¿Sobre qué trata está película?: ¿La necesidad del ser humano de trascender más allá de la muerte? ¿La negación de la muerte? ¿La necesidad de un dios? ¿El amor eterno? ¿Los aspectos éticos vinculados al desarrollo tecnológico? ¿Los peligros del desarrollo de la inteligencia artificial? ¿Las telecomunicaciones como herramienta deshumanizadora de las relaciones interpersonales?¿La necesidad de encontrar un rincón en el mundo alejado de cualquier influencia tecnológica? ¿La generación de energía limpia? ¿La búsqueda de una solución a los problemas medioambientales? ¿El sueño de un mundo ecológicamente sustentable?...
Probablemente la película intente abordar todos estos temas, y muchos más, pero se queda en la intención, y esa es su principal debilidad: La relación sentimental entre los científicos no genera empatía, le falta emoción, corazón; Al abordaje de la inteligencia artificial le falta coherencia; La revolución contra el dominio del hombre por la tecnología carece de pasión;
La necesidad de trascender más allá de la muerte no se plantea, excepto por dos o tres líneas del libreto; Y los problemas continúan.
La película se vuelve densa y estereotipada. Y hacia la mitad del metraje ya se presiente el abismo imposible de evitar.
Lo mejor:
Excelente fotografía y efectos visuales. Banda sonora aceptable. En general, todos los aspectos técnicos.
Lo peor:
La incoherencia argumental. Un elenco de grandes estrellas desaprovechado. Giros en la trama que, más que sorprender, enredan el desarrollo a tal punto que solo un desenlace tremendamente brillante podría darle sentido a lo que se muestra. Pero ese final nunca llega. Solo queda el sabor amargo de haber pasado cerca de dos horas mirando una película con algunas buenas intenciones, pero conceptual y sentimentalmente vacía.

La película está basada en hechos reales. Sully (Tom Hanks) aterriza un avión en el río Hudson (Nueva York), con 155 personas a bordo. Todos resultan ilesos. Sully es un héroe inmediato, y todos lo saben: el copiloto (Aaron Eckhart) lo sabe; la tripulación lo sabe; los pasajeros lo saben; las unidades de rescate lo saben; la ciudad de Nueva York lo sabe; y, por supuesto, USA lo sabe, que es lo mismo que decir el mundo entero (al menos para los habitantes de USA).
Hasta la comisión designada para investigar el accidente sabe que Sully es un héroe, desde antes de iniciar la investigación.
Pero Eastwood nos quiere convencer de que hay una historia después del incidente. Se empeña en contarle "algo" al público, cuándo en realidad no hay nada interesante que contar. Lo único llamativo es lo que sucedió durante los 208 segundos de vuelo. Y aquí la contradicción. Vlint nos dice que hay una historia después del accidente, pero nos aburre con la misma escena incontables veces durante el metraje, desde distintos ángulos, distintos puntos de vista, desde dentro del avión, desde fuera, desde edificios, desde la costa, desde la imaginación de los operadores de la torre de control...
Pero lo que sucedió, sucedió una vez. Y vaya que debe haber sido un momento complicado, lleno de emociones, adrenalina, miedo, llanto, gritos, desesperación y quién sabe cuantos sentimientos más. El problema es que Clint no acierta en ninguna de las tantas repeticiones a transmitir nada al espectador. Está demasiado enfocado en convencer al público que hay otra historia detrás del incidente y que vale la pena usar 90 min de película para contarnos esa historia, pero es mentira... o al menos él no sabe contarla.
Se rescata la fotografía y la actuación de Tom Hanks, el resto es mediocre.
Ni hablar de la actuación de Laura Linney (esposa ama de casa de Sully), en un papel totalmente estereotipado. En ningún momento se entiende que hace en la película, hablando de bienes raíces, miedo a perder la casa, agobio por la prensa en la puerta de su casa. Qué quiso contar Clint Eastwood? Dónde está la historia detrás del héroe? Qué hay de interesante en los 155 pasajeros? Personajes chatos he visto en muchas películas, pero a los actores pasajeros del avión deberían premiarlos con un razzie por no mover un pelo del público de un cine entero (verguenza ajena da la charla entre padre e hijo en las alas opuestas del avión).
Y cuánta cursilería, cuánta carnada para la emoción, para la lágrima fácil. Cuánto esfuerzo para resaltar el orgullo del espectador por los grandes héroes norteamericanos.
Y, por supuesto, sobran banderas blancas y rojas, con un cuadro azul lleno de estrellas. Muchas banderas... demasiadas.

