You must be a loged user to know your affinity with jorge jimenez
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,3
6.908
9
15 de abril de 2013
15 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo sin temor a equivocarme que tal vez el realizador que mejor ha sabido explorar o mejor dicho diseccionar la naturaleza del ser humano a niveles psicológicos, morales, religiosos y por supuesto sociales ha sido indudablemente Ingmar Bergman (el otro sería el incansable Woody Allen) realizador que gracias a su formación en teatro supo dominar aspectos tan importantes como lo es la puesta en escena en todos sus filmes, empero el rubro más notable en su vasta obra como comentaba es la de componer relatos meramente existenciales, en su mayoría bastante pesimistas pero que sin lugar a dudas resultan fascinantes para cualquier persona o amante del séptimo arte.
Y es con esta La Hora del Lobo que el autor sueco logra llevar al espectador a niveles inimaginables de introspección a tal grado que el relato se vuelve realmente una pesadilla en todo el sentido de la palabra, pues extrañamente y a su vez estupendamente, Bergman firma tal vez la que signifique su única cinta de terror. El film nos cuenta la historia de Johan (Max Von Sydow) y su esposa Alma (Liv Ullman) un matrimonio que vive en una isla cerca de la costa, el es un pintor que busca la inspiración y el ambiente en ese sitio para poder realizar su obra y ella es solo la mujer abnegada que acompaña a su marido en su proceso creativo, realizando las labores del hogar.
Al principio todo parece normal para la el matrimonio Borg, ya que mientras Joahn (Von Sydow) recorre la isla para trabajar en su obra, Alma (Ullman) atiende la austera cabaña que tienen por hogar, sin embargo cierto día las cosas cambian abruptamente cuando las apariciones de extraños sujetos (o entidades) comienzan a rondar por los sitios donde el pintor realiza su trabajo, incluso uno de estos invitan al protagonista a cenar al castillo del Barón Von Merkens (Erland Josephson) para una convivencia, empero lejos de que la invitación provoque en Johan agrado solo hace que este comience a cambiar en su estado de ánimo, como si de un mal presagio se tratará.
Por otra parte Alma no estará exenta de dichas visitas, pues una mañana mientras se disponía a lavar la ropa hace acto de aparición una anciana ataviada con ropajes blancos (esta imagen recuerda mucho a la escena donde la muerte se presenta con Antonius Block en el film El Séptimo Sello, 1957) que le comenta a esta que su esposo cuenta con un diario en el cual oculta aspectos de su vida que ella desconoce, después de haber dicho esto la anciana desaparece sembrando en la mujer una duda que comienza a socavar su curiosidad. Y asi sucede, Alma busca debajo de la cama (como le indico la extraña anciana) y encuentra el diario de Johan, donde este describe que hace mucho tiempo tuvo un amorío con una hermosa mujer llamada Verónica Vogler (Ingrid Thulin) dama a la cual deseaba con toda su alma pero por diversas circunstancias tuvo que dejar.
Esa misma tarde Johan vuelve a casa pero ya no es el mismo, la invitación que le hicieron para visitar el castillo lo ha perturbado, es por esto que esa misma tarde cuando el sol se ponía el hombre muestra a su mujer los bocetos de las imágenes que rondan por su cabeza, pesadillas que invaden su cordura como hombres arañas, mujeres sin cabeza o como el mismo describe, el hombre con cabeza de pájaro, seres horripilantes que ya no le permiten conciliar el sueño. Es por esto que Johan ya no duerme, ahora cada noche trata de vencer el cansancio para dormitar cuando el sol haga su aparición a salir, todo para poder evitar la hora del lobo, ese momento entre la noche y la aurora (las tres de la mañana) donde la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas se vuelven más reales, cuando los hombres son acosados por sus mayores temores y por ende cuando los demonios se materializan ante uno.
Después y casi de manera inexplicable Johan y Alma asisten a la cena que ofrece el Barón Von Merkens (como si estos se enfrentarán a su inevitable destino) sin saber que esto solo les deparará un viaje a los temores más profundos del protagónico cuando a este se le expongan frente a sus más íntimos temores y peor aun, cuando un secreto que lo ha atormentado durante mucho tiempo salga a la luz. Lo que sigue después es presenciar una de las escenas más perturbadoras, enfermizas y sobre todo pavorosas que la cinta nos pueda ofrecer, esta se desarrolla cuando el matrimonio se encuentra sentado en la mesa acompañado de los anfitriones y varios invitados especiales los cuales platican infinidad de incongruencias (aunque los diálogos se asemejen más a sonidos guturales) y sus rostros reflejan locura, miedo, enojo, etc. mientras un paneo circular recorre los rostros de todos los presentes haciendo que esta escena (las tomas son bastante constreñidas y asfixiantes durante todo el metraje) refleje esa inestabilidad emocional del protagonista.
