No se puede negar que la película está bien hecha, y que hasta la mitad de la cinta aproximadamente tiene agradables engaños, pero al final termina siendo un filme del montón en el que el intento de explicar una paja psicológica del guionista echa por tierra lo que podría haber sido una buena manera de saborear las palomitas. Qué lástima.

Para los que, como es mi caso, no sean amantes de las comedias románticas, esta cinta no les servirá para reconciliarse con el género. Ni hace reír cuando debe, ni llorar cuando se pone dramática. Y, lo que es peor, da la sensación de que estamos ante tres mujeres estúpidas en busca de una estupidez aún mayor.

Es innegable que la película está hecha con buen gusto, y aunque dada la temática es casi imposible caer en escenas lacrimógenas, en el filme se conserva un tono documental que no cae en el aburrimiento y que, en ocasiones, hace a la cinta incluso didáctica. El principio de la película, hasta que explota el coche bomba, es genial, y Gerard McSorley borda su papel tanto cuando interpreta al "hombre gris" del principio como cuando el entusiasmo le desborda. Merece la pena verla.

"Memorias de una geisha" es una de esas películas simplonas que, aunque entretienen, pasan ante los ojos sin pena ni gloria. Podría haber sido peor, está claro, pero al final la retina no retiene ninguna imagen llamativa y, en cuanto a lo demás, no tardará mucho en olvidarse. Para cuando no hay nada mejor que hacer.

Aunque no es gran cosa, ojalá todas las películas para niños fueran así. La parafernalia de Tim Burton ya cansa un poco, pero la música está divertida y, viendo a los niños de hoy en día, la moralina es necesaria.