Haz click aquí para copiar la URL

Bedeviled

Terror Un grupo de amigos descargan una aplicación para el móvil similar a Siri. Pero lo que parece un inofensivo sistema para obtener direcciones y recomendaciones de restaurantes esconde una siniestra naturaleza. La aplicación no solo es capaz de conocer los miedos más secretos y ocultos de una persona, sino que además es capaz de manifestarlos en el mundo real hasta lograr matar de miedo a los niños. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
14 de abril de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni mas ni menos es lo que nos cuenta esta peliculita de los Vang brothers, utilizando como excusa de toda la trama una app, que es como la versión diabólica de Siri, descargada en sus móviles por los protagonistas que termina por acosar a estos jovenes de instituto de clase alta, bien alimentados, malcriados, motorizados, con muy pocas luces y todos ellos con uno o varios miedos ocultos. Y ahí es precisamente donde falla este film.
Se podría haber arañado algo mas de esa idea pero todo resulta tipico, tópico, simplón, decepcionantemente predecible e irrisorio.

La pelicula se presentó el año pasado una semana antes de Halloween en el Screamfest de Los Angeles (versión USA del festival de Sitges) a bombo y platillo aunque ya se anunciaba a finales de 2015, pero lo curioso es que su estreno para el gran público se produjo en Alemania antes que en USA-Canada, donde ha pasado directamente al mercado DVD.

Sin más...una película ni siquiera palomitera...solo de usar y tirar o como dicen en Trumplandia: totally disposable. Yo ya la tengo en la papelera de reciclaje ;-)
Ely
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de abril de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ser otra película de terror adolescente, donde ya uno sabe que morirán casi todos los personajes, que en general harán estupideces, etc, esta se puede ver sin estarse regañando uno mismo por estarla viendo.
Un grupo de chico descargan una app y esta empieza a perseguirlos usando sus mayores miedos, se podría decir la la app es una especie de Freddy Krueger 2.0, y lamentablemente los miedos de los adolescentes son más que todo homenajes a otras películas de terror, pero con todo y que le sobran 20 minuto, uno igual la aguanta, no digo que sea buena, ni siquiera aceptable, le falta elaborar mejor las muertes, se supone que mueren de miedo, pero por lo que se ve en pantalla, salvo que tuvieran problemas cardíacos o fueron de asustarse con nada, nadie se muere de miedo por lo que esta app les muestra.
Manuel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10 de mayo de 2017
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo haberla visto hace unas semanas y no haber quedado con un mal sabor de boca por el resultado final. La historia era de una aplicación tipo asistente como Google o Siri y demás, si no recuerdo mal. Lo que pasa es que de repente empiezan a pasar cosas extrañas y un grupo de amigos en el que muere una de las chicas se ve envuelto en la trama.

Tiene bastante ritmo, los actores lo hacen bien salvo una de ellas que hay escenas en la que se nota que está leyendo, como lo leen. Por lo demás como ya digo las típicas que te sorprenden porque no esperabas gran cosa y luego resulta que está mejor de lo que esperabas, no es una joya del cine pero tampoco es aburrida en absoluto.
tipar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10 de diciembre de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de los hermanos Abel y Burlee Vang explota el terror generado en el desconocido campo de las redes sociales. La realidad virtual de este espacio es un infinito laberíntico de conexiones, entramados e incógnitas que bien podría compararse a algo como el mismísimo infierno; un lugar que, de existir físicamente, haría dudar al más envalentonado de arrojarse a sus entrañas. Por lo menos, desde la perspectiva del ciudadano de «a pie», el mundo del interné se concibe enrevesado, indescifrable y enigmático, y por encima de él todas las estructuras socioeconómicas y de poder que en él se sostienen.

Para todos aquellos que tenemos los pies en tierra, nos basta que el nivel de desarrollo de la tecnología en los últimos veinte años sirva para comunicarse más fácilmente, y ello incluye poder llamar a una pizzería para que traigan la cena a casa. Personalmente, prefiero hacerlo yo mismo, y no confiar la tarea, por lo que pueda ser, a esa tan solícita “Siri”, que parece hacer de todo menos satisfacer las necesidades socioafectivas de uno (cuando le pides «Siri, dame un beso», responde: «no puedo hacer eso»; ¡pues ya me dirán para qué sirve!).

