Una historia que se toma su tiempo para conquistarte, para luego darte con un mazo en la cabeza, dejándote sin palabras. Encuentro últimamente que pocos finales son dignos de la palabra "cine", pero éste se la merece entera y con creces.

Los primeros 50 minutos son un reto absoluto a tu paciencia, pero no pierdas la fe, que el ritmo mejora. Como si se tratara de un rompecabezas, vas encontrando piezas perdidas… en los gestos, en las miradas, en las tumbas, en los sueños… En el último minuto cada pieza cobrará sentido y por fin podrás armar ese sublime rompecabezas.

Con la excusa de contarnos el relato de un grupo de saqueadores de tumbas en la Italia de los años 70, Alice Rohrwacher nos va colando sin darnos cuenta una linda fotografía, algún efecto curioso de cámara, una música arrulladora, un vestuario exquisito... y un hilo rojo, el hilo inquebrantable que existe entre dos almas inseparables. Quedarán bien abiertas las ventanas a aquella eterna químera del más allá.

Una historia que nos invita a convivir durante 2 semanas con las pobres almas que se han quedado solas por Navidad (en un colegio masculino ultra-burgués... que conste el matiz).

La película empieza con chistes básicos y clichés de la educación burguesa... haciéndonos partícipes de las aventuras y desventuras de los cinco "Holdovers": los estudiantes que sus padres no reclaman para Navidad y deben quedarse en el internado con el profesor pringado de turno y alguien que les cocine.

Una introducción jovial y sencilla que nos hace bajar la guardia ante el cambio de ritmo y tono que se vendrá más adelante.

Banda sonora extremadamente agradable y acertada. Ambientación setentera muy bien lograda. Actuaciones sobresalientes, en especial la de Paul Giamatti y la del simpático niño mormón.

Cuando ya nos hemos relajado en nuestra silla, esperando una especie de híbrido entre "Home Alone" y "La Sociedad de los Poetas Muertos", el guionista decide hacer aterrizar un helicóptero en medio del campus con el fin de deshacerse de los personajes superfluos.

A partir de ese momento nos quedamos con un trío de almas solitarias, que será el responsable de arrancarnos unos cuantos lagrimones. Las vicisitudes se van tornando más profundas a medida que vamos conectando con cada uno de ellos.

Un alumno rebelde, un profesor gruñón y una cocinera en duelo, terminarán compartiendo sus festividades de fin de año con nosotros, llevándonos de viaje por la condición humana y por el verdadero significado de familia.

La familia no es en vano un pilar de la Navidad, biológica o construída, son nuestros seres queridos quienes nos afirman y nos dan la mano para atravesar las noches más oscuras.

Citando un poco a la película... en un mundo en el que todo parece estar cada vez más patas arriba, mensajes como estos se hacen más valiosos e imprescindibles.

Creo que a Ridley Scott le urgía sacar esta película en 2023, el año perfecto para que tal escándalo cinematográfico pudiera pasar desapercibido.

Sin ser muy experta en la historia de Napoleón, esperaba salir del cine sabiendo un poco más. Creo que he salido peor de lo que entré.

Una película plagada de incoherencias, de imágenes inconexas, de caos... que busca abarcar mucho contenido, obviando fondo importante.

El trailer prometía las mejores escenas de batalla del cine... aplaudo los efectos especiales y reconozco que hay fragmentos impresionantes, pero mira... me sigo quedando con Brave Heart.

Distintas teorías sobre la reencarnación aseguran que vida tras vida nos vamos cruzando con las mismas almas, nos vamos buscando, nos vamos amando de diversas maneras...

"In-Yun" es el concepto budista para nombrar este tipo de conexiones marcadas por la providencia. La película nos presenta este concepto a través de su protagonista, quien nos explica de qué manera estamos destinados a encontrarnos. Un simple roce de una mano en tu vestido, ya puede ser indicio de que el camino de dos almas antiguas se ha vuelto a entrelazar.

Al parecer para casarte con alguien tienes que acumular a través de tus vidas nada más y nada menos que 8000 capas de In-Yun... ¿Opera entonces una especie de sistema de puntos que explica por qué unos amores son, mientras otros parecen imposibles?