Y es con esta La Hora del Lobo que el autor sueco logra llevar al espectador a niveles inimaginables de introspección a tal grado que el relato se vuelve realmente una pesadilla en todo el sentido de la palabra, pues extrañamente y a su vez estupendamente, Bergman firma tal vez la que signifique su única cinta de terror. El film nos cuenta la historia de Johan (Max Von Sydow) y su esposa Alma (Liv Ullman) un matrimonio que vive en una isla cerca de la costa, el es un pintor que busca la inspiración y el ambiente en ese sitio para poder realizar su obra y ella es solo la mujer abnegada que acompaña a su marido en su proceso creativo, realizando las labores del hogar.
Al principio todo parece normal para la el matrimonio Borg, ya que mientras Joahn (Von Sydow) recorre la isla para trabajar en su obra, Alma (Ullman) atiende la austera cabaña que tienen por hogar, sin embargo cierto día las cosas cambian abruptamente cuando las apariciones de extraños sujetos (o entidades) comienzan a rondar por los sitios donde el pintor realiza su trabajo, incluso uno de estos invitan al protagonista a cenar al castillo del Barón Von Merkens (Erland Josephson) para una convivencia, empero lejos de que la invitación provoque en Johan agrado solo hace que este comience a cambiar en su estado de ánimo, como si de un mal presagio se tratará.
Por otra parte Alma no estará exenta de dichas visitas, pues una mañana mientras se disponía a lavar la ropa hace acto de aparición una anciana ataviada con ropajes blancos (esta imagen recuerda mucho a la escena donde la muerte se presenta con Antonius Block en el film El Séptimo Sello, 1957) que le comenta a esta que su esposo cuenta con un diario en el cual oculta aspectos de su vida que ella desconoce, después de haber dicho esto la anciana desaparece sembrando en la mujer una duda que comienza a socavar su curiosidad. Y asi sucede, Alma busca debajo de la cama (como le indico la extraña anciana) y encuentra el diario de Johan, donde este describe que hace mucho tiempo tuvo un amorío con una hermosa mujer llamada Verónica Vogler (Ingrid Thulin) dama a la cual deseaba con toda su alma pero por diversas circunstancias tuvo que dejar.
Esa misma tarde Johan vuelve a casa pero ya no es el mismo, la invitación que le hicieron para visitar el castillo lo ha perturbado, es por esto que esa misma tarde cuando el sol se ponía el hombre muestra a su mujer los bocetos de las imágenes que rondan por su cabeza, pesadillas que invaden su cordura como hombres arañas, mujeres sin cabeza o como el mismo describe, el hombre con cabeza de pájaro, seres horripilantes que ya no le permiten conciliar el sueño. Es por esto que Johan ya no duerme, ahora cada noche trata de vencer el cansancio para dormitar cuando el sol haga su aparición a salir, todo para poder evitar la hora del lobo, ese momento entre la noche y la aurora (las tres de la mañana) donde la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas se vuelven más reales, cuando los hombres son acosados por sus mayores temores y por ende cuando los demonios se materializan ante uno.
