Como sólo en la mayor factoría de sueños podía pasar, "The Humbling", una película que adapta una de las obras de Philip Roth, coincide casualmente en el tiempo con "Birdman".

Ambas cintas parte de una premisa similar: la caída al infierno del que en antaño fuera un héroe y su liberación final. Sin embargo, mientras el filme de Iñarritu se basa en ello para descomponer mordazmente el mundo del espectáculo, la película de Levinson incide en la parte más humana de ese declive, en la decrepitud y la demencia de un pobre viejo.

Con una potente banda sonora acompañando ese viaje que a todos nos espera, "The Humbling" nos adentra en esa decadencia con cierta habilidad, aunque su guion no da la talla teniendo en cuenta la calidad de la novela homónima en que se basa.

Aun así, la tragicomedia logra sacarme varias sonrisas a lo largo de su metraje, aunque la excepcional actuación de Al Pacino no llegue a conmover como la que en este mismo curso realiza su colega Robert Duvall en "El Juez".

Quizá "The Humbling" no sea una gran película, ni un filme con una técnica impresionante, pero poder disfrutar una vez más de quien nos hiciera soñar con sus papeles de Michael Corleone, Serpico o Tony Montana merece la pena por sí solo.
Esperemos que a este shakesperiano intérprete aún le queden grandes funciones.
Esperemos que su glorioso final nada tenga que ver con la dramática muerte del Rey Lear.

Nota FA: 5

En los últimos años han proliferado las series de política. De las idealistas como Borgen, que retoma ese deber ser de la política que estaba presente en El Ala Oeste de la Casa Blanca, a los dramas que se centran en lo peor de los gobernantes: sus oscuras pasiones, sus maquinaciones y sus jugadas para hacerse con el poder, como en la sobrevalorada House of Cards (versión americana) o en la magnífica serie francesa Baron Noir.

Con una visión totalmente distinta apareció hace unos años Veep, una comedia ácida sobre política. Parlement tiene mucho de Veep: su corta duración, su crítica sin piedad a distintos estamentos o las buenas actuaciones de sus interpretes.

El principal atractivo para nosotros, los europeos, es que Parlement no va sobre lo que sucede al otro lado del Océano, sino sobre nuestra política, la Unión Europea: un joven francés es contratado como asesor parlamentario de un Eurodiputado francés.

A partir de ahí, la serie juega con las distintas figuras que coinciden en el seno de la UE: funcionarios, europarlamentarios, asesores, lobbystas... y cómo cada uno persigue sus propios intereses. Todo ello durante el Brexit, que recibe una dura crítica escondida en la trama secundaria de la serie.

Recomendable para aquellos que les guste la política, la Unión Europea o simplemente quieran reírse un rato.

La primera vez que tuve conocimiento de esta película prometí que no la vería. ¿Cómo iba Martin Scorsese, autor de tantas y tan buenas películas de acción, a hacer una película infantil? ¿Por qué traicionaba así el director neoyorkino su esencia?

El tiempo, ese devorador de certezas, me hizo cambiar mi opinión y, a día de hoy, puedo decir que no solo la he visto, sino que la he disfrutado más de una vez.

"Hugo" no es en absoluto una película rupturista con Scorsese: es, probablemente, su película más personal, donde su sello y su autenticidad están más desarrollados. Es un homenaje al cine, ese cine que Scorsese tanto ama y con el que tanto soñó de niño. Sueños con los que se reconcilió haciendo cine: pues, como dice George Melies (el versatil y siempre soberbio Ben Kingsley) en su estudio "Si alguna vez te preguntaste donde se hacen los sueños, mira a tu alrededor".

Esos sueños no podían situarse en otra ciudad: tenía que ser París, esa París que tanto papel tuvo en aquel año 2011 (Hugo, The Artist, Midnight in Paris): la ciudad del amor, representada con una bella fotografía en Hugo. Acompañando el onírico guión y la maravillosa París, una música del siempre contundente Howard Shore que, sin ser Danny Elfman, logra evocarnos esos sueños de los que trata la película.

Junto a todo ello, un reparto excepcional: comandado por grandes actores británicos (Ben Kingsley, el divertido Sacha Baron Cohen, Jude Law) y con un casting infantil hecho a la perfección: una chica que necesariamente ha de desprender felicidad (Chloë Grace Moretz) y que está sobresaliente, y un joven que, más que con sus palabras, debe conmover con su mirada (Asa Butterfield).

Si aún no la han visto porque piensan que su imágen de Scorsese caerá, cambien de idea. Es su proyecto más personal y quizá por ello tan sobresaliente como sus mejores cintas (aunque ciertos planos muy arriesgados que quedarían bien en sus cintas habituales desentonan un poco en este suave drama): merece la pena verlo, sentirlo y soñar.

Basada en la novela distópica homónima, "Hijos de los hombres" plantea un futuro desolador, en el que el cese de la fertilidad en las mujeres ha llevado a un mundo sin esperanzas ni sueños a un caos imposible.

Con ese prometedor planteamiento y unos elementos ideales para Alfonso Cuarón, el director mexicano filma una cinta en la que vuelca sus mejores virtudes, principalmente su capacidad para crear escenarios atrayentes (el decrépito Londres que nos ofrece es impactante) y su habilidad con la cámara.

Pese a ello, la película termina por enredarse en exceso en la propia vorágine en la que se desarrolla quedándose muy lejos de la cima de su potencial. A ello ayuda un reparto gris, en el que las mejores piezas de las que Cuarón dispone se evaporan con celeridad (Moore y Caine) por exigencias del guion. El resto, a excepción de un correcto y convincente Ejiofor, parecen guiados por la mediocridad de sus protagonistas: Owen no logra conectar en ningún momento con su personaje y la chica que interpreta a la mujer embarazada (Clare-Hope Ashitey), cuya labor principal en el filme es lograr que el espectador empatice con ella, no conseguirá otra cosa que desquiciarnos y sacarnos del contexto con una actuación digna del Razzie a peor actriz -aunque para obtener una nominación en dichos premios haga falta tener un nombre- (verla en VO es necesario para llegar a esta conclusión).

Otro aspecto negativo que me llama poderosamente la atención es la banda sonora. Pese al aceptable presupuesto de la película, se opta por contratar a un buen compositor (John Tavener) ajeno al mundo del cine. El producto, a excepción de la melodía principal de las cuerdas, queda corto, simple y extraño. En una película que aspira a conmover y a provocar reacciones de pánico en el espectador en ciertas escenas (en las que la vida de los protagonistas corre peligro), la contratación de un compositor más experimentado en Hollywood en películas de acción como Zimmer, Desplat o Newton Howard habría sido mucho más razonable.

En definitiva, una película que podía haber dado mucho más y que termina por sumirse en su propia locura. Incluso el guion, bien adaptado y con suficiente potencia, termina por caerse en las escenas finales por su falta de realismo, sensibilidad y la inclusión de elementos contemporáneos que no encajan del todo en la antiutopía (como la inclusión de elementos del Islam en el Uprising).
Una vez más, Cuarón intenta abarcar demasiado y concluye un producto que tenía más potencial.

Nota FA: 6.