El espía de dos cabezas

“El doble espía” es una de las mejores películas que recuerdo en hilvana perfectamente la intriga, el cine negro, lo policiaco, el espionaje y el drama bélico. Sin embargo por subirse a la parra se queda en un insatisfecho resultado que se agrava con el paso del tiempo.

Porque todo lo que es la mezcla de ideas está muy bien logrado, al igual que la atmósfera y la tensión, pero como siempre la historia es muy poco verosímil. Pensar que un General alemán es espía durante 25 años de los ingleses y que no es cazado es absurdo. Si además ese general es clave en las Ardenas o sirve para influir en Hitler aún más resulta menos creíble y se acerca a la fantasía.

Los nazis tendrían sus cosas malas –casi todas- pero tipos eficientes lo eran un rato. El mejor ejemplo lo tenemos en la Gestapo, que siempre preferían pasarse que no llegar ante la duda. Por eso contemplando esta película de André De Toth, uno no deja de sorprenderse de cómo es posible que se puedan hacer guiones con historias tan inverosímiles.

Que no hombre, que no, que si los alemanes no ganaron en la Ardenas fue porque eran diez veces menos que los aliados y no porque el estado mayor tuviera un topo británico. Más quisieran los ingleses... los únicos espías que si existieron a esos niveles los tuvieron en su casa y trabajaban para los comunistas.

Además no termino de entender el título, ¿acaso es un doble agente? Sólo espía es una dirección.

Lo mejor es la dirección de André de Toth que dentro de la comercialidad siempre hace películas de autor, con planos y encuadres novedosos pero no rebuscados, sino que aparecen de forma totalmente natural fruto de su calidad.

Y por supuesto la actuación de Jack Hawkins, uno de los mejores secundarios del cine norteamericano que aquí es un protagonista maduro que borda su papel.

Ante el marco opresivo de la guerra se desarrolla una historia de simulaciones en las que irá la vida en ello, la vida y la muerte, y también la atención del espectador. No hay documentales de combates ni escenarios de guerra pero el ambiente es el acertado y el paso de la guerra están conseguido de antemano. El juego de espías es de la máxima credibilidad, con razonamientos, mensajes y visitas muy al estilo intrigante, muy efectivas como era exigible en este género.

Jack Hawkins aporta una lección de saber hacer las cosas, una presencia de ordeno y mando que impone al mismo Hitler, y no deja ahí la misión, nos enseña cómo actúa un héroe subiendo la apuesta con cinismo ante los derrotistas y el Estado Mayor, arriesgando con sus acusaciones y ganando así puntos, es un profesional que ha basado su juego en superar en inteligencia a los sabuesos del servicio secreto nazi, y en los muchos años conviviendo con ellos siendo uno más.

Gia Scala contribuye al drama con un papel que hace crecer el interés más allá de los tema bélicos. Ya no es sólo la audacia de un hombre aislado en terreno enemigo moviéndose en el alambre, ahora es una pareja y unos encuentros con los que, creo, André de Toth nos empapa con esa ternura de amantes que presienten un futuro incierto. Al principio de la guerra todo son fiestas, ganas no quedan, pero el general tiene la cabeza sólo para sus misiones y no quiere líos. Los hechos se van agravando y siguen las citas tristes que hacen aumentar el amor y el peligro. El valor del film está en esta relación dentro de un marco tan agobiante y el efecto de los rostros maduros de ambos protagonistas juntándose que te muestran su aislamiento y sus temores y te hacen sentirlo. ¡Qué tiempos aquellos!

Una película indispensable en grado aceptable incluso para los no aficionados a los uniformes y al ¡Heil Hitler!

Verdad de a puño la que expresa en algún momento de esta película el general Alexander Scottland: “Junten a dos derrotistas y tendrán una conspiración”. Sin generalizar, por supuesto, la psicología ha demostrado ampliamente que los derrotistas suelen ser poco o nada propositivos, pero tienen una común tendencia a maquinar de tal forma que puedan impedir que siga adelante el proyecto de los optimistas.