Después y casi de manera inexplicable Johan y Alma asisten a la cena que ofrece el Barón Von Merkens (como si estos se enfrentarán a su inevitable destino) sin saber que esto solo les deparará un viaje a los temores más profundos del protagónico cuando a este se le expongan frente a sus más íntimos temores y peor aun, cuando un secreto que lo ha atormentado durante mucho tiempo salga a la luz. Lo que sigue después es presenciar una de las escenas más perturbadoras, enfermizas y sobre todo pavorosas que la cinta nos pueda ofrecer, esta se desarrolla cuando el matrimonio se encuentra sentado en la mesa acompañado de los anfitriones y varios invitados especiales los cuales platican infinidad de incongruencias (aunque los diálogos se asemejen más a sonidos guturales) y sus rostros reflejan locura, miedo, enojo, etc. mientras un paneo circular recorre los rostros de todos los presentes haciendo que esta escena (las tomas son bastante constreñidas y asfixiantes durante todo el metraje) refleje esa inestabilidad emocional del protagonista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Contar más sobre la trama sería un error pues para vivir la experiencia sensorial que Bergman logra materializar a cada fotograma hay que visionar el film, ya que además el espectador podrá encontrar infinidad de lecturas de las cuales goza el trabajo audiovisual del director sueco pues esta conlleva un sinfín de discursos a niveles filosóficos, éticos, morales, etc. Por tal motivo y aunque por momentos la narración se pueda percibir aparentemente incongruente (por las constantes referencias discursivas al surrealismo) hay que decir que el guión nunca flaquea y nunca se percibe gratuito, incluso las escenas más extrañas y sórdidas del relato como son las del clímax final reflejan la maestría del director para combinar diversos géneros como el terror gótico y el expresionismo alemán.
De ahí que el film goce de una riqueza a nivel visual y plástico en cada fotograma ya que la composición de planos en su mayoria bastante cerrados, una fotografía en blanco y negro con atmósferas opresivas y la utilización de tomas que en ocasiones no sobrepasan el minuto de duración hacen del relato una verdadera pesadilla a nivel psicológico, además de que este se refuerza con una inquietante banda sonora a cargo de Lars Johan Werle la cual en momentos muy puntuales de la historia se vuelve aterradora y si a esto le agregamos el pasivo ritmo con el que Bergman nos va contando la historia, de verdad que la cinta se vuelve un mal viaje a nivel anímico.
Incluso la puesta en escena es soberbia pues al ser meramente minimalista (solo se incluyen tres escenarios, los paisajes de la isla y los interiores del castillo y de la cabaña) esta se descubre como un espacio meramente onírico. Asi mismo la interpretación del tándem Von Sydow-Ullman es de vital importancia para que el relato cobre veracidad ya que los actores se entregan en cuerpo y alma en sus complejos papeles (Bergman también era un gran director de actores) transmitiendo la locura y desolación que experimentan sus personajes, además de que se descubren como simples seres humanos.
Es por estos motivos que La Hora del Lobo es indudablemente una verdadera obra cinematográfica, de esos filmes que no deben dejar de verse ya que gracias a su indiscutible construcción tanto de personajes como de historia moverán al espectador a niveles emocionales e intelectuales (aunque sea de forma implosiva) que pocas veces sucede en el cine actual, todo gracias a su denso y no menos pesimista alegoría sobre el destino y sus consecuencias. Finalmente debo recomendar el visionado de este titulo que al igual que El Séptimo Sello (1957) y Fresas Salvajes (1957) se han convertido en las favoritas de un servidor en la no menos magnifica filmografía del señor Ingmar Bergman.
VISITA www.elrincondeharrison.blogspot.com
De ahí que el film goce de una riqueza a nivel visual y plástico en cada fotograma ya que la composición de planos en su mayoria bastante cerrados, una fotografía en blanco y negro con atmósferas opresivas y la utilización de tomas que en ocasiones no sobrepasan el minuto de duración hacen del relato una verdadera pesadilla a nivel psicológico, además de que este se refuerza con una inquietante banda sonora a cargo de Lars Johan Werle la cual en momentos muy puntuales de la historia se vuelve aterradora y si a esto le agregamos el pasivo ritmo con el que Bergman nos va contando la historia, de verdad que la cinta se vuelve un mal viaje a nivel anímico.
Incluso la puesta en escena es soberbia pues al ser meramente minimalista (solo se incluyen tres escenarios, los paisajes de la isla y los interiores del castillo y de la cabaña) esta se descubre como un espacio meramente onírico. Asi mismo la interpretación del tándem Von Sydow-Ullman es de vital importancia para que el relato cobre veracidad ya que los actores se entregan en cuerpo y alma en sus complejos papeles (Bergman también era un gran director de actores) transmitiendo la locura y desolación que experimentan sus personajes, además de que se descubren como simples seres humanos.
Es por estos motivos que La Hora del Lobo es indudablemente una verdadera obra cinematográfica, de esos filmes que no deben dejar de verse ya que gracias a su indiscutible construcción tanto de personajes como de historia moverán al espectador a niveles emocionales e intelectuales (aunque sea de forma implosiva) que pocas veces sucede en el cine actual, todo gracias a su denso y no menos pesimista alegoría sobre el destino y sus consecuencias. Finalmente debo recomendar el visionado de este titulo que al igual que El Séptimo Sello (1957) y Fresas Salvajes (1957) se han convertido en las favoritas de un servidor en la no menos magnifica filmografía del señor Ingmar Bergman.
