Durísima película, perturbadora, Edward Norton, en una interpretación para la posteridad, nos hace palpar las miserias de nuestra sociedad, nos lleva a sus orígenes, a todas aquellas influencias y debiliades que hacen que el odio y la violencia afloren en nuestro interior, que se conviertan en algo sin lo que nosotros no podamos entender este mundo de desigualdades. Nos hace ver el peligro de los idealismos y de las mentes cerradas, que las diferencias no estan en el color, sino en la mente... Todas esas ideas que se van dando durante la película, se ven destrozadas en un magnífico (y triste) final, que nos deja un claro mensaje ético. La violencia engendra violencia y el odio trae más odio, y eso es algo que nada ni nadie podrá cambiar nunca.

Suena trivial que es imposible definir esta película con palabras, pero en este caso es verdad, si me preguntaran porque me gustó (encantó) esta película, no sabría contestar. No es una película para explicar, es una película para sentir, para encontrarte, para indetificarte, para perderte, para quedarte en ella y experimentar eternamente esa sensación de vacío que te llena, esa melancolía entristecedora, esa paz interior que con un poco de suerte nos va a llegar a todos. Mientras tanto solo queda deleitarnos con esta obra maestra.

Una de las mayores injusticias de la historia del cine, fue para mi que La Naranja Mecánica no se llevara ningún Oscar, en mi opinión, una de las pocas películas perfectas de toda la historia del cine.
Bella y desagradable, agobiante y relajante, una película repelente a la par que magnética, es imposible apartar la vista de la pantalla.
Kubrick, con su tan particular estilo, estimula todos tus sentidos a ritmo de Beethoven. El orgasmo cinematográfico.

Kieslowski es sin duda uno de los cineastas más poéticos y más profundos que han existido jamás. En cada mirada perdida de Valentina podemos ver un atisbo de esperanza, algo nos hace pensar que acabará con su triste relación y encontrará al hombre de su vida. Nada más allá. Pero el lirismo de Kieslowski abandona el horrible mundo de prejuicios en que vivimos y nos deleita con la visión poética de un mundo de crueldad, casualidades y arrepentimientos, de colores que reflejan actitudes que tenemos miedo a mostrar al mundo hasta que alguien nos hace ver cuanto valemos, de las mil formas de demostrar amor, con odio y silencio, con metiras e infidelidades.
Malditos remordimientos.