La vuelta del otrora gran cinesta Ridley Scott al género que le encumbró, la ciencia ficción, retomando además la mítica saga Alien, a pesar de que sólo fueran realmente buenas sus dos primeras entregas, hizo que depositara grandes expectativas en Prometheus. Después de varios años en los que la mediocridad (Robin Hood, Un buen año, El reino de los cielos, etc.) ha sido una constante en la filmografía del director inglés, con las excepciones de la aceptable Red de Mentiras y la notable American Gangster, creí que de este cóctel (Ridley Scott – ciencia ficción – Alien) saldría un producto más o menos digno. Lamentablemente, el resultado ha venido a confirmar lo que venía sospechando: el señor Scott se nos hace irremediablemente mayor y la inspiración le ha abandonado ya.

Tenemos a Damon Lindelof (sí, el mismo que ya nos tomó el pelo en Perdidos) en el guión. Este dato debería espantar a cualquiera que guste de historias redondas, sin lagunas argumentales ni preguntas por responder. Su participación en el filme hace que desprenda cierto tufillo "lostsiano". El rollo creacionista, la evocación de la existencia de un ser superior, la aparición de incógnitas que jamás llegan a resolverse y personajes con deficiencias físicas que se ven remendadas por arte de magia son elementos que ya habíamos visto en la citada serie de televisión. El problema, amigo Damon, es que esto no es televisión, es cine. Aquí no deberías (porque poder, has podido… o más bien te han dejado) aplicar esa misma fórmula. Me parece inmoral que, después de haber pagado 9 euros por la entrada a una multisala, me presentes una historia que apenas explica nada (sólo genera interrogantes con el objetivo de enganchar al espectador) esperando que dentro de unos años servidor vuelva para asistir esta vez a la proyección de la segunda parte, previo nuevo paso por caja, esperando una solución a tan rocambolesco relato. A eso se aferran los defensores de esta precuela, que alguno hay, antes de valorarla, a la aparición de una segunda entrega que desvele todas las dudas (si tomamos como referencia Perdidos, estamos jodidos), pero yo entiendo una película como un producto en sí mismo, no como el primer capítulo de una miniserie. El padrino, entre tantas otras, fue concebida pensando en una segunda parte y no por ello su trama está atestada de agujeros. Por lo tanto, en el caso que nos ocupa asistimos a la argucia vil y burda de un director y un guionista que pretenden saquearnos los bolsillos por partida doble.

Encuentro pocas cosas dignas de remarcar positivamente en Prometheus. Una de ellas es sin duda la impecable actuación de Michael Fassbender. Otra, los espectaculares efectos especiales. Verla en versión 3D debe ser una gran experiencia visual.

El Padrino es un hito del cine. Casi tres horas que se pasan en un plis plas. Una obra que logra que el séptimo arte sea considerado como tal. Críticas similares a estas me llevaron a ver esta película hace ya bastantes años. Quizá era aún demasiado joven para comprenderla. Me gustó -aunque por momentos se me hizo algo cansina- pero no supe ver más alla de capos, negocios ilícitos, matones y asesinatos. La edad y el grado de madurez que ella conlleva, las experiencias y conocimientos tanto cinematógraficos como vitales acumulados a lo largo de los años, hacen que pueda ponerla en valor mucho mejor.

Ahora puedo apreciar cómo El Padrino nos presenta la organización de una familia de la mafia italoamericana y los valores, o ausencia de ellos, de quienes la integran. Cómo nos ofrece unos personajes principales en constante evolución, unos secundarios realmente impecables y una historia coherente, pausada pero que acelera en el momento indicado para, finalmente, dejarte aturdido. Esto último es posible gracias al soberbio trabajo de Coppola en el guión y la dirección y a las brutales interpretaciones de Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall y John Cazale. Además nos sirve una crítica ácida y mordaz hacia la justicia, la policía, la política y la Iglesia, remarcando la abominable hipocresía y cinismo de las dos últimas.

Ni mucho menos soy un experto en lo que a aspectos técnicos se refiere, pero la excelencia de la fotografía y la banda sonora de El Padrino es imposible de no apreciar. Ambas le dan a la película un halo sombrío. Los asesinatos, los atentados, tienen ese toque digamos teatral. Cuerpos que aguantan mínimamente el equilibrio y se desploman lentamente incluso después de haber recibido decenas de disparos y sangre que apenas brota de los mismos a pesar de las heridas atroces. Esto supone un error de bulto para los detractores de esta trilogía. Para mí forma parte de su encanto. Incluso las peleas, con esos golpes fingidos fatalmente, le otorgan esa pincelada de cine clásico. El Padrino no pretende recrearse en las escenas de violencia.

'American pie' es una de esas sagas -aunque más bien diría trilogía puesto que prefiero ignorar las entregas que sucedieron a la tercera- que no dejan indiferente a nadie. O amas estas películas o las detestas. Es obvio que no han marcado un antes y un después en la historia del cine. Así pues, si eres el más exquisito de los cinéfilos y sólo disfrutas consumiendo filmes independientes, coreanos o iraníes es evidente que este no es tu rollo. 'American pie' no pretende ser nada más que llano entretenimiento, por lo que malgastar tu tiempo en algo que sabes de antemano que no te va gustar con el único objetivo de vomitar una crítica destructiva sólo va a conseguir retratarte como un pedante de marca mayor.

Sus detractores dirán que esta última entrega es más de lo mismo. Y en parte tienen razón. La pandilla vuelve casi una década después con aquel espíritu juvenil y gamberro, su humor irreverente y soez y unos personajes que siguen buscándose a sí mismos. Entonces, ¿qué tiene de especial 'El reencuentro'? Pues algo tan simple como es el paso del tiempo. Porque esta película es también un reencuentro para el público. El reencuentro con nuestro yo de hace 13 años a través de unos personajes que marcaron nuestra juventud cuando en 1999 se estrenó la primera entrega de esta saga. Porque 'American pie' marcó a toda una generación que, como los protagonistas de la película, también apurábamos nuestros últimos meses de instituto, teníamos muchísimas ganas de divertirnos y andábamos con las hormonas en niveles de alerta DEFCON 1.

'El reencuentro' te invita a revivir aquella época de tu vida, a reunirte con tus viejos amigos -posiblemente los mismos con los que viste las tres primeras entregas-, a dejar de lado la madurez por un momento y recuperar aquel espíritu gamberro, pero, sobre todo, te invita a valorar lo que eres hoy y cómo ha cambiado tu vida. Si, como los protagonistas de esta película, sigues anclado en el pasado, lo has idealizado tanto que no puedes disfrutar del presente, lo añoras y tienes el deseo de recuperarlo o has pasado página aunque ese otro yo siga dentro de ti.