VISITA www.elrincondeharrison.blogspot.com

8,0
74.608
9
15 de abril de 2013
15 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente este título represente el punto álgido en la carrera del maestro neoyorkino ya que supone ese equilibrio perfecto entre el fino humor que Allen implementaba en obras previas y la adición de drama existencialista, al tiempo que se nos presenta a ese fresco y memorable personaje que definiría al propio Woody como el eterno neurótico de buen corazón. Y es que hablar de Annie Hall es adentrarse en ese universo netamente Alleniano donde convergen todas sus pasiones que van desde las referencias a Bergman o Fellini (sus eternos maestros), su postura política y por supuesto esos miedos que a todos los seres humanos nos embargan en lo más profundo de nuestro ser como son la trascendencia, el amor o la muerte y que por supuesto aquí son retratados de forma honesta.
Incluso desde la primera toma que abre esta exquisita cinta, el espectador descubrirá que esta se trata de la obra más personal e intimista de Allen (se nota los rasgos autobiográficos), pues el propio autor quien aquí interpreta a un comediante llamado Alvy le habla directamente al respetable para contarle la agridulce historia de amor que tuvo con una bella mujer llamada Annie Hall (Diane Keaton), dama que vino a moverle todo el esquema en su vida al descubrirse como un ente independiente, inteligente y libre sexualmente, por lo cual era indudable que un sujeto como Alvy (quien lleva una vida más o menos monótona) quedara prendado a esta cuando descubre la particular visión que esta tiene sobre la vida.
El hecho es que Alvy (Allen) se nos muestra como un sujeto algo inseguro de sí mismo pues en su niñez su formación al judaísmo le prohibió varias cosas, pero tal vez una de las más representativas fuese la de no poder expresar su sexualidad, si no basta con ver como el presente asiste a los años mozos de colegio donde un joven Alvy de unos seis años sin más ni más besa a una compañera de clase, lo que causa obviamente el disgusto de la maestra y el de la niña, jajajajaja. De hecho este segmento es bastante divertido y por supuesto encontramos un análisis muy puntual y mordaz sobre el psicoanálisis, aspecto que Allen ha abordado infinidad de veces en su obra para entender su propia naturaleza y por supuesto para pitorrearse de la misma.
Por supuesto la personalidad de nuestro protagonista es aún más compleja e interesante con todo y sus manías, por lo cual también ha desarrollado un sentido bastante exquisito (por no decir sardónico) sobre la condición humana, y cito uno de sus fabulosos diálogos "Creo que estoy obsesionado con la muerte... Tengo un concepto muy pesimista de la vida. Para mí la vida oscila entre lo horrible y lo miserable. Lo horrible sería los enfermos incurables, los ciegos y los inválidos... y los miserables nos incluye al resto de nosotros"
Es por esto que ha desarrollado un sentido del humor bastante peculiar, motivo por lo cual comenzó su carrera como cómico escribiendo chistes para otros hasta que se dio cuenta que era lo suficientemente talentoso para contar sus propias bromas, lo que le ha permitido tener participación regular en televisión (aspecto que lo ha transformado también en una especie de celebridad, algo que odia por cierto, jajajaja), de ahí que Allen vuelva a anotarse otro punch con uno de los gags más soberbios del film (y vaya que hay muchos) cuando este y Annie (Keaton) se encuentran formados en una larga fila para ver una cinta de Fellini y un sujeto bastante pedante que se encuentra tras la pareja comienza a expresar de manera bastante grandilocuente sus impresiones sobre la obra del director italiano y cómo la televisión ha afectado al cine. Por supuesto nuestro amigo Alvy no soporta la petulancia y presunción del tipo y de manera bastante puntual, Allen rompe la barrera narrativa del filme y se dirige al espectador para decir que este tipo debería guardarse sus comentarios para sí mismo por lo poco sustentables que son, jajajaja.
argumentando “¿acaso no puedo expresar lo que pienso?”, acto seguido Allen confronta al individuo por sus posturas poco acertadas con lo que respecta a la influencia de los medios en la psique del sujeto y para sorpresa de todos trae a escena a Marshall McLuhan (jajajaja) y el tipo que se creía una eminencia se queda con cara de idiota al no poder respaldar sus argumentos, jajaja. Definitivamente esta secuencia es una demostración de la genialidad que Allen tiene para que en pocos minutos suelte infinidad de disertaciones sobre política, arte y filosofía sin resultar grandilocuente, y por supuesto para descubrir que este maneja bastante bien los tiempos narrativos rompiendo el discurso lineal y utilizando el sentido metalingüístico.