Hay películas que por potencial comercial o por malas estrategias de distribución estén condenadas a no ser vistas por un público masivo, al menos fuera de los Estado Unidos. Algunas de esas películas son grandes joyas que se disfrutan de principio a fin, y a uno le gustaría que se hablara de ellas un poco más, pero el olvido las termina condenando. Este creo que es el caso de Slow West.
No tiene gran potencial comercial porque es una película lenta, con muy pocos diálogos, un elenco con escasas estrellas, y un motor, el amor juvenil por la joven Rose (Brooke Williams), mujer que deslumbra por su actuación pero no por su belleza.
Pero es una película realmente hermosa. La fotografía es impecable. El oeste norteamericano del siglo XIX se respira. Su intemperie, su desolación, su desierto, su crueldad. Allí solo los más fuertes sobreviven, o los que no están solos. Pero de eso no viene la trama, sino de dos personajes que quieren algo más que sobrevivir: un joven Kodi Smit-McPhee que lo tiene claro desde el principio, y un entrado en años Michael Fassbender que lo va aprendiendo sobre la marcha.
Completa el elenco estelar el siempre correcto Ben Mendelson, dirigiendo una banda de inescrupulosos bandidos / cazarrecompensas.
La película, repito, tiene paso lento, pero le sobra tensión, emoción y varios toques de humor negro. Peleas inolvidables y tiroteos completamente bizarros. También mucho dejado deliberadamente a la imaginación del espectador.
Y el final, necesario e impredecible en partes iguales (vaya paradoja).
En definitiva, 84 minutos para atesorar.

No había visto antes otra producción de Terry Gilliam, hecho que me permitió abordar esta película libre de prejuicios.
Me encontré con una estética sobrecargada al extremo. Vestidos y trajes futuristas, luces de colores y carteles por doquier, publicidades interactivas que persiguen a los peatones, bebidas extrañas, fiestas bizarras y, para destacar, ruido, mucho ruido. Todos estos elementos son los que obligan al personaje principal, solitario y melancólico, a recluirse en una lúgubre casa, que otrora fue un templo.
El problema es que no es solo el protagonista quien desea esconderse, también el espectador siente deseos de escapar de la atmósfera totálmente invasiva creada por el director, y probablemente lo haga antes del fin del metraje.
Pero si el espectador resiste, se puede observar, detrás de tanto bullicio, una historia sencilla y a la vez dolorosa, sobre un hombre solitario profundamente abatido y emocionalmente desequilibrado por la angustia existencial, el terror a la muerte, el miedo a la vida sin sentido. Esta angustia, lógicamente, no le pertenece solo a él, sino a toda la sociedad, que se dirige, conciente o inconcientemente hacia el abismo, hacia la nada, hacia el cero.
No es un tema fácil de llevar a la audiencia, y la película lo demuestra. No llega el mensaje, y si por momentos llega, dan más ganas de escaparse que de quedarse sentado reflexionando.
Para destacar, las actuaciones en general. Si bien es Christoph Waltz quien juega con el papel mas interesante, y cumple a la perfección, también son muy buenas las actuaciones de todos los secundarios.
En definitiva, una película interesante, pero irritante, que desafía constante los límites de nuestra propia cordura.