El personaje de Phoenix es lo mejor de la cinta, es el único al que vemos ser sensible, al que vemos sufrir. Me inspiraba lástima, no solo por el tipo de vida que tiene y de la cual no puede escapar - una en la que no se le ve tan incómodo, al final -, sino sobre todo hacia la mitad de la película, cuando su "mejor amigo" (el personaje de Reeves) le rechaza (cosa que entendería porque se declara heterosexual, aunque no sé yo) y, para más inri, se enamora de la italiana en menos de dos minutos de pantalla, haciendo el amor con ansias en la habitación de al lado de nuestro protagonista, que llora desconsolado.

La escena de la hoguera pintaba increíble y, para sorpresa de nadie, esto no se desarrolla a lo largo de la cinta. Con lo creíble que hubiera sido eso (para qué, mejor nos centramos en cosas que no tienen sentido, como que una comuna TAN grande de prostitutos chicos/vagabundos viva en una casa destartalada de la cual la policía tiene constancia y que no hagan nada ni detengan a nadie, o en la abuela que parece la mecenas de estos chicos, o en Bob que es como su tutor, el que los ha enseñado a vivir de esta manera y a trabajar de esta manera - no quiero saber porqué ni cómo - o en una búsqueda de la madre de Phoenix por un impulso repentino sin justificación, que lleve a los chicos no solo a Idaho, sino a un hotel perdido e incluso a Roma. Todo esto mucho mejor a una enfermedad creíble que pudiera tener explicación o tratamiento o a una historia de amistad/amor sincera, que ayudara al desarrollo de personajes).

¿Y el final? Pobre Mike, de verdad, ahí tirado (porque además se pasa media película durmiéndose en medio de la calle, normal que algún día le sucediera algo). ¿Y qué le pasa a Reeves? Estaba claro que lo suyo solo era rebeldía, pero me cuesta creer que de la noche a la mañana haga un cambio tan radical - en serio, no tenía ningún problema con tirarse a nadie por dinero y disfrutaba realmente de su vida nihilista, en la calle, en un submundo desagradable y algo putrefacto, con sus amigos de risas, bromeando sin parar -. Su personaje cruza un límite de lo irreal a mitad de película y desgraciadamente ya no recuperamos al joven del principio.

Como digo, el final me ha dejado muy fría en un principio, hasta que me he dado cuenta de que, quizá, esas carreteras infinitas y solitarias es lo que quería captar el director en forma de un adolescente pobre y sin oportunidades de éxito, que no deja de sufrir por todos lados y en cuyo interior hay un gran desequilibrio y fragilidad. Así suena genial, lástima que en la práctica todo sea más frío que un congelador, y que el surrealismo y lo desagradable primen por encima de una historia que tenía potencial.

Y bueno, me ha dado cringe todo el asunto de la prostitución masculina, no por el hecho en sí, sino porque a cada cual cliente más pirado (¿el alemán, que canta como un nazi depravado?, ¿el pelirrojo, que se excita con el sonido de la limpieza?, ¿Bob, aún sin ser cliente, pero con esas pintas asquerosas, todo lo que hace o dice, su clara atracción por jóvenes?). Quitando todo eso que no aportaba más que una sensación desagradable, o que no servía de nada (el atraco a los rockeros, los monólogos de Bob en la casa destartalada) y centrándonos en los aspectos importantes, aunque fueran desagradables - que aportarían realidad -, de verdad que me hubiera encantado Mi Idaho privado.