Y es que esta cinta es bastante redonda pues el punto nodal es ese análisis meticuloso y si, intelectual sobre las relaciones de pareja, donde Allen aborda las diversas etapas que experimenta el sujeto cuando decide involucrarse emocionalmente con su contraparte, es por esto que aquí se retratan esos pathos que hacen que las relaciones interpersonales resulten tan interesantes, absurdas pero inevitablemente necesarias para el individuo postmoderno. De ahí que aspectos como la atracción, el enamoramiento, la crisis y el inevitable rompimiento de la pareja protagonista sean abordados de forma jocosa, honesta y por supuesto emotiva, todo gracias a una soberbia exploración de los personajes los cuales no tardan en causar empatía con el espectador gracias a que se perciben naturales y cercanos, sobre todo porque Allen evita los arquetipos en cuanto a la naturaleza entre hombres y mujeres.
Incluso desde la primera toma que abre esta exquisita cinta, el espectador descubrirá que esta se trata de la obra más personal e intimista de Allen (se nota los rasgos autobiográficos), pues el propio autor quien aquí interpreta a un comediante llamado Alvy le habla directamente al respetable para contarle la agridulce historia de amor que tuvo con una bella mujer llamada Annie Hall (Diane Keaton), dama que vino a moverle todo el esquema en su vida al descubrirse como un ente independiente, inteligente y libre sexualmente, por lo cual era indudable que un sujeto como Alvy (quien lleva una vida más o menos monótona) quedara prendado a esta cuando descubre la particular visión que esta tiene sobre la vida.
El hecho es que Alvy (Allen) se nos muestra como un sujeto algo inseguro de sí mismo pues en su niñez su formación al judaísmo le prohibió varias cosas, pero tal vez una de las más representativas fuese la de no poder expresar su sexualidad, si no basta con ver como el presente asiste a los años mozos de colegio donde un joven Alvy de unos seis años sin más ni más besa a una compañera de clase, lo que causa obviamente el disgusto de la maestra y el de la niña, jajajajaja. De hecho este segmento es bastante divertido y por supuesto encontramos un análisis muy puntual y mordaz sobre el psicoanálisis, aspecto que Allen ha abordado infinidad de veces en su obra para entender su propia naturaleza y por supuesto para pitorrearse de la misma.
Por supuesto la personalidad de nuestro protagonista es aún más compleja e interesante con todo y sus manías, por lo cual también ha desarrollado un sentido bastante exquisito (por no decir sardónico) sobre la condición humana, y cito uno de sus fabulosos diálogos "Creo que estoy obsesionado con la muerte... Tengo un concepto muy pesimista de la vida. Para mí la vida oscila entre lo horrible y lo miserable. Lo horrible sería los enfermos incurables, los ciegos y los inválidos... y los miserables nos incluye al resto de nosotros"
Es por esto que ha desarrollado un sentido del humor bastante peculiar, motivo por lo cual comenzó su carrera como cómico escribiendo chistes para otros hasta que se dio cuenta que era lo suficientemente talentoso para contar sus propias bromas, lo que le ha permitido tener participación regular en televisión (aspecto que lo ha transformado también en una especie de celebridad, algo que odia por cierto, jajajaja), de ahí que Allen vuelva a anotarse otro punch con uno de los gags más soberbios del film (y vaya que hay muchos) cuando este y Annie (Keaton) se encuentran formados en una larga fila para ver una cinta de Fellini y un sujeto bastante pedante que se encuentra tras la pareja comienza a expresar de manera bastante grandilocuente sus impresiones sobre la obra del director italiano y cómo la televisión ha afectado al cine. Por supuesto nuestro amigo Alvy no soporta la petulancia y presunción del tipo y de manera bastante puntual, Allen rompe la barrera narrativa del filme y se dirige al espectador para decir que este tipo debería guardarse sus comentarios para sí mismo por lo poco sustentables que son, jajajaja.