En «Bedeviled» nos hallamos en un contexto, en el que parece que varios de sus protagonistas, especialmente nuestro avispado Cody (Mitchell Edwards), no están demasiado dispuestos a saber prescindir de las comodidades que proporcionan las famosas «apps», y por ello se les cuela sin demasiada complicación, en sus dispositivos, algo que, si en un principio parece ser un facilitador de la existencia, podrá acarrearles el fin de la suya propia.

Los realizadores no demuestran tener demasiada idea (por lo menos no lo demuestran en las pueriles lógicas que aplican en el guion) de lo que es y cómo funciona el mundo de la información. Seguramente no deben ser, por lo menos en el momento de producir el filme, ingenieros en «telecos». Toda la jerga que emplean las figuras dramáticas a lo largo del metraje, en su mayoría no son más que juegos léxicos con los que colar al ingenuo espectador, con toda la glosa empleada, principalmente en la última escena, una fictícia e insustancial trama que pretende tener su base en los fenómenos digitales. Una fachada con la que abducir a ese público diana joven que, en esta época, vive con, por, para… (y todas las preposiciones que quieran ustedes añadir) los cacharros variopintos que, los de mi generación, aunque hayamos aprendido a depender de ellos, sabemos lo feliz que también se podía vivir (especialmente en la infancia y en la adolescencia), en un tiempo en el que no existían.

En este punto, la historia de los Vang Brothers juega sus cartas a un arma de doble filo: el engarce de nuestras nuevas generaciones con las nuevas tecnologías, y, a la par, una crítica a ello, pero que por desgracia no pasa del grado de tentativa. Defecto que compartirá con otras múltiples producciones parejas que han ido pasando por nuestras pantallas, como la de Justin Dec, «Countdown», que vendría tres años después (2019) con la misma monserga.

Aun partir de una interesante premisa, el argumento no arranca. Está muy subdesarrollado, y la trama se limita de nuevo a ser una sucesión de adolescentes liquidados, aunque sin ir a la técnica del conteo; los mantiene a todos en escena durante casi todo el acto central de la película, para disponer de un clima de tensión postizo, y así poder robar engañosamente la función atencional de los espectadores.

Los Vang huyen de los estereotipos de este estilo de películas («Final Destination», 2000 – 2011), pero a cambio deja una colección de personajes huecos con los que no se empatiza lo suficiente. Una pandilla de cinco, tres chicos y dos chicas (con actores de veinticinco para arriba en la representación de pubescentes, y, como está mandado, siguiendo los dictados de la doctrina imperante, en comité de representación de la multiracialidad global, como en un anuncio de la UNICEF), quienes a pesar de que la maldita aplicación se alimenta de los miedos ancestrales de cada uno de ellos, no se profundiza en sus realidades particulares más allá de lo circunstancial de la trama.

Por ello, a la audiencia le resultará difícil o complicado mantener un vínculo con lo que les suceda, y para mantener el desasosiego se recurre a los golpes de efecto sonoros de la partitura de Davic C. Williams, cuyas oportunas estridencias, coincidentes también con la impresión visual de las apariciones de los maquillados títeres (para algunos de los cuales se acabó el presupuesto del «making up») sazonan un tiempo de ejecución bastante lento, como un picante que convierte un guiso en algo prácticamente incomestible.

La combinación de tonos en la iluminación quita enteros a la calidad de la fotografía: un exceso de predominancia de la oscuridad y pálidos tonos azulados que, sin ninguna lógica de continuidad, discordan en varias ocasiones con un espectro de coloración cálida en el frente del plano. Dando la sensación de que estamos viendo la película con unas lentes progresivas de filtro cromático.

Los técnicos de cámara demuestran una gran torpeza en la implementación de tomas inusuales, principalmente en presencia de las apariciones malignas que persiguen a los protagonistas, en una intención de dar un toque onírico a tales visiones. Un recurso que se emplea de la manera más mísera e incompetente que se les podía ocurrir. Lo que delata una dejadez en el trabajo realizado, o flagrante inexperiencia que confiere a la imagen un aire grotesco.

Sin embargo, hay que meritar a la labor del cinematógrafo Jimmy Jung Lu el obsequio de bellas tomas en algunas de las escenas diurnas, en las que sabe manejar la luz del sol e incorporarla al contenido del ambiente. Así como la secuencia de la persecución de Cody en el área del aparcamiento, en el que la cámara se ubica en la óptica de un «supuesto» atacante, como si quisiera augmentar en el espectador la angustia anticipatoria de ver al chico
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow