El pirata

Minnelli a sus anchas en la escenografía, coreografía, vestuario y dirección fotográfica (“La kermesse heroica”). Plena capacidad para elegir colaboradores y preparar al detalle el rodaje. En ese sentido, es destacable el colorido naïf que apunta a un ambiente de musical estilizado, teatralizado hasta la candidez, eliminando cualquier pretensión o visión clásica de piratas.

A través de un collage de fotogramas celofán y un Gene Kelly con un par de números muy logrados, redacta Minnelli una personal declaración de amor por el mundo de Broadway: colores imposibles, luminosidad que juega en el límite del ensueño y la fantasía de unos personajes de identidades camaleónicas. Vida como escenario, apología de la imaginación y el show por encima de cualquier otra consideración.

Quizás lastre el resultado final un guión algo timorato a la hora de plantear el enredo. Pero parece claro que Vincente estaba más por los detalles y la visión colorista y almizclada del mundo del espectáculo. Cuestión que cobra relevancia si de analizar esa visión como la perspectiva de un autor se trata. El enfoque de un mundo particular que habría de alimentar una filmografía.

De haber sido dirigida por otro director distinto a Vincente Minelli esta sería un simple musical entre otros muchos de la época. Pese a partir de una historia muy divertida y unos excelentes números musicales (el llamado Niña con Gene kelly es un auténtico prodigio que justifica por si mismo la existencia de la película) El pirata tiene algunos fallos imperdonables, entre ellos una Judy Garland en muy baja forma que lastra con una interpretación poco convincente un espléndido conjunto.
Lo mejor sin duda la dirección de Minelli, unos exuberantes decorados, una fotografía magistral y, aparte del ya mencionado Kelly, unos protagonistas secundarios de auténtico lujo. Un balance que la ayuda a auparse a las cimas del género sin ostentar un lugar privilegiado en la cumbre.

Hay películas que sólo se pueden ver una vez. Pueden ser muy buenas pero con una vez es suficiente. Otras, las geniales, se pueden ver siempre, no tienen fecha de caducidad y “El Pirata” de Vincente Minnelli es una de esas películas que es emocionante desde el principio al fin, con unos números musicales que no aburren y que conllevan siempre entre medio la banda sonora de la película, el leit motiv de la misma.

Por supuesto que no se trata de una película de piratas a pesar del título. Estando de por medio los nombres de Vincente Minnelli en la dirección y protagonizada por Gene Kelly y Judy Garland, sólo puede tratarse de un musical.

Con un guión sencillo pero muy atrayente, con unos decorados maravillosos, con unos protagonistas de ensueño (pese a estar enferma Judy Garland durante el rodaje), con un director como Minnelli, con una música en la que interviene Cole Porter, es imposible que salga algo mal, aunque no fue entendida en su momento porque era una película avanzada a su tiempo.

Las películas musicales de calidad, cuantas más veces se ven más gustan, porque lógicamente el oído se habitúa a la música, a los números que se interpretan y esta película hipnotiza desde el principio al fin, tanto si se ve doblada como si se ve en versión original (preferible). Pese a la fama de “Un Americano en París” del mismo autor y con el mismo protagonista, a mí personalmente, me gusta más “El Pirata” porque sus números musicales están muy medidos y no se hacen excesivamente largos y la historia es sumamente original y los diálogos, bailes y cantos entre Manuela (Judy Garland) y Serafín (Gene Kelly) no te dejan respirar, estás todo el rato embelesado por sus caras, sus cuerpos y sus voces, gracias a una gran dirección de actores de Minnelli y por supuesto y lo dejo para mencionar al final, la coreografía de los bailes, pero principalmente el de Gene Kelly que en esta película está genial.

No aburre, entretiene, maravilla, se deleita la vista y el oído, emociona, se hace corta, es decir, estamos ante una gran película de cine. Séptimo Arte del mejor. Inolvidable. Auténtica película de culto.

El pirata es una experiencia catártica, una historia exótica, romántica, lírica, narrada con ritmo, perfección técnica y en la que se observan excepcionales valores artísticos (decorados, fotografía, vestuario, coreografías, el arte excepcional de Kelly...).
En esta historia de subime vitalidad el baile aparece como punto narrativo culminante y como abstracción de los sentimientos de los protagonistas.

El pirata es una muestra estilizada, artística, de la pericia y el gusto estético de Minnelli, director que realizaría otras obras maestras del género a lo largo de su carrera (vg; Un americano en París).

Como no podía ser de otra forma en una película dirigida por Minnelli y producida por Arthur Freed, El Pirata se trata de una comedia musical.

Un musical de la forma en que Minnelli entendía el género, huyendo del realismo y creando un mundo de fantasía, con ecos reales, lleno de colorido, utilizando grandiosos decorados que simulan ser sitios de ensueño basados en la realidad. Creando secuencias que son puro espectáculo, más cercanos a Broadway que a Hollywood, pero usando el cine para recrearlos de forma espectacular. Cine musical con tendencias artísticas, estas se hacen más evidentes en otras películas de su director, pero en esta destaca especialmente la fantasía que tiene Garland con Kelly, totalmente fantástica y de una realización y composición de imágenes soberbias.

El pirata no posee excesivo ballet, pero ahí está el grandísimo Kelly demostrando que es capaz de hacer de todo y todo perfectamente, véase el estupendo número de Niña.
Brillantes canciones del especialista Cole Porter, destacando la famosísima "Be a Clown", interpretadas fabulosamente por Kelly y Garland, si bien esta no está a la altura de Gene en cuanto a los números musicales.

El guión de vodevil, aunque con cierta innovación, al haber una sorpresa que es resuelta de forma distinta a lo habitual, aún así este es justito, pese a poseer buenos diálogos a los que la dirección de Minnelli y la interpretación de sus dos protagonistas a la par que un excelente Walter Slezak convierten en una comedia musical muy agradable de ver.

Película que, aunque menor en la filmografía de su director, es recomendada para amantes del género, y para todo aquél que se deje llevar y disfrutar de este cine, no decepciona, te hace mantener una sonrisa en labios constante y terminar de ver la película feliz y canturreando.