argumentando “¿acaso no puedo expresar lo que pienso?”, acto seguido Allen confronta al individuo por sus posturas poco acertadas con lo que respecta a la influencia de los medios en la psique del sujeto y para sorpresa de todos trae a escena a Marshall McLuhan (jajajaja) y el tipo que se creía una eminencia se queda con cara de idiota al no poder respaldar sus argumentos, jajaja. Definitivamente esta secuencia es una demostración de la genialidad que Allen tiene para que en pocos minutos suelte infinidad de disertaciones sobre política, arte y filosofía sin resultar grandilocuente, y por supuesto para descubrir que este maneja bastante bien los tiempos narrativos rompiendo el discurso lineal y utilizando el sentido metalingüístico.
Y es que esta cinta es bastante redonda pues el punto nodal es ese análisis meticuloso y si, intelectual sobre las relaciones de pareja, donde Allen aborda las diversas etapas que experimenta el sujeto cuando decide involucrarse emocionalmente con su contraparte, es por esto que aquí se retratan esos pathos que hacen que las relaciones interpersonales resulten tan interesantes, absurdas pero inevitablemente necesarias para el individuo postmoderno. De ahí que aspectos como la atracción, el enamoramiento, la crisis y el inevitable rompimiento de la pareja protagonista sean abordados de forma jocosa, honesta y por supuesto emotiva, todo gracias a una soberbia exploración de los personajes los cuales no tardan en causar empatía con el espectador gracias a que se perciben naturales y cercanos, sobre todo porque Allen evita los arquetipos en cuanto a la naturaleza entre hombres y mujeres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por si fuera poco el sujeto también se dirige con el respetable y defiende su postura
De ahí que también sea una grata sorpresa descubrir que el personaje de Annie Hall (soberbia Diane Keaton) se descubra como ese ente independiente, con capacidades intelectivas y libre en su sexualidad (basta con descubrir que es esta la que corteja al personaje de Allen y es en ese momento que con el paso del tiempo comienzan una relación) por lo cual se puede inferir que Allen entiende y respeta la naturaleza de la figura femenina, por tal motivo también encontramos a una Annie frágil y emocional por momentos, aspectos psicológicos que quedan bien retratados todo gracias a la natural y magnífica interpretación de Diane Keaton quien se mimetiza de su personaje y nos entrega uno de los personajes más entrañables en la filmografía de Woody Allen. Por otra parte también es indudable que la cinta funciona gracias a que Allen ahonda en su propia historia familiar y retrata las vivencias que lo formaron como individuo, esas vivencias que son las del sujeto común y corriente, por lo cual no hay problema en que el respetable se identifique con el personaje central, pues este se descubre honesto y cercano.
No es casualidad que dicho filme significara un parte aguas para el cine norteamericano a finales de la década de los años setenta por sus planteamientos filosóficos y sociales, de ahí que aun a casi cuatro décadas de su gestación dicho largometraje se siga percibiendo fresco, por momentos incendiario incendiario y despojado de cualquier ampulosidad discursiva; por lo cual igualmente el personaje que pone nombre al séptimo filme de Allen también se volviera un referente cultural que sigue permeando per se hasta nuestros días. Por supuesto todavía es importante mencionar que los dos personajes principales se ven arropados por unos secundarios de lujo interpretados por actores como unos jovencísimos Christopher Walken y Jeff Goldblum, o Tony Roberts, por mencionar algunos, personajes que aportan en demasía el planteamiento que Allen nos cuenta por lo cual el discurso se redondea magníficamente.
Por supuesto el apartado visual es una parte fundamental en la historia, y como sucediera posteriormente en Manhattan (1979), la ciudad que nunca duerme se vuelve pieza fundamental para que el relato funcione, y es que la gran manzana se torna como otro personaje más dotando de personalidad al mismo. Así mismo algunas técnicas visuales usadas por Allen además de percibirse originales también refuerzan algunas alegorías como cuando Annie y Alvy tienen sexo y ella se desprende de su cuerpo para pensar en otra cosa porque no disfruta del acto (jajaja), o la animación en dibujos animados donde Alvy sostiene una conversación con la bruja de Blanca Nieves refiriéndose a las características psicológicas del porque el hombre escoge a ciertas mujeres (este es todo un logro visual y discursivo).
