Sí, le pongo un siete, y se lo pongo solo por una cosa muy clara, da lo que ofrece, sin más, no se mete en historias, es una trama absurda, para dar lugar a escenas igual de absurdas, si bien es cierto que flaquea en algunos instantes y se vuelve excesivamente caótica en su final, Rodriguez, director que no tengo en mucha estima, no engaña a nadie, y divierte mucho por momentos.

Habiendo solamente probado el videojuego ( y habiéndome sentido decepcionado por el hype del mismo) me acerqué receloso a la película de autos, pero mi curiosidad sobre que arreglos de la historia y como era la trama pudo más.

Tras verla puedo decir que tanto la animación (con sus cambios por círculos), como la historia marco me parecen meritorias, aunque no su desarrollo, probablemente le haría falta media horita más de duración y un poco más de orden a la hora de poner los acontecimientos en la mesa, pero ni ser basada en videojuegos, ni estando EA por el medio, ni sus similitudes con el God Of War, ni motivos similares que he leído en otras críticas de esta página me parece que deban menoscabar los éxitos de la cinta, que son suficientes como para ser buena.

"Maldito Bastardo" es un dios de peluche, como reza su primera publicidad vista por un servidor de ustedes.

La película más intrinsecamente gallega que he visto en la vida, olvídense de títulos clásidos de la región noroeste de españa tales como "Sempre Xonxa", "Finisterre" o ya más cercano a lo que nos ocupa "Dagon".

"¡Maldito Bastardo!" es realmente uno de los experimentos visuales mas extraños y curiosos que he visto en mi corta vida, incluyendo su denominada "narración senil". La trama es absurda, su desarrollo patético, sin embargo no puedes dejar de tener la vista clavada en ella.

Mención especial se merecen Juanillo Esteban en su papel de Doctor y Pilar Miguélez en su papel de Florentina dos Lavadoiros.

Sin duda una película que se tiene que ver en el tono que fue escrita, la más burda comicidad.

Decir que vivimos en una época sin imaginación es injusto por completo, la hay, por todas partes y lugares pero con la cantidad de consumo y exigencias económicas no siempre hay lugar para ella en las primeras salas y compañías queriendo un producto donde los dividendos puedan estar más o menos asegurados.

OldBoy de Park Chan-Wook es una película llamativa, pero si nos ponemos tontos ya está basada en un cómic (que no adaptado, tengo entendido) y cuando me enteré que Spike Lee iba a realizar su versión no sabía que esperar, ahora, una vez vista creo que ha respetado bastante la original.

No obstante, el hacerla similar no la hace tener la misma calidad, aparte de que la misma original una vez vista y perdido ese revelador final (aquí sí un poco cambiado) queda como esas películas "one shot".

Si no has visto la koreana, seguro que puedes disfrutarla más que yo.

Leyendo la sinopsis de esta web sobre la película leo:

"Para Liesel, el poder de las palabras y de la imaginación se convierte en una forma de escapar de los tumultuosos eventos que la rodean, tanto a ella como a toda la gente que conoce y quiere"

Tras verla, y sin leer el libro, que por lo que me han comentado trata bastante mejor ese tema, puedo decir que eso no es del todo cierto, por no decir casi nada. Sin entrar al "spoiler", hay apenas un puñado de escenas donde las palabras y los libros sean importantes, de hecho es más importante la música y un viejo acordeón, así como las relaciones interpersonales, donde de cuando en cuando los libros aparecen para ser un mero vehículo para otras cosas, fácilmente sustituibles por canciones populares o bailes regionales.

La película huele a un objetivo claro de Oscar y aunque si que es cierto que huyen de la lágrima fácil de telefilme de tarde de fin de semana, está bastante mal desarrollada, no existe sensación temporal, la gente no evoluciona, exceptuando a Watson, quizá.

Aún así no me mal interpretéis, es una película digna donde un Geoffrey Rush hace su artesana labor una vez más con eficiencia, pero toca muchas cosas con guantes y pinzas, para precipitarse en un final un tanto sentimental y abrupto, que desde luego para tener casi dos horas de duración y ser la historia que era, no hacía falta.