Vi esta película hace más de treinta años y encontrarme con ella de nuevo después de tanto tiempo no solo me ha gustado, sino que, además, me ha transportado a aquella época. La mezcla de H. G. Wells viajando en el tiempo, hacia el futuro, para encontrar a Jack el destripador y entre medias, Wells encuentra al amor de su vida no está nada mal, se ha convertido en un clásico. Los efectos son bastante prehistóricos y el guion tiene dos o tres agujeros negros, pero si no te sacan de la historia es porque la película es muy disfrutable.

Buena adaptación de James Foley de la obra de teatro homónima de David Mamet. Un reparto de lujo con muy buenas interpretaciones, destacando sobre todo a Jack Lemmon, alguien que siempre deja su sello de calidad interpretativa en sus personajes. A través de unos diálogos muy dinámicos, del color y la luz se crean una serie de atmósferas y situaciones llenas de tensión, frustración, furia, ironía, comicidad, etc. Como proviene de una obra de teatro la película se desarrolla principalmente en interiores: en un restaurante chino en el que, aparte del personal, no hay clientes; y en la oficina donde trabajan los personajes. Esto le da un aire como de aislamiento o de círculo cerrado o pequeño submundo en el que viven los protagonistas que acentúa lo superficial y materialista de sus caracteres. Banda sonora de Al Jarreau. Uno de los peros es que me ha costado entrar en la historia ya que el paso del tiempo ha dañado un poco al tema principal de la peli, se ha quedado algo desfasado.

La familia Nolan vive en Brooklyn, Nueva York. Como la mayoría de sus vecinos su economía está rota, viven por debajo del umbral de la pobreza, pero se profesan un amor incondicional entre ellos. El padre, Johnny Nolan, es alcohólico y solo encuentra trabajo esporádico de camarero. La madre, Katie, se desvive por su familia de la única forma posible, dada su situación: trabajando y siendo meticulosa y austera con los gastos familiares.
Hasta ahí todo es muy normal, el gran mérito está en que los temas que se tocan, la línea narrativa, el ritmo, el montaje, los diálogos y las interpretaciones (en especial la de Peggy Ann Garner) encajan todos muy bien entre sí. La opera prima de Elia Kazan es un melodrama que me ha tocado la fibra sensible de forma honesta, sin grandes artificios y con razones de peso.

El amor en tiempos de guerra es uno de los temas recurrentes en el cine del director magiar István Szabó. El tema principal de la película es la relación sentimental que se establece entre Kata y Janos, dos perseguidos por tener relación con la resistencia húngara durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial. La historia se desarrolla principalmente en la casa donde se esconden los protagonistas haciéndose pasar por un matrimonio. Es muy interesante ver la evolución de los personajes en relación a su universo interior (con voces en off para mostrar sus pensamientos), entre ellos, pues no se habían visto nunca y tienen que aparentar ser un matrimonio ante los dueños de la casa donde residen, dos ancianos que tienen una hija que trabaja para la Gestapo y, lo que va sucediendo fuera de la casa. En las escenas que se desarrollan en exteriores se transmite de forma magistral lo que se vive en las calles de una ciudad tomada por los nazis, en la que nadie es inocente y una acusación es una prueba irrefutable de culpabilidad. Se transmite de una forma muy eficaz lo que sienten los personajes, es fácil ponerte en su lugar, empatizar con ellos. Es curioso e irónico que algo tan horroroso como la guerra pueda ser el detonante para que ocurra una historia de amor tan bella entre dos personas.

¿Cómo es posible que 10 años después del 11S todavía no sepamos los detalles más importantes y sustanciales de la catástrofe que cambió el mundo? ¿Cómo se cayeron las dos torres de forma simultánea y desmenuzándose como si fuese una demolición preparada con explosivos? El documental se realiza para fortalecer la versión oficial del gobierno de Bush, versión unilateral y maniquea de los hechos. Basura lava cerebros.