Así que estimados lectores si aún no ven Annie Hall o no la han visto hace un rato no duden en revisarla, pues podrían llevarse una grata sorpresa como su servidor quien después de años de no verla volvió a encontrar en esta una cinta intimista y honesta en su discurso, la cual por momentos te lleva de la risa a la reflexión y de esta al llanto y de nuevo te saca una sonrisa (cosa que no he visto en años señores) pero lo mejor de todo es que esta plantea un válido análisis sobre esos aspectos efímeros (como la vida, la muerte, la fe, el sexo, etc.) que siempre permearan en lo más profundo del ser humano y que como lo hiciera también el grandioso Ingmar Bergman en su filmografía, el también gran Woody Allen sabe cómo explorar dichos cuestionamientos pero con un poco de humor. ¡Larga vida a Woody Allen!
vista www.elrincondeharrison.blogspot.com
De ahí que también sea una grata sorpresa descubrir que el personaje de Annie Hall (soberbia Diane Keaton) se descubra como ese ente independiente, con capacidades intelectivas y libre en su sexualidad (basta con descubrir que es esta la que corteja al personaje de Allen y es en ese momento que con el paso del tiempo comienzan una relación) por lo cual se puede inferir que Allen entiende y respeta la naturaleza de la figura femenina, por tal motivo también encontramos a una Annie frágil y emocional por momentos, aspectos psicológicos que quedan bien retratados todo gracias a la natural y magnífica interpretación de Diane Keaton quien se mimetiza de su personaje y nos entrega uno de los personajes más entrañables en la filmografía de Woody Allen. Por otra parte también es indudable que la cinta funciona gracias a que Allen ahonda en su propia historia familiar y retrata las vivencias que lo formaron como individuo, esas vivencias que son las del sujeto común y corriente, por lo cual no hay problema en que el respetable se identifique con el personaje central, pues este se descubre honesto y cercano.
No es casualidad que dicho filme significara un parte aguas para el cine norteamericano a finales de la década de los años setenta por sus planteamientos filosóficos y sociales, de ahí que aun a casi cuatro décadas de su gestación dicho largometraje se siga percibiendo fresco, por momentos incendiario incendiario y despojado de cualquier ampulosidad discursiva; por lo cual igualmente el personaje que pone nombre al séptimo filme de Allen también se volviera un referente cultural que sigue permeando per se hasta nuestros días. Por supuesto todavía es importante mencionar que los dos personajes principales se ven arropados por unos secundarios de lujo interpretados por actores como unos jovencísimos Christopher Walken y Jeff Goldblum, o Tony Roberts, por mencionar algunos, personajes que aportan en demasía el planteamiento que Allen nos cuenta por lo cual el discurso se redondea magníficamente.
Por supuesto el apartado visual es una parte fundamental en la historia, y como sucediera posteriormente en Manhattan (1979), la ciudad que nunca duerme se vuelve pieza fundamental para que el relato funcione, y es que la gran manzana se torna como otro personaje más dotando de personalidad al mismo. Así mismo algunas técnicas visuales usadas por Allen además de percibirse originales también refuerzan algunas alegorías como cuando Annie y Alvy tienen sexo y ella se desprende de su cuerpo para pensar en otra cosa porque no disfruta del acto (jajaja), o la animación en dibujos animados donde Alvy sostiene una conversación con la bruja de Blanca Nieves refiriéndose a las características psicológicas del porque el hombre escoge a ciertas mujeres (este es todo un logro visual y discursivo).
Así que estimados lectores si aún no ven Annie Hall o no la han visto hace un rato no duden en revisarla, pues podrían llevarse una grata sorpresa como su servidor quien después de años de no verla volvió a encontrar en esta una cinta intimista y honesta en su discurso, la cual por momentos te lleva de la risa a la reflexión y de esta al llanto y de nuevo te saca una sonrisa (cosa que no he visto en años señores) pero lo mejor de todo es que esta plantea un válido análisis sobre esos aspectos efímeros (como la vida, la muerte, la fe, el sexo, etc.) que siempre permearan en lo más profundo del ser humano y que como lo hiciera también el grandioso Ingmar Bergman en su filmografía, el también gran Woody Allen sabe cómo explorar dichos cuestionamientos pero con un poco de humor. ¡Larga vida a Woody Allen!
vista www.elrincondeharrison.blogspot.com
Más sobre jorge jimenez
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here