Más allá de este hermoso concepto, que funciona como cemento de la trama, la película nos habla sobre todo de las múltiples vidas que podemos llegar a vivir dentro de la presente.

Abusando un poco del recurso de la elipsis, que aquí se justifica, vamos haciendo "fast forward" en las vidas de Nora y Hae Sung. Vamos dejando atrás sus vidas pasadas, su años de colegio, de universidad... y vamos siendo testigo de cómo los golpes, las alegrías y las coincidencias de la vida van forjando su realidad.

Los dos seres en transformación se entrelazan en diversos momentos, descubriendo su estado presente, mientras se intentan aferrar inútilmente a la imagen del pasado.

Poco a poco y sin darte cuenta... te vas viendo a ti mismo con 10 años, con 22 o con 34... vas recorriendo esas vidas pasadas y lo que pudo quedarte de ellas, vas recordando esos In-Yun que se cruzaron alguna vez por tu camino.

Cada pausa de la trama es una invitación a explorar tu propia historia; Desde el primer amor de colegio hasta ese con quien, por más que quisieras, las 8000 capas no acaban de cuajar...

Una lentitud exquisita, unos silencios maravillosos, una música tan monótona como necesaria, una fotografía pensada al milímetro... utilizando a menudo la simetría entre los 2 hemisferios de la pantalla para mostrarnos ese espacio retráctil que siempre existe entre 2 almas destinadas a encontrarse.

Un viaje que nos muestra el amor tal cual es, con toda la simplicidad de una sonrisa y una mirada que lo dicen todo a través de una videollamada... pero también con toda la complejidad de lo que implica mantener viva una relación.

"El matrimonio no es para idealistas como tú"... "sueñas en un idioma que no puedo entender".... "tú eres del tipo de personas que se suelen marchar"... éstas son las frases del verdadero amor, que más allá de ser un sentimiento, o una circunstancia, se trata sobre todo de una decisión.

Desde la primera y chocante frase, sabemos que nos estamos adentrando en una exploración de la condición humana. Lo que nos queda por descubrir el resto de la película es si esta exploración va a ser profunda y apasionante, o superficial y apoyada en los clichés.

La justicia restaurativa, figura que existe en Francia desde 2014, se trata de un espacio de dialogo voluntario entre víctimas y autores de crímenes, que busca crear una toma de conciencia sobre las repercusiones de un delito y suele favorecer la reparación psicológica de las partes implicadas. Ponerle cara humana a tus miedos puede ser una experiencia profundamente reconstructiva y en eso estamos de acuerdo.

"Las dos caras de la justicia" intenta mostrarnos cómo ocurren diversos de estos procesos en paralelo y, ante todo, su exitoso resultado. Y es que por momentos parece que la película hubiera sido encargada por el estado francés para hacerse publicidad, porque a pesar de un par de momentos de gritos y lágrimas, todo sale misteriosamente a la perfección, mostrando a los agentes mediadores como verdaderos héroes del mañana.

Nada destacable a nivel de fotografía, vestuario o música... todo es un crudo reflejo de la monótona realidad, dejando caer todo el peso de la trama en un guión muy superficial y en las mediocres actuaciones. Decepción total Jean-Pierre Darroussin, en el papel de Michel, que parece haber estado aguantando la risa durante toda la película.

Un guión que resulta, como digo, superficial porque no ahonda en detalles ni le da profundidad a los personajes. Cliché tras cliché, no tenemos más información de los delitos cometidos que la misma que podríamos haber sacado de una nota en un periódico amarillista.

Por un lado tenemos las caras de la víctimas, traumatizadas, descompuestas... y por otro tenemos las caras de los criminales, todos ajustados al estereotipo de la "cité" de inmigrantes o provenientes de familias disfuncionales. ¿Por qué ninguna delincuente mujer? un perfil criminal femenino, a menudo más complejo que el masculino, podría haberle dado a la película esa profundidad ausente.

"¿Y qué pasa si no te dicen lo que estás esperando escuchar?"... Esta es la interesante premisa que se repite a lo largo de la trama, y en la que se basa el trabajo de preparación que llevan a cabo los agentes mediadores de la justicia restaurativa. Bueno, quizás la película no me contó lo que yo estaba esperando escuchar, y aún estoy procesando su mensaje.