y ello sin hacerlo notar, dándole pátina de normalidad), exponiéndolos como iguales, ello en un momento en que la segregación racial en el ejército estadounidense estaba candente, esta no se eliminó la orden ejecutiva del presidente Truman en 1948.

La película comienza con una introducción con voz en off de Walter Huston (padre del director), indicando que el 20 por ciento de las víctimas de guerra son de naturaleza psiquiátrica. Los veteranos son transportados desde un barco médico al Mason General Hospital para recibir tratamiento por enfermedades mentales provocadas por la guerra. Un grupo de 75 veteranos de combate USA recientes que padecen diversas "afecciones nerviosas" que incluyen psiconeurosis, neurosis de batalla, trastorno de conversión, amnesia, tartamudeo severo y estados de ansiedad, algunos de ellos padecen problemas psicosomáticos tan extremos que necesitan recuperar su equilibrio físico. Cuando llegan al hospital los llevan a una habitación y un oficial de admisiones les dice que no se alarmen con las cámaras, que harán un registro fotográfico de su progreso (El documental fue revolucionario para su época con el uso de secuencias de entrevistas reales pero sin guión. Huston colocó cámaras ocultas en las salas de entrevista médico-paciente, una enfocada en el médico y la otra enfocada en el paciente). A continuación se muestran escenas de entrevistas entre un médico y algunos de los pacientes sobre sus problemas y circunstancias que condujeron a ese punto. Posteriormente, se emplean varios métodos de tratamiento para curarlos, incluyen narcosíntesis, hipnosis, psicoterapia grupal, musicoterapia y terapia laboral. Los terapeutas aseguran a los pacientes que no hay nada de qué avergonzarse por recibir tratamiento para sus afecciones mentales, y que los civiles sometidos a las mismas tensiones desarrollarán las mismas afecciones.

La película fue prohibida por motivos espurios por el ejército que vio en el metraje un motivo para que futuros jóvenes no se alistaran, no estrenándose hasta la década de 1980 por el secretario del Ejército Clifford Alexander, Jr. impulsado por el empeño de su amigo Jack Valenti (presidente de la Asociación Cinematográfica USA), quien trabajó para que se levantara la prohibición. La película se proyectó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cine de Cannes de 1981. En 2010, la película fue seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Cine de los Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso por ser "cultural, histórica o estéticamente significativa".

La cinta recorre un arco de desarrollo lineal, desde la llegada de los enfermos soldados al centro médico, donde van pasando por varias fases, donde cada elemento influye para hacerles ver que no son bichos raros, que no deben avergonzarse, que no son unos cobardes, hasta que llegamos al final donde se nos hace un emociónate montaje en que vemos cómo llegaron algunos al hospital y como salen. Al inicio los vemos temblorosos, temerosos, apocados, angustiados, atormentados, tartamudos, amnésicos, produciendo en el espectador turbación en el realismo mostrado. Vemos cómo reaccionan a la hipnosis, retrotrayéndose uno a los bombardeos en Okinawa, a otro que no puede mantener el equilibrio, vemos como le inyecta amytal sódico para hacerle recordar, hay un afroamericano (¿?) en una terapia grupal que abre su corazón con traumas de la infancia,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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