Una muy buena película donde destacaría a la protagonista, Felicity Huffman, por su creíble ambigüedad, pero sobre todo a Duncan Tucker, no tanto por su labor en la dirección (aunque también es digna de elogio) como por el excelente guión que ha dado base a toda la obra.

Esta película de política ficción se enreda por la prolijidad de historias que intenta narrar.
Concedo a Stephen Gaghan la dificultad que ha de representar contar tantas y tan diversas historias en una película, con su reducido metraje... pero le considero culpable de no saber simplificar.
No obstante, considero que "Syriana" representa una buena aproximación de la "alta política" que siguen las grandes potencias para lograr el control sobre el petróleo y, por extensión, cualquier materia prima necesaria y escasa en Occidente.

En esta película, Nicolas Cage está tan exagerado como nos tiene acostumbrado, pero en esta ocasión no se encuentra al resguardo de un buen guión que nos haga obviar su exceso de histrionismo.
Por fortuna, en la película también tenemos a un magnífico (como casi siempre) y sobrio Michael Caine.

Quizá lo más increíble de la película aparece en la pantalla poco después de los títulos de crédito del principio, antes de que la acción dé comienzo: "Esta película está basada en hechos reales y los diálogos durante el juicio corresponden a declaraciones auténticas de los acusados".
Sidney Lumet nos sumerge en un drama que en realidad es un cuento de risa sobre el sistema judicial.

Una película de época como ésta siempre corre el peligro de anquilosarse en el propio ambiente donde se desarrolla, cobrando así más importancia los detalles de los vestidos, los impresionantes palacios y los bastos parajes que la historia en sí; en este caso, sin embargo, estas cuestiones quedan únicamente al servicio de la historia.
En gran medida, tal mérito es producto de la buena labor de Joe Wright en la dirección y de la refrescante interpretación de su protagonista, Keira Knightley.