Según parece, al líder nazi Adolf Hitler, lo convencía la idea de acabar con los derrotistas, pues, él era optimista hasta la médula; y el general Scottland (fiel a la Inglaterra de su padre, pero soldado alemán desde la I Guerra Mundial), sabía cómo señalar a todos los generales derrotistas para que Hitler los pasara por las armas.

Ligeramente basada en, “The London Cage”, autobiografía de, Alexander P. Scotland (la segunda t fue añadida en el filme), <<EL ESPÍA DE DOS CABEZAS>> consigue ser un magnífico thriller que te mantiene aferrado al asiento, pues la tensión y el suspenso no cesan nunca a lo largo de su metraje. Scottland, es una suerte de zorrillo moviéndose entre una jauría de lobos que le vigilan las 24 horas del día, porque saben que, entre sus filas, cualquiera puede convertirse en espía… o traidor. Y su asistente, el capitán Reinisch, es un cazador incansable que no consigue creer que el general -de padre inglés y madre alemana- sea tan perfecto como parece.

El director, André de Toth, ha logrado un filme impactante, magníficamente escrito por, Michael Wilson y Alfred Levitt (aunque acreditado en principio a “James O’Donnell” por el asedio de los cazadores de brujas); muy sobriamente editado para que no se filtrara ni un punto muerto; y con un excelente trabajo actoral de, Jack Hawkins, Gia Scala, Felix Aylmer, Erik Schumann, Alexander Knox, y demás actores de conjunto. Lástima que, en la vida real, para la pareja protagonista no se aviniera un buen futuro. Hawkins perdería su voz tras ser operado de un cáncer de laringe siete años después, y en sus filmes posteriores tendría que ser doblado; y la preciosa, Gia Scala, fallecería, en 1972, a causa de una sobredosis, cuando apenas tenía 38 años.

La historia de, <<EL ESPÍA DE DOS CABEZAS>>, se inicia en la Alemania de 1939 (II Guerra Mundial) e irá hasta la firma del armisticio, en 1944, mientras que, el bien asentado espía va dando pasos agigantados para contribuir al desmonte de unas fuerzas que siguen empeñadas en dominar al mundo, mientras algunos se afanan por probar que, su general, no es un nazi inmaculado.

He aquí, a tu alcance, un filme de calidad asegurada en el que se da cuenta del inmenso valor que, guiados por el afán de justicia, en ocasiones demuestran algunos seres humanos.

Los secretos de la inagotable II Guerra Mundial siempre ofrecen el rostro severo de una lucha sin cuartel que abarca todos los órdenes de la vida y ante cuya demanda no cabe la opción de la indiferencia.
El magnífico relato de J. Alvin Kugelmass, a pesar de su evidente carga propagandística e ideológica, se convierte en una película briosa de sombras agazapadas y de sospechas inducidas que refleja perfectamente el espíritu del texto escrito y traslada a la pantalla un largometraje sobrio, contundente y de enorme intensidad dramática.
Pero, sobre todo, bello, preciso y enigmático como una clepsidra.

Correcta y ajustada producción de espionaje con una trama sencilla de seguir, plagada del interés que suscitan este tipo de producciones, con el añadido de incluir una historia de amor entre los protagonistas que potencia los peligros a los que se exponen.
Cuenta con imágenes de archivo y se nota su propaganda interior para todos, algo habitual en este tipo de productos.
La película está bien, aunque igual abusan sus responsables de caer en la reiteración de ideas y situaciones con las sospechas y temores que sufren los protagonistas.
Es una producción correcta e interesante, pero no me ha dejado un recuerdo inolvidable. En algunos tramos se me hizo pesada y carente del ritmo necesario para mantenerme atento por completo.
No es un gran clásico, pero es innegable que su historia luego sea ha podido apreciar en producciones del cine actual, lo que deja claro que ha tenido y tiene influencia en el cine actual.