Se trata de una buena película para ver en uno de esos días en los que el simulacro abruma. El tema que propone Cassavetes, nos da la oportunidad de visualizar fronteras, ese territorio de mezcla e intercambio, para que nos cuestionemos qué y quién puede considerarse normal y/o saludable, y en qué medida es soportable la alienación para algunos espíritus sensibles y libres.

La interpretación de Rowlands y Falk es un verdadero prodigio, no se puede esperar más.

Es una de esas historias que no tiene desperdicio, absolutamente recomendable. Humor del bueno.

A pesar de la enorme carga crítica con que exponen los Coen cada situación puntual de la trama, y de los perfilados estereotipos mostrados por los variopintos personajes que vemos discurrir por la pantalla, resulta evidente la comprensión y el cariño con que los tratan a (casi) todos. Es genial la relación conseguida entre elementos tan dispares.

Buena banda sonora, e insuperables interpretaciones.