Días felices

Menos mal que la media de esta película se acerca a lo que merece. El interés es que es la ópera prima del después exitoso Balabanov.
Además, sí que hay trama, como la hay en lo que se dice que está inspirado, en Los días felices, de Samuel Beckett, aunque el argumento poco tiene que ver con esa obra de teatro.
El hombre sin nombre sale del hospital (donde quizá le han intervenido en el cerebro y lo dejan medio lelo, si no lo estaba antes) y sus encuentros con el ciego, la prostituta y otros no tienen más sentido que reflejar el mundo fragmentario y a punto de desaparecer.
Lo que he echado de menos es algún toque de humor, por negro que sea, que luego Balabanov dejará caer en no pocas de sus películas.
Excelente la fotografía en blanco y negro y algún que otro plano secuencia, que quizá debería haber aprovechado más.

MOLA: La valentía de filmar una película removiendo el lenguaje narrativo y alejándolo de los clichés y patrones "establecidos". La mayoría de personas cuando ven una película, en el fondo, y en la forma, esperan una historia con su planteamiento, su nudo y su desenlace (a poder ser satisfactorio).
Peeeero, aún existen cineastas que juegan, curiosean, experimentan, crean, deforman el lenguaje narrativo. Y creedme, eso es más importante de lo que pueda parecer.

La extraña relación que tiene el protagonista con todo tipo de puertas.

MENOS MOLA: La distancia que sentí hacia los personajes como espectador.

Hay películas que te impulsan a escribir una crítica, y las películas de Balabanov lo sonm

Desconocía que Happy days estuviera basada en una obra de Samuel Beckett, lo que pasa es que conociendo el dato te explicas muchas cosas tras ver la película. Evidentemente, alguien como Balabanov y el cine de Bavalanov podía echar mano perfectamente de don Samuel. Debe hacerlo. Ese cine oscuro, minimalista, poético, solitario, lánguido y taciturno; ese cine que se da la mano con el de Aki Kaurismaki, y preferiblemente en blanco y negro, es un tipo de cine al que le cuesta atraer espectadores. Aunque a unos menos que a otros.

Sí, ese tipo de cine. Y así nos entendemos y se le define mejor que diciendo que es un cine de los de arte y ensayo.

Babalanov. Sí, ya el apellido distancia.

Porque hay miembros honorarios de ese club, el arte y del ensayo, que no tienen obras maestras no se atreveríamos a decir, que ni siquiera Kaurismaki y menos aún Babalanov las tienen. Pero qué gozada ver los aciertos y los hallazgos que contienen cualquiera de sus películas. De sus trazos de vida.

Para Babalanov los happy days son así.

Balabanov, juega durante hora y media con el espectador.
Te toma el pelo y se ríe de ti. El gran Bastardo de San Petersburgo lo llamaban sus íntimos y amigos. O el borracho sin patria, sus allegados. Era un tipo querido.
Aquí, filma un aborto narrativo. Inspirado en una obra de Samuel Beckett.
Sin estructura, ni argumento. Una surrealista rallada, junta imágenes y vomita en el espectador.
Una vez más muestra su amada ciudad. Aunque esta vez sin gracia ni estilo.
Durante toda la película, por llamarla de alguna manera, repite el mismo fragmento musical.
A pesar de que aquí toma el pelo y se ríe de todo y todos.
Muy recomendable su única obra maestra " De monstruos y hombres " 1998'.

Creo que no he entendido nada. Escribo esta crítica para disuadir a todo el que se le pase por la cabeza querer visionarla. Conozco poquísimo el cine ruso y por eso me he decidido. Espero que no sea uno de sus mejores trabajos.

Puede que se trate de alguien que ha accedido a un experimento científico y se ha sometido a una lobotomía, o le han implantado un chip. La cuestión es que apenas hablan, siempre hace mucho frío y los personajes son esperpénticos, además de pertenecer al lumpen.

Ni siquiera se salva por la fotografía, como se suele decir. Y menos por la música, que repite un fragmento clásico y un disco de los años 30 (creo).

He pasado 80 minutos esperando engancharme y también esperando a que acabara la triste y absurda historia del señor que no sabía ni su nombre.