He disfrutado como una niña mientras veía esta película, sin embargo, ciertos detalles no me han permitido dotarle con más de un 6.
El argumento es incuestionable, por supuesto, ya que aunque carezca de originalidad al pertenecer al más famoso libro jamás escrito, se asegura así el inevitable clímax que se prolonga durante toda la película.
Aún así, hay muchos aspectos del filme que lo tachan de infantil. Lo es visualmente, lo es en el guión, y lo son algunos de sus personajes, como el malo malísimo 'Herodes' y los Reyes Magos de chistes fáciles.
Pero supongo que por esto disfruté como una niña, y que esa sería la intención de la directora. De veras me da mucha rabia que no me acabe de fascinar esta película, a pesar de los geniales momentos de dureza moral, y la interpretación de Oscar Isaac, que consigue dignamente sacar a José de su eterno papel de extra, sin parecer el 'Bueno buenísimo', sino una persona sencilla y realista. A María... No me la creo tanto.
Y he de confesar que lloré con el parto.

La atmósfera de la película me agradaba. Comienza fantásticamente, prometiendo muchos escalofríos que al final no llegan a producirse. Una lástima, que con ese pistoletazo de salida tan especial, empiece a llenarse tan pronto de canciones arrítmicas que recuerdan a 'High school musical'.
Algunas de las interpretaciones quedan poco creíbles, aún así hay algunas escenas que de verdad consiguen llegar al espectador. Analizando de qué van estas escenas, se deduce que los actores tienen interpretaciones melodramáticas como mejor repertorio.
Se ve poco baile, poca interpretación, y demasiado canto. Trata muchos temas, ciertamente, pero el que apenas roza es aquel que según su slogan, debería regir el hilo argumental, ese tan típico de 'lucha por tus sueños, etecé.'
Van sobrados de muchas chicas guapas, y muchos líos de adolescentes.
Pero ¿Dónde está esa dura vida de entrega y dedicación que un artista debe a su arte?

Definitivamente, me quedo con la antigua.

Si el argumento de 'Pocahontas' fuera trasladado por el tiempo hasta una futura edad de crisis moral y económica a la que evidentemente estamos marcando el rumbo, nos encontraríamos con este titánico 'Avatar'.
En la época de los nativoamericanos, sufrimos de una deshumanización de la que parecíamos habernos curado, visto el incremento de tolerancia y comprensión. Pero todo lo bueno se acaba, tal y como podemos comprobar mediante la observación de nuestros actos sobre el planeta, los demás, y nosotros mismos.
La película, como la conducta humana, muestra un movimiento pendular, que nos dejará unos momentos de sublime suspensión por los que merece la pena pasar 150 minutos frente a una pantalla. Estos instantes son los enmarcados por la preciosidad de un mundo maravilloso cuya existencia en la infinitud del universo no podemos cuestionar, que recalcan la necesidad urgente de reestablecer esa armonía con la naturaleza, que abandonamos a la par que lo hicimos con nuestro alma.
Aunque claro, esos momentos de emoción prefijan y sufijan una inevitable caida de belleza. La destrucción era necesaria para que nos percatáramos de lo que se pierde con ella, pero sólo hasta cierto punto. Con cada árbol que se destruye, el espectador sufre, hasta que se destruyen tantos que no queda más remedio que inmunizarse al dolor, y que éste sea indiferente.
La destrucción condena a esta obra de conductas humanas soñadas y utópicas, en una insalvable americanada que puede permitirse presumir de encanto natural.

A diferencia de su protagonista, el deseado de cincelada figura Edward, 'Crepúsculo' no centelleará como el vestido de una princesa bajo los rayos reveladores del sol.
Como en una alegoría de Platón, podremos disfrutar de ella si la vemos mediante el reflejo en un charco creado por hormonas e ilusiones adolescentes, o si la vemos en una noche de ignorancia que oculte los efectos que fueron cómicos en lugar de especiales.
Pero que Dios nos pille confesados si el mediodía alcanza al crepúsculo y sus fallos quedan bajo el ojo avizor del sol.
La mitad de las cosas no tendrán sentido, las escenas de acción provocarán risa en lugar de adrenalina, y el maquillaje que enmascara a los actores, desenmascará el bajo presupuesto económico e intelectual que apenas hizo posible este filme.
Aún así, comprendo el éxito de este primer paso a ese mediodía que tanto debería asustar al argumento. A pesar de todo, me gusta.
Quizás sea que bajo el reluciente traje de menina del vampiro, encuentro un ápice oscuro de realidad, como si bajo la falda de tul se encontraran medias de liguero, pero sin bragas, o un puñal invisible a simple vista.
Quizás sea que me dejo llevar por las hormonas. Y benditas sean, porque me amenizan un argumento que sin una visión refrescada por la juventud, resultaría tedioso.
Y vosotros, críticos implacables, objetivos y adultos, lo que sois es una panda de viejos. Que sí, que sí. A causa de vuestra objetividad y madurez, no seréis capaces de encontrarle el encanto a esta película, que requiere un regreso a aquellos tiempos de mariposas en el estómago, un destino difícil de alcanzar sin esfuerzos, pero que sin duda merecerá la pena.
Pero claro, es más fácil criticar.